Nos cansamos de escribir que no entendíamos a qué jugaba el seleccionado argentino de fútbol, y el final llegó por su propio peso y es demasiado claro, no queda mucho por decir en cuanto al juego. Basile comenzó mal y terminó igual. Comenzó mal porque como ahora pareciera ser con Miguel Russo, la AFA echó mano de lo primero que tuvo ante sus ojos y convocó al "momentaneamente exitoso" entrenador que en Boca Juniors había ganado cinco títulos en poco tiempo, aunque todavía estaba en juego el Torneo Apertura (que Boca lideraba con holgura y terminó perdiendo en la locura lavolpiana), y aceptando los nuevos requisitos de negocios del organismo futbolero, en donde ya manda absolutamente lo que dicen los empresarios e intermediarios. Así fue que aceptó, sin tiempo de preparación para un seleccionado como el argentino, con su rica historia y tradición, debutar nada menos que ante Brasil en el nuevo estadio Emirates, en Londres. Y así le fue: un 3-0 lapidario, que de alguna manera indicaría el camino hasta hoy, jugando a veces un poco mejor, otras peor, pero sin encontrar jamás un patrón de juego. ¿Este Basile más demacrado, más cabulero, más cerrado con la prensa, más desconfiado, es el mismo Basile aquel de los 33 partidos invicto, del toque y del juego audaz del Mundial 1994? no, no lo es. Y no sólo por el inexorable paso del tiempo, sino que este Basile es distinto porque la AFA también es distinta. Antes, era proclive a los negocios, pero hoy, en este mundo en el que manda el rey dinero, en este fútbol cercado por mercaderes, la AFA es un asunto de negocios puro y duro. Y para ser entrenador del seleccionado nacional hay que aceptar pautas claras desde afuera. Partidos amistosos sin importancia, compromisos para que éste no se entrene con los compañeros, aquél llegue más tarde, éste otro se vaya pronto a Europa con avioneta particular, o fulano de tal sólo juegue partidos importantes y no sea convocado para amistosos. En esta AFA sin programa prioritario para el fútbol (paradojicamente), y mientras el Estado sigue mirando para otro lado sin intervenir (no vaya a ser que papá Blatter se enoje, o que lo haga el presidente del Banco Central, Martín Redrado, socio de la AFA en Puntogol S.A., la empresa ad-hoc del organismo futbolero), se siguen comietiendo innumerables desaguisados.
Basile no le encontró la vuelta, cercado por el negocio, pero tampoco trabajó lo suficiente en tiempos tan distintos en los que a los grandes cracks hay que salir a buscarlos porque muchos están lejos. Y Basile no encontró un patrón de juego, se hizo temeroso, apeló al triple y hasta a veces al ridículo cuádruple cinco en el medio del campo, y a un ataque sin punteros, porque también debe decirse que aunque no haya trabajado bien y haya quedado en deuda futbolística, venimos señalando hace tiempo ue el fútbol argentino tiene (más allá de Basile o de quien venga) un problema estructural: no saca marcadores de punta porque con el verso bilardiano de los "laterales volantes", éstos ni llegan al fondo atacando, ni saben marcar. Luego de Riquelme no tiene más el clásico número diez, el reggista, el que menejaba el equipo, el número al que todos los chicos aspiraban a usar y que casi es retirado por la AFA para recordar a Diego Maradona. Por lo mismo de los "laterales volantes" no aparecen más los wines. Y por si fuera poco, el trabajo que antes realizaba un "cinco" alto y pesado (Rossi, Rattín, Marangoni, Batista y tantos más) hoy lo necesitan hacer dos, o tres, ¡o cuatro! pero siempre quitándole jugadores al ataque, casi nunca a la defensa.
Por todo esto, Basile es sólo parte de un todo estructural, la cara visible de un esquema que no funcionará jamás como corresponde si no setrabaja en un cambio radical. Llegue Miguel Russo y realice un trabajo serio y reencauce al seleccionado en la eliminatoria, o no lo haga. Llegue quien llegue, el cambio viene de arriba hacia abajo, desde una AFA más sana, democrática, que de prioridad al fútbol por sobre los negocios.
La explicación de por qué ni siquiera fueron analizados, para su designación, los nombres de los Ramón Díaz o Carlos Bianchi hay que buscarlos por ahí, sin vueltas. Uno, porque es demasiado ofensivo y crudo al hablar, y el otro, porque no ejerce sin un contexto con el que se ponga de acuerdo en las bases del trabajo y en un contexto de honestidad. ¿Cómo explicar que quien llegó a Japón cuatro veces en una década, con distintos equipos, ni siquiera sea tenido en cuenta? por lo mismo que decimos más arriba, por lo estructural, por los negocios, los acuerdos espurios, la falta de democracia.
Y una aclaración final: decimos siempre "seleccionado" y no "selección" porque tecnicamente, un equipo que aún está en formación, que tiene como objetivo el próximo Mundial, no es una "selección" sino, por ahora, un mero "seleccionado", aunque tampoco seria descartable aceptar que sea, en este momento, apenas un grupo.
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3 comentarios:
Brillante !
Sergio, muy buen análisis. Es cierta la influencia del tema económico y el hecho de que casi nunca Basile diagramó una correcta estructura que brindara un juego interesante. De todas maneras, una vez más, disgusta advertir las miserias de varios jugadores, como Messi u otros, que salieron a cuestionar públicamente al DT y a hacer leña del árbol caído una vez que renunció, harto de los desentendimientos con sus dirigidos y del 'poco esfuerzo' de éstos dentro del terreno. No sé si los jugadores le hicieron o no una 'cama' al Coco, pero estas supuestas 'estrellas' vienen dejando demasiado que desear en los últimos tiempos cuando se ponen la camiseta blanquiceleste.
Un abrazo
Hola!
Acabo de leer tu artículo. Muy interesante (y desgraciadamente cierto) todo lo que dices sobre el negocio del fútbol. Triste lo del Coco, pero era necesario. Vi el partido en directo. Qué bien que jugó Chile, con mucho menos que Argentina (aunque tiene buenos jugadores), con un triple cinco y que aún así era un coladero. Me fui para cama al poco de empezar la segunda parte, seguro de que Argentina no remontaba... Pasó lo que pasó en Japón y Corea, pero Bielsa es un tipo admirable, me parece. Por eso me gustaría que Chile se metiera en el Mundial. Y también Uruguay, por cuestiones familiares, aunque la Celeste no mereció ni empatar en La Paz (también lo vi).
Si pienso de forma egoísta, diría que ojalá se lleven al Cholo para librarnos de él, pero tan mal no le quiero a la albiceleste. Extraña lo de Bianchi. A mí nunca me ha gustado su estilo de juego, pero es indiscutible que nadie ha ganado lo que él...
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