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Salvo tres o cuatro selecciones nacionales en el
mundo que marcan claramente su identidad con un fútbol basado en el juego
colectivo (España, Alemania, ahora Italia, a los que se quiere ir agregando
Colombia), pocos reúnen en un solo jugador tanta riqueza como el caso de la
argentina con Lionel Messi.
Una prueba más acaba de ocurrir en el estadio de
Mendoza, que fue sede mundialista en 1978, en uno de los clásicos más antiguos
e importantes del mundo y por tres puntos correspondientes a la clasificación
para Brasil 2014.
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