En apenas horas, Gerardo “Tata” Martino logró
transmitir a la prensa y la afición del Barcelona cierta tranquilidad de que
las ideas fundamentales de la filosofía de juego del club no se van a alterar y
que viene desde la Argentina para aportar aún más riqueza, si cabe, al sistema
que ya le preexistía.
Es que lo que Martino concretó en Newell’s Old Boys
en la última temporada y media, de fondo, no es otra cosa que lo que desde hace
ya tantos años hace el Barcelona, con dos diferencias fundamentales que
enaltecen al argentino: que en el fútbol de su país, jugar 4-3-3 y con un
intento de posesión del balón lo más alto posible, no es para nada común en un
contexto de choques y planteos defensivos, y que el plantel que contaba no
tenía la calidad suprema del Barcelona, aún cuando sí disponía de buenos
jugadores con proyección internacional, o que ya la tuvieron.
Uno de ellos, el espigado defensa central Santiago
Vergini, es uno de los candidatos a emigrar al Barcelona en los próximos días.
Otro, Ignacio Scocco, se potenció en su rendimiento, retornado del fútbol
mexicano, por aceptar y entender las indicaciones de Martino de que un
centrodelantero debe no ser una referencia clara para los defensores y no debe
jugar pegado a ellos, tal como, salvando las distancias, hace Lionel Messi en
el Barça.
Las consecuencias fueron que un buen jugador, como
era Scocco, pasó a ser un gran jugador ahora, transferido al Inter de Porto
Alegre en 6,5 millones de dólares, y es uno de los delanteros del fútbol
sudamericano y con chances de jugar el próximo Mundial.
Es entendible que la afición catalana y la prensa
europea (aunque algo menos, en este tiempo de globalización) conozcan poco a
Martino, aunque haya sido un fino jugador con pergaminos que pasó por la Liga
Española con la camiseta del Tenerife (debutando precisamente en el Camp Nou
ante el Barcelona, cuyo arquero era Andoni Zubizarreta), y luego se convirtió
en un gran entrenador, no sólo por sus excelentes campañas en Paraguay con
Libertad y Cerro Porteño, sino que lanzó a la selección nacional al Mundial
2010 y estuvo a punto de eliminar a la española en los cuartos de final, cuando
Oscar Cardozo falló su penal, y luego Xabi Alonso convirtió el suyo.
Muchos otros han criticado a Martino porque aquel
equipo paraguayo no jugaba con el estilo que vimos en Newell’s o que desde hace
ya muchos años posee el Barcelona como signo de identidad pero termina siendo
una gran virtud del entrenador, y que lo repitió en la conferencia de prensa en
el Camp Nou: adaptarse a los jugadores que tiene, y tratar de practicar un
fútbol acorde a lo que hay, a sus características, aunque tenga una
preferencia, que es la de la posesión de balón y claramente se incline por el
4-3-3.
También por eso, es necesario aclarar que Martino no
es heredero de Marcelo Bielsa, como buena parte del periodismo español repitió
cuando apareció su nombre como posibilidad de dirigir al Barcelona. Sí toma
cuestiones éticas de comportamiento, pero no concuerda con la velocidad de
juego que imprime a sus equipos el ex entrenador del Athletic de Bilbao. De
hecho, recuerda con cariño que cuando fue jugador, Bielsa lo hacía correr más
de lo que él creía conveniente.
Martino suele decir que pudo aprender de distintos
entrenadores entre los que suma a Bielsa pero agrega a otros como José Yudica
(con quien fue campeón con Newell’s en 1988), o Jorge Solari (quien lo llevó a
Tenerife, y es tío del ex jugador Santiago Solari), y con el tiempo fue
adquiriendo un estilo propio.
En la columna anterior destacábamos a Newell’s
porque partiendo de una situación complicada, como era la posibilidad de perder
hasta la categoría de Primera División, no se desesperó y generó una sinergia
especial apostando por jugadores de la cantera y otros que, con amor por el
club, decidieron regresar del exterior para apostar por el proyecto a partir de
un fútbol estético y de posesión, hasta llegar a ser campeón argentino y
semifinalista de la Copa Libertadores.
Ese Newell’s terminó exportando nada menos que a su
entrenador, Martino, quien primero había desechado ofertas de Málaga y la Real
Sociedad porque debió seguir trabajando en la Argentina hasta mediados de julio
al extenderse el calendario de la Copa Libertadores, y las vueltas de la vida lo
llevaron a estar libre para los requerimientos nada menos que del Barcelona.
Martino es una persona tranquila, racional, abierta,
y profundamente analítica. De buen léxico y fácil comunicación, transmite
humildad y seriedad y suele establecer buenos vínculos con la prensa y el
ambiente del fútbol. Y ya lo dijo en la conferencia de prensa cuando le
preguntaron por posibles polémicas con sus rivales. “Yo vengo a trabajar con el
fútbol, no esperen eso de mí”.
Sin dudas, Martino está antela oportunidad de su vida.
Podrá cumplir el sueño de dirigir a Lionel Messi, cuyo padre, Jorge, lo tuvo
como ídolo cuando jugaba en los años ochenta, que también tiene simpatías por
Newell’s, y acaso consiga, con sus aportes, esas necesarias correcciones para
que el Barcelona vuelva al increíble rendimiento de un pasado no muy lejano.
Porque la línea no se discute, como dijo Zubizarreta
en la presentación, y Martino garantiza su continuidad.