Si algo le faltaba al deporte francés, y especialmente a su fútbol para tomar conciencia de que el camino es definitivamente equivocado en cuanto a la violencia que lo rodea, fue la muerte de Julien Queremer, aún cuando no parece precisamente una víctima inocente y eso, en cierta forma, representa cierta fortuna porque el azar jugó su papel. Pero si el fútbol francés no repara en las consecuencias que puede acarrear el aumento de sus hechos violentos como los que muy bien relata el especialista Fernando Trejo Segura en su artículo, o en el cada vez más duro enfrentamiento entre los ultras del PSG y el Olympique de Marsella, alimentado por los deseos de hacer crecer a la plaza parisina antes relegada, es muy posible que siga yendo para atrás y cada vez le costará más a Francia regresar a los primeros planos desde el punto de vista organizativo.
El shock que produjo en París la pérdida de los Juegos Olìmpicos de 2012 a manos de Londres se suma a la gran chance de la ciudad rival de organizar en breve un Mundial de fútbol, probablemente en 2018 ó 2022, basado en hechos como el haber erradicado la violencia más dura de los hooligans, la construcción de nuevos estadios, más adaptados al siglo XXI, y la gran explotación comercial, de marketing y de grandes estrellas de la Premier League, hoy claramente la liga más importante del mundo.
Pero la violencia en el fútbol europeo no es patrimonio de los franceses. De hecho, la UEFA festejó por lo bajo la no clasificación de ninguna de las cuatro selecciones británicas para la Eurocopa de este año en Austria y Suiza, como forma de salvaguardar los intereses del torneo, y el municipio de Barcelona está a punto de aprobar un protocolo contra la violencia de los ultras para proteger su ciudad en partidos de copas europeas de equipos, luego del trago amargo de la llegada de hooligans del Glasgow Rangers en el partido de primera fase de la Champions League ante el Barcelona, al punto de que ya en octavos de final, cuando los catalanes tuvieron que recibir al Celtic, el otro equipo escocés, el club blaugrana publicó una serie de avisos pagos en los periódicos escoceses que decían “gane quien gane, que no pierda la ciudad”, rogando a los hinchas que viajen con tranquilidad y se apiaden de los monumentos e instalaciones públicas, aunque fue difícil evitarlo. Por esta misma razón, se habilitó toda una zona a la altura de la “Fira”, en Plaza España, con todo tipo de actividades culturales y barriles de cerveza, para concentrar allí a los escoceses, camino del estadio Camp Nou, para evitar problemas.
Francia, más que nunca ahora, está en la mira de la UEFA, cuyo presidente es, para más, nada menos que Michel Platini, quien conoce mejor que nadie lo que ocurre en su país.
Si Francia tomó el modelo inglés a la hora de copiar la violencia de sus hooligans, no vendría mal que ahora tomara el modelo británico para combatirla y para generar una instancia superior que la coloque otra vez en un lugar de privilegio
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