Cuando Luis Figo se puso la camiseta del Real
Madrid, en 2000, el escándalo fue mayúsculo. Era ídolo en el Barcelona y pasaba
al peor enemigo del pueblo “culé” y se iba a la capital española para vestirse
de blanco, con todo lo que ello significaba.
Eran los primeros tiempos de Florentino Pérez como
presidente del Real Madrid y el anuncio del fichaje del extremo portugués, en
el caso de ganarle las elecciones a Lorenzo Sanz, entre otras medidas y el hartazgo
de la dirigencia anterior, aún habiendo ganado la Champions League en la final
de París, generaron el cambio impensado apenas dos meses antes.
Muchos recordarán lo que fue la primera visita de
Figo al Camp Nou, cuando rodó por el césped hasta una cabeza de cerdo cerca del
ángulo de córner y con banderas que comparaban al portugués con Judas.
No llegó a ser así en los años cincuenta cuando tras
haber jugado dos partidos con la camiseta azulgrana, Alfredo Di Stéfano se tomó
un tren y se fue a Madrid donde se convertiría en símbolo de la Casa Blanca,
ganando cinco Champions Leagues consecutivas entre 1956 y 1960 hasta
convertirse en leyenda.
En aquel tiempo, se intentó llegar a una solución en
el conflicto por el argentino entre el Barcelona y el Real Madrid: que jugara
alternadamente un año para cada uno, pero los catalanes ya no quisieron
aceptar.
El tiempo hizo que circularan distintas versiones
históricas, completamente opuestas, desde la intervención del dictador de
entonces Francisco Franco hasta el error conceptual de los dirigentes catalanes
sobre con quién negociar el pase del jugador, que venía de participar en una
liga pirata como la colombiana, no aceptada oficialmente por la FIFA.
Lo cierto es que en estos tiempos de vacas flacas
madridistas, en estos años de éxitos permanentes del barcelonismo, no es de
extrañar que en otra temporada en la que los blancos ya quedaron fuera de la
Copa del Rey por un escándalo administrativo (la maña inclusión de Cheryshev) y
apenas si se mantienen en la lucha por el título de Liga, cuando podrían quedar
lejos si el Barcelona gana su partido pendiente ante el Sporting Gijón y cuando
además deben visitar aún el Camp Nou, su presidente Pérez busque reincidir
tratando de dar otro golpe de efecto al estilo del de Figo hace poco más de
quince años.
Y qué mejor entonces que buscar por todos los medios
pescar en río revuelto como lo es el fichaje del crack brasileño Neymar por el
Barcelona, lleno de conflictos judiciales que hasta hicieron caer en el
ejercicio anterior al ex presidente Sandro Rosell y tienen en jaque al actual,
Josep María Bartomeu, quien firmó los documentos y formó parte de la comisión
directiva anterior.
No es casualidad que si hubo una parte activa en
este conflicto judicial entre el Barcelona, el Santos (club de origen de
Neymar), y el padre del jugador, no fue otra que la prensa madrileña, que vio
un filón interesantísimo en esta situación, y vislumbró que puede abrir las
puertas a un hecho de altísimo impacto para la Liga: que acaso el jugador que
fue elegido tercer mejor jugador del mundo de 2015 pueda vestir de blanco en
pocos meses y que a su vez esto atente contra el manifiesto deseo del
barcelonismo de que el gran tridente sudamericano (junto al argentino Lionel
Messi y al uruguayo Luis Suárez) se mantenga en los próximos años.
Neymar es muy joven, tiene 24 años, y está sindicato
por muchos analistas internacionales como gran candidato en el futuro próximo a
buscar el centro como mejor jugador del planeta y ya ha mostrado grandes
condiciones técnicas aunque ahora mismo no pase por su mejor momento en los
campos de juego.
Muchos creen que esto no es producto de la
casualidad: Neymar está siendo presionado para cambiar, para irse del Barcelona
para acabar con toda esta controversia que lo envuelve junto al Santos , a su
padre y al club catalán y si bien ya ha aparecido el creciente rumor de una
extraordinaria oferta del PSG de 190 millones de euros, no sería extraño que el
Real Madrid compitiera para forzar su fichaje, con todos los antecedentes situados.
¿Es posible mantenerse al margen de todas las
presiones para dedicarse sólo a jugar con todo lo que hay a su alrededor? No
parece fácil, cuando el propio club Barcelona tuvo que emitir un comunicado
pidiendo respeto para el padre del jugador, dando a entender que es objeto de
persecución mediática desde la capital española.
De a poco, nos acercamos a la conformación del “Caso
Neymar”, con el que algunos logren tapar los escasos resultados futbolísticos y
de paso, generando ya expectativas de cambio para la próxima temporada, ante el
posible nuevo éxito rival.
Y además, si de paso el joven jugador se consume en
la ansiedad y en las presiones externas sin poder rendir al mismo nivel que
antes, será otro efecto deseado.
En este sentido, algunos intentos de jugadas de gran
estética individual del brasileño, nos quieren demostrar que el deseo de seguir
agradando y aportando cosas al espectáculo, sigue intacto.
La mejor noticia para el fútbol es que Neymar retome
su mejor nivel y nos siga regalando grandes momentos en el césped y que se
hable de él más por esto, que por aquello.
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