Dos acontecimientos nos vienen a la mente en estos días. Uno fresco, reciente, que es la sexta Copa Libertadores ganada por Boca Juniors ante el Gremio de Porto Alegre, por el resultado global más amplio de la historia de la competición, que comenzó en 1960 (5-0). Y otro ya teñido por las nieves del tiempo, esa hermosa frase ´pronunciada por Carlos Gardel en "Volver", y que acaso nos de una relatividad a nuestro deseo de que la juventud no se nos pueda escapar. Pasaron ya 21 años de aquel brillante, único, gol de Diego maradona a Inglaterra en el Mundial de México 1986. Tanto el genio inigualable de Maradona de aquel tiempo, como el de Juan Román Riquelme de la actualidad, nos llevan a algunas reflexiones qu se nos ocurren, interesantes.
De Maradona y su gol a los ingleses (nos referimos al mágico, al segundo) se ha dicho mucho y se dirá muchísimo más, y especialmente se ha vuelto al mismo hace muy poco, cuando otro jugador camino a ser un genio, Leo Messi, convirtiera otro de similar factura (aunque menos importante, por una semifinal de Copa del Rey) ante el Getafe. Más que analizar la jugada en sí, nos atrae recordar dos décadas después el hecho de haber sido privilegiados espectadores de aquella genialidad en el mismísimo estadio Azteca, como otros recordarán el gol que Ernesto Grillo le convirtiera también a los ingleses en 1953 en Buenos Aires. El hecho de haber podido estar presente en aquel instante que se eterniza en nuestra mente, nos permite recordar sensaciones extrañas, a tan solo cuatro años de la Guerra de Malvinas. Por ejemplo, aquella extraña visita a la concentración argentina del club América del Distrito Federal, de Robert "Bobby" Charlton, para promover un encuentro pacífico que auspiciaba el fallecido relator José María Muñoz. O el festejo loco después del partido de los jugadores y el primer intento de la prensa argentina por vulnerar el vallado policial para ingresar a un vestuario al que no nos estaba permitido llegar legalmente. No podríamos en aquella ocasión (luego en la película "Héroes" comprobamos como sí pudo entrar Constancio C. Vigil, director de Editorial Atlántida), pero lo volveríamos a intentar luego del partido ante Bélgica en semifinales y especialmente luego de la final, para vivir un vestuario que jamás volveríamos a ver en toda nuestra carrera profesional.
El recuerdo que nos trae en aquel momento del gol fue el abrazo con el gran amigo de Las Parejas Luis Blanco, la mano franca de un colega inglés, luego de lesionarnos una pierna en el salto, y cuando el colega (por entonces en Editorial Perfil), Jorge Ruprecht, se nos cayera encima.
Paradojicamente recién un año más tarde, y cuando cubríamos un partido en el estadio de Ferro por el torneo local, pudimos escuchar el mejor relato radial jamás realizado sobre un gol, sin dudas el de Víctor Hugo Morales, a quien no habiamos podido seguir por estar de cuerpo presente en el estadio.
Y de aquel Maradona genial, a este Riquelme tremendo, poniéndose a todo Boca en el hombro. A este Riquelme casi entrenador bis, dando indicaciones a cada compañero, y hasta tomando del brazo a los más jóvenes. Este Riquelme que agregó dinámica, fuerza y madurez a todo el talento que ya poseía, y que resultó demasiado para esta edición de la Copa Libertadores 2007. Casi que se podría decir que esta Copa fue de cientos de jugadores, y Riquelme, que jugó siempre a algo superior, a otra cosa. Es cierto que con muy buenos complementos en un equipo que creemos que hubiera podido salir campeón igual, sin él, aunque sufriendo mucho más. Pero sin dudas esta fue la Copa de Riquelme y una prueba más de que no se trata de un jugador lento, ni apático, apenas serio, como dijo alguna vez, que se parecía más a Zidane que a Ronaldinho. Que la alegría aparecía donde tenía qu aparecer, en el césped y no antes o después.
Lo dijimos más de una vez y lo reiteramos: Román tiene una velocidad y una estética muy parecida a la de Pelé. No es el jugador quien debe correr en el fútbol, sino la pelota. Si fuera al revés, con once Carl Lewis, cualquier equipo se aseguraría el título. Pero hay un problema: esto es fútbol, señores. Y se trata de un deporte colectivo, de roce físico, y con pelota. Y quien mejor la administre, más chance tiene de ganar. Y quien más tiempo la conserve, más chances tiene de asegurarse un buen resultado y que hasta no le lleguen con peligro. Es elemental, pero en tismpos de tanta confusión, mejor recordarlo y enmarcarlo.
Aún hay un sector que discute a Riquelme. Cuesta creerlo, pero es así. Se ha dicho que se perdió el pasado Mundial por él, pero cuando Riquelme fue reemplazado ante Alemania, la selección argentina iba ganando. Se ha dicho que por su culpa, por aquel fatídico penal ante Jens Lehman del Arsenal, el Villarreal se privó de ganar una Chamìons League en 2006. Lo que nadie se pregunta es cómo, y por quién, el Villarreal llegó a una instancia semifinal y estuvo tan solo a un penal de llegar a la finalísima. El resultadismo impide a muchos ver la realidad.
Maradona y Riquelme son, o fueron, dos cracks de los más grandes del fútbol, y todos aquellos que tuvimos o tenemos la chance de disfrutarlos, ya sea en vivo o en el presente, tenemos que estar felices, si amamos el fútbol, y si cracks como estos se pusieron alguna camiseta que amemos.
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1 comentario:
Y dale con Riquelme... Riquelme es el jugador más apático, lento y exasperante que ha dado el futbol Argentino en los últimos años. Su calidad en el trato del balón se diluye con cada paso cansino que da en el campo. Quizás no han sido suficientes sus fracasos en el Barcelona, en su última etapa en el Villareal, por no hablar de su derrumbe total en el mundial de Alemania, para dejar en claro su realidad como jugador
Si Riquelme triunfa en el fútbol Sudamericano, lejos de hablar de su recuperación, nos indica la miseria táctica, técnica y estratégica de los torneos locales.
Se equivocará gravemente Argentina si vuelva a ligar su destino con los de este jugador. ¡Basta de Riquelme!
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