Un nuevo partido del seleccionado argentino ante Suiza, y otra vez sopa. Uno de esos tantos partidos que con el paso del tiempo casi no se recuerdan bien en qué año fueron, ni dónde se jugaron. Uno de esos partidos que como ultimamente pasa con la AFA, se organizan tres días antes, como para que nadie pueda moverse mucho ni planificar si vale la pena cubrirlo o no, ni qué hablar para los que somos freelances y podemos intentar venderlo a distintos medios. Pero eso es "harina de otro costado" (Muñoz dixit) y tenemos que ceñirnos al fútbol. ¿Al qué? bueno, a eso que dicen que trata de jugar la selección y que además, genera que en el colmo de los colmos, el Alfio Basile defensor supuesto del "fútbol que le gusta a la gente", diga que terminó satisfecho con lo que hicieron "los muchachos". Nos preguntamos qué diría el periodismo deportivo "progre" si en vez de Basile, en el banco hubiera estado otro DT.
Este seleccionado no sólo por ahora no juega a nada interesante, ganando, empatando o perdiendo, sino que como nos dijeron muchos de sus jugadores, aún no le escucharon decir nada a Basile en lo que se refiere a la parte táctica.
Concordamos con el "Coco" en que hoy es mucho más "seleccionador" que "entrenador" pero aún así, y con poco tiempo de trabajo (¿cuánto es el tiempo que necesitaría?, ¿cómo se contabiliza eso, cuando en el pasado bailábamos a todos sin casi entrenarse?), hay muchos elementos para tener en cuenta.
El que más nos preocupa, pensando en lo que sigue (otro amistoso de menor valor ante Argelia, la Copa América de Venezuela contra Brasil B y los demás), es el de jugar sin un número 10, un reggista, play maker, organizador, líder, o como se le quiera llamar. Aquel que movía los hilos del equipo, que hacía jugar a todos, que hasta movía los brazos indicando dónde posicionarse a los compañeros (lo que por ejemplo hace Juan Román Riquelme, acaso más aparatosamente, con los jugadores de Boca). Si hay un fútbol que no puede prescindir del 10 es justamente el nuestro, el argentino. Desde siempre, los pibes se pelearon por llevar ese número a sus espaldas. El 10 fue siempre sinónimo de saber más, de ser el mejor, el que más sabe. Pero luego de que Diego Maradona se la pusiera, la AFA decidió retirar el número, y parece que fue mucho más que un símbolo. El 10 fe retirado tambièn mentalmente del equipo. Y llegó el día del colmo, de que una selección con nuestra tradición, temida por todos, juega haciendo todo lo posible para que nadie nos tema nunca más. Cedemos la pelota, el campo, y la iniciativa, y en nombre de la modernidad, marcamos y corremos, y nos olvidamos de jugar. Ni siquiera un desvencijado Pablo Aimar, o de última un débil D'Alessandro, o hasta un mediocre Ibagaza. Pero no....dobles y triples cincos (en un momento llegaron a jugar juntos Cambiasso, Gago y Mascherano), y nadie que meta un pase para asistir a los aislados delanteros. Tévez y Messi, los dos jugadores con más peligro (teléfono, Pekerman), tuvieron que bajar casi hasta el medio a buscarla, y Lucho González navegó en la nada eterna. Atrás, no parece haber mucho problema, salvo esto de los últimos años de improvisar a Heinze de lateral porque tampoco trabajamos los laterales ahora, y los centrales van tambíén a los laterales, aunque haya que darse vuelta y sean grandotes para eso. Ya no importa mucho la estética....pero lo que más molesta es lo del 10. No sólo lo retiramos en camiseta, sino en concepto. Y así, hasta Suiza un día se nos transformó en rival competitivo. No, si nosotros mismos somos los que avivamos giles....por eso no me sumo, y recuerdo aquel lema de "no se queje, si no se queja". No digan después que no lo dijimos......
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