Más de una vez, el presidente del Real Madrid,
Florentino Pérez, acentuó la idea del peligro que representa que clubes como el
suyo, o el Barcelona o el Bayern Munich, más ligados a sus socios, no puedan
competir en un futuro cercano con aquellas entidades europeas que reciben
dinero mediante una simulación de sponsors de empresas estatales cuando en
realidad llega desde los mismos Estados que quieren promocionarse a través del
deporte, como Qatar y otros países árabes, en lo que se llamó “dóping
financiero”.
Por eso llama poderosamente la atención que ahora
una versión creciente coloque a Neymar en el camino del Real Madrid para junio,
cuando el brasileño acaba de pasar del Barcelona al PSG por 222 millones de
euros, una cifra que muy pocos pueden pagar y cuando el club parisino también
hizo una erogación de 180 millones por otro delantero, Kyllian Mbappé, del
Mónaco.
Suena extraño, entonces, que el PSG deje ir a Neymar
y menos a un club competidor como el Real Madrid, precisamente rival suyo en
una prometedora llave de octavos de final de la Champìons League para febrero
próximo, pero especialmente porque los recursos con los que cuentan los
franceses (tal como lo dice el propio Pérez) es muy superior al de los blancos
de la capital española, que en todo caso seducen con su tradición ganadora en
el fútbol mundial.
Es esto mismo lo que también intenta hacer el Real
Madrid para atraer a otro gran goleador, el inglés Harry Kane, del Tottenham
Hotspur, equipo que lo postergó al segundo lugar de la tabla de posiciones de
la fase de grupos de esta Champions, y que ya en el pasado le vendió a dos
jugadores muy importantes, como el croata Luka Modric y el galés Gareth Bale.
En ambos casos, los jugadores fichados fueron
protagonistas del culebrón del verano, con la ayuda de los diarios deportivos
de Madrid, metiendo presión a los jugadores, esperándolos en las puertas de sus
casas con guardias las 24 horas, y con Florentino Pérez negando cualquier
transacción (“never, never, never”) como lo hizo sistemáticamente en otros
veranos anteriores con David Beckham (desde Manchester United) o Ronaldo
Nazario (desde Inter).
Claro que para poder pagar estos fichajes (en el
caso de Kane, estamos refiriéndonos al máximo goleador del 2017 en todo el
mundo, con 56 goles, por encima de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo) y para
eso, el Real Madrid deberá primero transferir a algunos de sus jugadores. La
lista comienza con Toni Kroos, pretendido por el Manchester United, y sigue por
un excesivamente castigado Karim Benzema, de notables prestaciones en estos
años, aunque criticado por no tener tanto gol aunque se haya cansado de jugar
para que los hicieran sus compañeros.
El otro caso de posible salida es mucho más complejo
y tiene menos relación con lo futbolístico y es el de Cristiano Ronaldo, de
quien no hace falta decir demasiado, luego de sus cinco Balones de Oro como
mejor jugador del año en el mundo. El portugués tiene serios problemas
impositivos en España y ante la posibilidad de que el panorama oscurezca más,
todo indica que busca un regreso al Manchester United en agosto, una vez que
pase el Mundial de Rusia, y en ese caso, claro los blancos ya contarán con
dinero para fichar otras estrellas.
El Barcelona también parece que puede llegar a
cambiar mucho en 2018, pero en este caso, más rápido que su rival. Con el alta
médica de Osmane Dembélé, que puede ayudar al entrenador Ernesto Valverde al
sistema 4-3-3 junto a Lionel Messi y a Luis Suárez, ahora todo se centra en la
llegada del brasileño Phillippe Coutinho, del Liverpool, al que ya los
azulgranas pretendían en el mercado de verano pasado y que no llegó por muy
poca diferencia.
Con Coutinho, y la posibilidad de llegada de un
central como el joven y altísimo colombiano Yerry Mina, y acaso un volante de
mucha técnica como el brasileño Arthur (de destacada tarea con el Gremio en la
pasada Copa Libertadores que ganó su equipo), puede decirse que el Barcelona
podría convertirse en un equipo temible, y mucho más si sumara al argentino
Ángel Di María, del PSG.
Claro que el Barcelona deberá blindar a su central
Samuel Umtiti, ante el primer interés del Manchester City por ficharlo, y
dejará salir a Arda Turán y a Gerard Deulofeu, además de aceptar que Javier
Mascherano, que perdió minutos y protagonismo, emigre en los próximos días al
Hebei Fortune chino, con la idea de mantener una regularidad en el juego a sus
34 años, para no llegar al Mundial demasiado fuera de forma.
También el Atlético Madrid ya comenzó a mostrar sus
cambios entresemana por la Copa del Rey al golear al Lleida con el regreso de
un gran delantero como Diego Costa, también de la selección española, y el
fichaje de Vitolo, quien hizo una corta escala en Las Palmas, luego de su
prolífico paso por el Sevilla.
Claro que ante la superpoblación de delanteros, el
Atlético, que ya tiene casi atado al joven argentino Lautaro Martínez (una de
las más grandes promesas del fútbol albiceleste) para la próxima temporada,
deberá desprenderse de Luciano Vietto (Valencia) y Nicolás Gaitán (con varias
ofertas en Europa y de Boca Juniors).
Lo importante es que la Liga Española ha decidido
resistir y pelear por el lugar más importante entre los torneos del mundo, más
allá del acoso económico desde clubes con otras posibilidades como PSG o
Manchester City, que podrían alterar en estos años un equilibrio entre las
potencias europeas que se mantuvo durante muchos años.
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