El fútbol español tampoco puede abstraerse de la locura general de lo que alguna vez fue un deporte y hoy lo excede por mucho. Y entonces, lo que ayer pasaba casi por el summum de la belleza y la creatividad, hoy navega en una crisis terminal, o aquello que parecía que se derrumbaba completamente, hoy atraviesa por una situación tan paradisíaca, que sus propios protagonistas deben aclarar que no hay que descuidarse y que hay resultados que no se repetirán tan fácilmente. Al fin y al cabo, sólo se trata de fútbol.
La prensa española contextualiza este momento de locura que rodea al fútbol, cuando los principales sponsors podrían apartarse al no poder soportar aquellas cifras que arreglaron hace meses, cuando aún las bolsas (y el sistema en general) no se habían caído estrepitosamente, y cuando al finalizar la temporada pasada ya se resignaba a aceptar que la Premier League los había desbordado, sostenida por una notable organización, una buena selección de jugadores y el fortalecimiento de la libra esterlina-Hoy todo se pone a prueba y reaparece la euforia al comprobar que todos aquellos clubes que le arrebataron a los principales jugadores, en verdad acumulan una deuda tan grande, que ya la Unión Europea de Fútbol (UEFA) se plantea una serie de medidas para que no comience la próxima temporada sin que esto se encauce.
Es natural en este fútbol loco de los millones de euros, que pareciera cotizar en una bolsa propia, con sus propias reglas e intereses, y su propio estado de ánimo. Y en ese contexto, si Messi necesitaba mucha sopa para llegar a ser un Maradona, y la nueva rivalidad de estrellato con su compatriota Sergio Agüero fue explotada hasta la saciedad por los medios españoles que ya olvidaron aquellas diatribas contra su decisión de participar en los Juegos Olímpicos de Pekín, apenas le bastaron algunos pocos minutos en el Camp Nou, el sábado pasado ante un dormido Atlético Madrid, para repuntar camino a ganar el Balón de Oro que lo consagraría definitivamente como supercrack. De repente, también, el Kun Agüero se había apagado al no intervenir demasiado en ese partido en el que su equipo se fue de regreso a Madrid con un lapidario 6-1 en contra y con el entrenador mexicano Javier Aguirre haciéndose cargo, caballerosamente, de lo que poco y nada tiene que ver. Se puede planificar mucho en la semana, pero si tu equipo sale al capo dormido o desconcentrado….
Y también de repente, el mismo Atlético Madrid que pintaba para llegar lejos en la Champions League, luego de tantos años de ausencia que desató un lleno total en su presentación en su estadio Vicente Calderón ante el Olympique Marsella, ahora tiene “una plantilla corta” para afrontar tantos compromisos, así como la mayoría de los hinchas del Real Madrid, coinciden en las encuestas en que el equipo blanco de Bernd Schuster tiene “mejor equipo” que la temporada pasada (en la que fue campeón de la liga) cuando hace escasos dos meses la depresión era manifiesta al no poder conseguir al portugués Cristiano Ronaldo, luego de uno de los mayores tironeos conocidos entre poderosos. Y si Cristiano Ronaldo no se vistió de blanco, fue exclusivamente porque el Manchester United consideró que ya no sólo estaba en juego el jugador, sino las cotizaciones, su nombre en el mercado, y la idea de un cambio de poder al que no estaba dispuesto a aceptar. Y cuando la euforia volvía a los “Red devils” al recuperar a su máximo jugador (con el que ganaron la Premier y la Champions en la pasada temporada), sus vecinos de ciudad, el City, pasaron a menos de los jeques árabes y ahora amenazan con pagar, si los vale, hasta 135 millones de euros por el portugués.
Son los vaivenes del fútbol, por lo mismo que lo que hoy vale una cifra, mañana puede ser todo lo contrario. Y un equipo que está para campeón, mañana puede navegar por una mediocre mitad de tabla, y otro como el Barcelona de Joseph Guardiola, ue comenzó tambaleante y sin ganar ni siquiera de local, ahora con unos treinta minutos para el recuerdo ante el “Aleti” y el 6-1 final, es uno de los “grandes candidatos” a ganar la Liga Española y por qué no, la ansiada tercera Champions League para sus vitrinas. Y si Thierry Henry debía pensar en irse de las tierras catalanas, hoy esa polémica pareciera que fuera parte del pasado remoto, así como si el camerunés Samuel Eto’o debió quedarse o irse. Y todo por un 6-1…
Si en la Argentina nos quejamos por los saltos en los estados de ánimo futboleros, basta con mirar a Europa, detenernos a leer sus diarios deportivos, o lo que opinan algunos columnistas, y pasaremos a sentir una especie de alivio, un súbito ataque de equilibrio.
Al fin y al cabo, no estamos aún tan locos. Ya sea porque estamos lejos, somos más pobres, o porque ya lo tenemos asimilado.
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