En el alboroto feliz
que la grada del Vicente Calderón desprendía en el partido de anoche, pude
escuchar de súbito una voz que varias filas atrás de mi asiento se preguntaba:
“¿cómo es posible que nosotros le estemos disputando la Liga a esta gente?”.
“Esta gente” no es
otra que la del FC Barcelona. Coleccionistas de títulos, millonarios de
chistera, nutridos de campeones del mundo y de jugadores de fama universal.
Capaces incluso de dejar en el banquillo al más grande del siglo XXI –Messi- y
al ídolo de la mismísima “canarinha” –Neymar-.
“Nosotros” se refería
al Atlético de Madrid, que con una diferencia abismal de presupuesto ha sido
capaz de igualar toda la primera vuelta al FC Barcelona. Sabíamos de la pegada
de los colchoneros a un asalto –Chelsea o Real Madrid ya lo padecieron- pero
aguantar una carrera de fondo de cinco meses con una sensible diferencia de
recursos entraña desde luego toneladas de mérito.
El FC Barcelona colocaba a Mascherano y a
Piqué en el centro de la defensa y por delante a un Busquets siempre seguro y
siempre firme. Los laterales –Alves y Jordi Alba- moderaban sus incorporaciones
al ataque, y la ilustre línea formada por Iniesta y Xavi naufragaba ante la
mordiente de sus rivales. Alexis no fue el futbolista temible de las últimas
jornadas, en tanto que las mejores acciones de ataque fueron protagonizadas por
el artista antes conocido como Pedrito. Además del tinerfeño en la segunda
parte saltaron Neymar, bien marcado por Juanfran, y Messi, que intimidó más a
los espectadores que a los zagueros rivales.
A imagen de su
adversario, la delantera local no puedo desarmar los ingenios defensivos del
rival. Villa pelea pero no es ya el 9 fabuloso que fue, y Diego Costa estuvo
siempre vigilado y a veces se vio obligado a arrancar desde muchos y muchos
metros de la portería de Valdés.
Atlético y Barcelona
firmaron un partido de escasas ocasiones, y de un ritmo menos vivaz de lo
esperado. Fue un trabajo de mutuo desgaste, un coloquio entre dos gigantes de
pies de plomo que se fueron al vestuario con la común satisfacción de saberse
dueños de 50 puntos de entre los 57 posibles. Restan ahora otros 19,
entreverados con la máxima exigencia de Champions League y Copa del Rey. Tal
vez en el caso del FC Barcelona mantener tal racha ganadora resulte una
obligación o un hábito. En el caso del Atlético resulta, verdaderamente, una
hombrada o más bien un prodigio. Por fortuna, en el Vicente Calderón raramente
escasea la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario