miércoles, 11 de agosto de 2010

La selección argentina, en estado deliberativo (Jornada)



Pocos partidos se jugaron en los últimos tiempos con una selección argentina en un estado tan deliberativo como el actual, símbolo de que el tema del Mundial de Sudáfrica sigue sin estar para nada cerrado.
El hecho de que la gran mayoría de los jugadores que militan en Europa y que participaron en Sudáfrica haya aceptado viajar a Dublin para un mediocre partido ante Irlanda a poco de regresar de sus vacaciones y sin estar a punto físicamente, tiene mucho más que ver con la necesidad de poner los puntos sobre las íes con el presidente de la AFA, Julio Grondona, que con rendirle bien al entrenador interino, Sergio Batista, que ya ha comenzado a mostrar sus credenciales.
Pese a que los jugadores no lo manifiestan de modo grupal, es evidente que no hay un acuerdo total entre ellos, al menos en cuanto a quién debe ser el entrenador desde 2011. Sí hay una coincidencia general: la dirigencia de la AFA, especialmente Grondona, no se manejó bien con el cuerpo técnico anterior, no tanto por Diego Maradona sino por los restantes integrantes que fueron separados de la selección una vez finalizado el Mundial, muchos de ellos con una larga trayectoria en el puesto, y que inclusive siguen trabajando en otras dependencias de la institución madre del fútbol argentino, lo que a su vez significa que no se duda de sus condiciones y que más bien parecen haber sido alejados del equipo nacional para dar la excusa perfecta para que fuera Maradona quien renunciara y no fuera la AFA la que lo cesara en su cargo.
En este contexto, fueron inusualmente duras las palabras de Carlos Tévez, uno de los más frontales del plantel, contra Grondona, quien también se mostró extrañamente afectivo con jugadores con los que suele dialogar poco, a los que esperaba en el lobby del hotel para agradecer su predisposición a viajar para un partido amistoso de esta naturaleza, como abriendo el paraguas a sabiendas de lo que iba a suceder, y era que tal como los propios protagonistas adelantaron, iban a plantearle, en sucesivas reuniones individuales o grupales, según el caso, su desacuerdo con algunas medidas que, al parecer, fueron contrarias a lo manifestado por el veterano dirigente en el propio vestuario argentino luego de la dura derrota ante Alemania por 4-0.
Mientras todo esto pasa, parece mentira que esta noche (tarde de la Argentina) se juegue un partido de fútbol con la selección nacional, en la que, además, el entrenador parece jugarse más que los propios convocados, si bien todo indica que algunos de ellos no cuentan con demasiadas chances de continuidad si Batista continúa como director técnico. Habrá que ver si muchos de estos jugadores, que al menos hacia afuera declaran a favor de Maradona, están dispuestos a jugarse por el nuevo ciclo, máxime que ayer, el propio ayudante de Maradona en el Mundial, Alejandro Mancuso, hizo silencio de radio cuando se le consultó por la opinión acerca de que Batista estuviera ocupando ahora el banco de suplentes y con alguna proyección de continuidad.
Por lo pronto, sorprendió la virulencia de Tévez al decir que la dirigencia de la AFA “deja mucho que desear” y por dudar de su propia continuidad en el equipo, insinuando que esas declaraciones podrían separarlo de la camiseta nacional. “No sé si después de esto seguiré o no jugando por Argentina pero soy así y digo siempre lo que pienso”, dijo Tévez a la prensa a su llegada a Dublín, algo poco frecuente de escuchar en un jugador hacia Grondona en sus treinta y un años de presidencia de la AFA.
En cuanto al fútbol, Batista ya abrió su juego en declaraciones a distintos medios, mostrándose proclive a que la selección trate de parecerse en su juego al de España, que indirectamente no es otra cosa que apelar al sentido común de la primera página del manual del fútbol: si la pelota la tenemos nosotros, no la tiene el contrario, algo que ya fue habitual en el mismo pasado del fútbol argentino y que no se trata de ninguna ciencia, pero que insólitamente hace años que se olvidó para pasar a depender de los errores del adversario, pero sin saber qué hacer con la pelota cuando por fin se hace con ella.
Por manifestar esta inclinación al fútbol de posesión de pelota, Batista ya encontró los primeros choques de un sector de la prensa ligado a otras líneas filosófico-futbolísticas, aunque el entrenador, campeón olímpico en Pekín 2008 utilizando sin problemas a Lionel Messi y Juan Román Riquelme, dice con lógica que cuando la comisión de la AFA se reúna para decidir el entrenador definitivo de cara al Mundial de Brasil 2014, espera que se lo evalúe mucho más que por dos o tres amistosos, sino por una idea, un trabajo, una coherencia.
Tampoco queda claro cómo pueden convivir Batista, con estas ideas, y Carlos Bilardo, el manager que recupera protagonismo en este nuevo ciclo, cuando no parecen sintonizar demasiado desde la teoría.
Batista tendrá hoy entonces el doble trabajo de tratar de ir encontrando una forma de tratar mejor a la pelota, y de que sus jugadores estén más atentos a esto que a los debates y las deliberaciones para ir cerrando, de una vez por todas, el conflictivo momento que se vive en la selección luego del Mundial.

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