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El notable poeta cubano Silvio Rodríguez dice en una
canción que ama a una mujer que lo ama sin pedir nada o casi nada, que no es lo
mismo pero es igual. Y se puede entender la diferencia. En el fútbol, este
Barcelona que venció por 2-1 en el Camp Nou al Celtic de Glasgow, que marcha
primero y sin problemas de clasificación en su grupo con los nueve puntos
obtenidos en los tres partidos, que apenas si cedió un empate (ante el Real
Madrid) en las ocho fechas de la Liga Española, y que mantiene al grueso de sus
estrellas, es igual a otros años, pero no es lo mismo.
Desde que al terminar la temporada pasada Josep
Guardiola anunciara el final de su brillante trabajo de cuatro años, con él se
fue algo más que un mero entrenador. Su capacidad de transmitir a los
jugadores, las formas para motivar (nadie se olvidará de aquella frase en la
previa al superclásico en el estadio Santiago Bernabeu con lo del “puto amo”
dirigida a José Mourinho que luego se multiplicó en cientos de miles de
camisetas en toda Cataluña), su capacidad intelectual y hasta su gran pasado
como jugador y capitán en el “Dream Team” de Johan Cruyff le otorgaban un plus
que ahora, con su sucesor, Tito Vilanova, evidentemente ha perdido, aunque
conserve el mismo estilo y la misma filosofía.
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