Cada 7 de junio, en el Dia del Periodista, se renuevan recuerdos, y también aparecen en nuestra mente referentes, en algunos casos, ilustres plumas a las que queríamos emular de muy jóvenes (porque nuestra generación quería ser, y admiraba, a los que escribían, no a los que aparecían en la TV), y también, aquellos colegas de la actualidad que reconocemos, por una cosa o por otra, sean más o menos conocidos en el medio, pero a los que nosotros reconocemos, y que vale la pena hacerlo en este espacio.
Aparecen nitidamente en nuestro recuerdo, por ejemplo, aquellas luchas estudiantiles del Circulo de Periodistas Deportivos de la calle Rodriguez Peña, alla por 1982, 1983, cuando la Guerra de Malvinas y el regreso a la democracia nos permitieron debatir con aquellas autoridades que nosotros, esos jóvenes casi imberbes que poníamos en tapas de revistas amateurs a un Videla con su uniforme sangrante, o a Galtieri con un vaso desbordado de whisky, no sólo éramos "periodistas de-por-ti-vos", como ellos querían, sino simple, lisa y llanamente, "pe-rio-dis-tas", que nos rebelábamos ante el extraño festejo de los 7 de noviembre, instituído como "Día del Periodista Deportivo", cuando se cerraban las puertas de la institución por un feriado que no entendíamos ni aceptábamos, al punto tal de caminar hasta la misma puerta, con la idea de demostrar que ese día correspondía tomar clases por tratarse de un día corriente.
Lamentablemente, con el paso del tiempo, muchos de aquellos jóvenes son hoy "periodistas deportivos" hechos y derechos, que hasta fundan instituciones de este tipo, acorde a los tiempos y al mercado, y exprimen a los jóvenes como ellos fueron algún día, en muchos casos pasantes sin mucha experiencia y dispuestos a aceptar lo que venga. Otros pocos, acaso ingenuos pero idealistas también, nos mantenemos en aquella postura.
Somos periodistas, ante todo. Cuando vamos a un torneo de fútbol, y nos emiten una película de los mejores jugadores, también hay cine. Cuando se incendia un estadio, hay elementos de información general. Cuando un club entra en quiebra, hay elementos de Economía y de Judiciales. Cuando el presidente de la AFA acude a Casa de Gobierno, o cuando decide perjudicar a una institución para favorecer a otra, hay Política. No somos sólo "periodistas deportivos". Somos, ante todo, "periodistas", nos debemos rebelar contra el sistema, contra las injusticias. estamos para contar lo que pasa, aquello que no se ve, que no se distingue tan facilmente. No sólo estamos para decir que el partido va 0-0, ni debemos ser meros ponedores de micrófonos. Sabemos que esto se dice hasta el hartazgo, pero no viene mal recordarlo. Tampoco, que las cosas no "se vienen" y apenas si "vienen", porque el verbo es "venir" y no "venirse". Nada "se nos viene". Apenas si "viene".
También es cierto que el llamado "Periodismo deportivo" ha sido tomado por asalto por un segundo grupo, los que directamente pasan del deporte, que tampoco es cuestión de llegar a eso, e incapaces de comentar algo técnico, sólo se refieren a su "derredor". Ni una cosa, ni la otra.
Este espacio, en este caso particular, es para recordar a un maestro del periodismo que nos dejó hace muy poco, y que si bien ya el año pasado no lo teníamos para esta fecha, el desconocimiento de su fallecimiento nos impidió escribir. Nos referimos a José María Suárez, más conocido en el medio como "Walter Clos", acaso el último panzerista de verdad, o uno de los últimos ante tanto "progre" que usa a Panzeri como le conviene. Suárez, que también fue docente (y vaya si lo fue), integró míticas redacciones, como la de "La Prensa", en los primeros meses de la última dictadura militar, cuando Panzeri aún vivía, y la ética primaba sobre cualquier otra cosa. También "Diario Popular", aunque fundamentalmente, "El Día" de La Plata, donde desplegó notables columnas con ironís sobre el devenir del fútbol, y especialmente, en la sección "Pelota" de la revista "Hum(o)r", con los inolvidables diálogos entre el tío y el sobrino, forma de evitar hablar en primera persona en tiempos complicados.
Tuvimos la suerte de tratar y en cierta forma podríamos decir que fuimos amigos de Suárez, y todo comenzó un día que timidamente lo abordamos en la Sala de Periodistas de la AFA, en la calle Viamonte (cuando no estaba vaciada de contenido como ahora, que no hay casi nada que hacer allí), para ofrecerle ser prologuista de nuestro primer libro. Nos miró con esa cara con la que miran los hombres que sienten hastío de los ingenuos que intentan mostrarle algo diferente a esa altura de sus vidas, pero luego por fortuna accedió, y nos emocionó leer que no había dormido leyendo entero nuestro libro en una sola noche. A partir de allí, se sucedieron reuniones en bares céntricos, el aprendiz, con su grabadorcito de mano, su birome y su libretita. El veterano maestro con sus anteojos de marco pesado y oscuro, y su voz medio ronca, y su recuerdo siempre a flor de piel, y un anecdotario interminable.
Lo escuchamos en el final, ya como Suárez otra vez, en "Competencia" por Radio Continental con Víctor Hugo Morales, acaso el único lugar al que podía acceder, por ética compartida, alguien de su calibre. Supimos con el océano Atlántico de por medio, de su deceso, y lo lamentamos profundamente. Pero no es gente que nos deje. Sus consejos y sus anécdotas, así como su prólogo, nos quedan como tesoro de por vida.
Periodista que también admiramos fue Luis Sciutto, uruguayo, más conocido como Diego Lucero, único que había estado en todos los mundiales hasta Estados Unidos 1994 incluído, hasta que dejó este mundo, y tuvimos también la inmensa suerte no sólo de tratarlo, sino de ver juntos partidos de gran importancia, o de compartir cafés con él y su amena esposa en Brasil, Estados Unidos, Italia o donde fuera. Cuando en Francia 1998 el iluestre colega oriental Atilio Garrido propuso un brindis en su homenaje, siendo el primer Mundial sin su presencia, por un instante imaginé que algún día, acaso, me pudiera suceder. Fue simple y al mismo tiempo, emocionante. Garrido colocó un poster con un retrato de Lucero, el mítico autor del notable libro "Siento ruido de pelota", y Horacio Pagani lo recordó brevemente. Pensamos, también en aquel instante que se fue como un soplo, que nos gustaría terminar así nuestros días: con la cabeza golpeando en el teclado. Trabajando hasta el final, con esa lucidez, a falta de ese talento tan especial. Guardamos como tesoro una cinta en la que nos cuenta brevemente cada uno de los mundiales que presenció, un día cualquiera, en su casa de La Plata.
Pero periodistas buenos y no siempre tan conocidos, los hay también ahora. Por citar a uno que estimamos mucho, del que aprendemos a diario gracias a la maravilla de los emails, y que cumple con informar y hacernos pensar, siendo de nuestra misma generación, lo hacemos con el amigo y colega Edgardo Krawiecki, residente en Tel Aviv y argentino, profundo conocedor de lo que ocurre en Medio Oriente, fino analista, excelente pluma, y quien esgrime esa ética que a veces lo hace distanciarse de los medios tradicionales, poco dispuestos a la rigurosidad. Ojalá muchos de los que están interesados en estos temas, o aquellos que hablan sin mucho fundamento, pudieran conocer más el material que Edgardo es capaz de escribir o de analizar diariamente.
Otro Día del Periodista que pasa, y tenemos pasado, presente y esperemos que haya futuro, y que el gran periodismo, el curioso, el analista, el que quiere profundizar y escarbar, nunca se termine, que siempre alguien tome la posta que dejamos, sin importarle tanto ser o no famoso, sino que cada día estemos más cerca de la luz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Sergio, feliz día del periodista, mi hijo estuvo preparando lámina para este día, ......y mi hijo es Moreno pero no Mariano aquel de la gaceta de Buenos Aires, que la pases bien, y como este saludo es atrazado, SOMO LOS CAMPEONES, SI RESULTE CUERVA!!!! AGUANTE SAN LORENZO 2007!!!
Publicar un comentario