Apenas tres meses atrás, los hinchas de Boca Juniors especulaban con que no había que festejar demasiado el descenso al Nacional B (segunda división) de su rival de siempre, River Plate, porque el bajo promedio para la temporada que se iniciaba, anunciaba un año muy conflictivo y, tal vez, un destino parecido al de su adversario.
Acababa de despedirse su gran goleador, Martín Palermo, tras una emocionante ceremonia en la Bombonera (el mítico estadio de Buenos Aires), y la gran incógnita era si el joven Lucas Viatri estaría a la altura para reemplazarlo, y si la estrella del equipo, Juan Román Riquelme, seguiría complicando el panorama con sus permanentes lesiones que lo alejaban de los terrenos de juego.
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