El fútbol argentino recibió ayer una noticia tan
impactante como consecuencia de la lógica pura, cuando desde Barcelona se supo
de la confirmación de que Gerardo Martino, el reciente director técnico de
Newell’s Old Boys, será el reemplazante de Tito Vilanova al frente del que para
muchos es el mejor equipo del mundo, y para otros, incluso, el de todos los
tiempos.
Martino, un talentoso volante central, que hasta en
el final pudo ser un “diez” ante la ya creciente falta de jugadores creativos
en los noventa, había cumplido con el cometido de sacar a su amado Newell’s del
muy bajo promedio para el descenso con el que había comenzado la temporada
2012/13, saliendo campeón del Torneo Final, llegando a semifinales de la Copa
Libertadores, eliminado por penales por el Atlético Mineiro, pero más que todos
esos resultados, se ganó el respeto general, nacional e internacional, por
intentar un fútbol distinto, que apostó a la estética y a la tenencia del
balón.
Paradójicamente, cuanto más bastardeado está el
torneo argentino por su bajísimo nivel en el Primer Mundo, un entrenador de esa
misma liga llega al cénit internacional con la chance de dirigir a uno de los
equipos que han marcado época, como el Barcelona, y al mejor jugador del mundo,
su compatriota Lionel Messi, cuyo padre Jorge, también hincha de Newell’s, lo
tuvo como ídolo en los años ochenta.
La elección del “Tata” Martino tiene muy poco de
casualidad y sí, algo de azar, que está presente como en todas las actividades
del ser humano.
De casualidad tiene poco porque cuando el Barcelona
tuvo que salir a la búsqueda de un entrenador ante el recrudecimiento de la
enfermedad de Vilanova, que debe tratarse un cáncer de glándula parótida, fue a
buscar a Martino, respaldado por la familia Messi, pero a quien ya conocía la
dirigencia desde que el argentino dirigía a la selección de Paraguay que llegó
a los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica2010, cuando casi elimina a
España pero Oscar Cardozo falló su penal y luego Xabi Alonso convirtió el suyo.
Y si fue a buscar a Martino es porque se seguía la
filosofía de juego de Newell’s y su trayectoria coherente desde sus tiempos de
jugador hasta su presente como entrenador. Pocos como él han seguido una línea
tan parecida a la del Barcelona en la Argentina, con las herramientas de que
dispuso como plantel: salida desde el fondo con pelota dominada, hacerla correr
sin que sus jugadores tengan que hacer un enorme desgaste físico, muchos
jugadores llegando a posición de gol y un criterio estético y colectivo en el
juego, en lo posible siempre por abajo.
Sin enrolarse tan definidamente en un sector
filosófico como hace cuatro años Angel Cappa en sus tiempos de Huracán,
Martino, siempre claro, simpático, abierto y reflexivo, fue generando
adhesiones externas (en Newell’s siempre las tuvo) hasta llegar a la
consideración de uno de los clubes más poderosos, que terminó yéndolo a buscar
como primera instancia, incluso por delante del ex jugador azulgrana Luis Enrique,
actualmente en el Celta de Vigo.
La parte del azar estuvo dada en que gracias a que
Newell’s llegó a semifinales de la Copa Libertadores, Martino tuvo que
postergar su anunciada salida del cargo más allá del 30 de junio (fecha límite
mundial de la temporada 2012/13) y de esta forma no pudo ser entrenador ni del
Málaga ni de la Real Sociedad, clubes españoles que lo pretendían. Cuando ya
iniciaba sus vacaciones, apareció nada menos que el Barcelona, requiriendo sus
servicios.
Tal vez, además de su línea de juego, al Barcelona
también le pudo haber seducido su coherencia. Porque Martino siempre dijo que
al terminar la pasada temporada, se iría pasara lo que pasara, por estar en
desacuerdo con el contexto del fútbol argentino, su desorganización, sus presiones,
y también repitió su deseo de tener una experiencia europea, de ser posible.
Tal vez ante esta impactante llegada de Martino al
Barcelona, el fútbol argentino pueda preguntarse qué le pasa, para que uno de
sus mejores entrenadores, tan reconocidos nivel mundial, no quiera seguir en
él, aún con su filosofía y sus buenos resultados, y sea codiciado por los
mejores del mundo.
También hay que destacar que, contrariamente a lo
que muchos medios (especialmente españoles) dijeron sobre su filosofía, poco
tiene que ver con su ex entrenador y también símbolo de Newell’s, Marcelo
Bielsa, también de buena reputación de los hinchas catalanes. Martino suele
decir que tomó muchas cosas de tres entrenadores que tuvo: Bielsa, José Yudica
y Jorge Solari, y hasta le critica por lo bajo al ex entrenador de la selección
argentina que lo hizo correr como jugador más de lo que él creía necesario.
Tampoco hay que dejar de lado a su habitual
colaborador Adrián Coria (segundo ayudante de campo), que fue entrenador de
Messi en sus tiempos de adolescente antes de viajar a Barcelona, y fue el
encargado de insistir ante los dirigentes “leprosos” que pagaran el tratamiento
del chico, que sería “mejor que Diego Maradona”, pero en aquel momento, la
dirigencia estaba más pendiente de otro chico que pintaba para crack.
Martino no sólo tiene la filosofía sino, ya, una muy
importante trayectoria que lo avala, especialmente en Paraguay, tanto con
Libertad y Cerro Porteño como con la selección nacional (con la que también
llegó a la final de la Copa América de Argentina en 2011) y se perfila como uno
de los grandes referentes del fútbol estético, que muchos argentinos se
resisten a perder.
Seguramente su claridad para expresarse, su
tranquilidad para tomar decisiones y su experiencia ayudarán para soportar
presiones de un equipo acostumbrado a ganar y que por eso mismo, soporta muchas
presiones.
Para muchos argentinos, que Martino haya llegado a
dirigir al Barcelona lo coloca en el centro de la atención mundial, sumándose
al propio Messi, la reina Máxima de Holanda, Manu Ginóbili o el Papa Francisco,
y redime, aunque sea un poco, este difícil momento del fútbol nacional sin
nivel ni organización y con casi trescientos muertos en su placard.
Habemus Tata.
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