Muchas cosas han cambiado en el juego del fútbol, y
se ha notado en la Eurocopa del verano pasado, cuando selecciones con otras
tradiciones, acostumbradas a otros movimientos, como Alemania (ya de manera más
decidida) e Italia, se fueron pareciendo a la española, al final, campeona del
torneo, en el sentido de apostar por la estética y la posesión del balón.
Hoy todo se modificó en este sentido. Si hace cuatro
décadas alguien hubiera dicho que a principios del siglo XXI, Alemania, Italia
y España desplegarían un fútbol alegre y vistoso, y que cada jornada de la
Premier League asistiríamos a un festival de goles y de jugadas de excelente
nivel y partidos cambiantes mientras que Brasil se preocupa por estar cerca de
organizar un Mundial y no encuentra un equipo que lo satisfaga, le habríamos
señalado su locura.
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