lunes, 3 de enero de 2011

El Barcelona y el Inter dejaron su huella en 2010 (Yahoo)



Como si fuera una ironía del fútbol, el 2010 se fue coronando como campeón del mundo al Inter italiano, que no lo conseguía desde 1965, y con un entrenador español como Rafa Benítez que poco tuvo que ver con la mayoría de los logros de este equipo en los últimos tiempos, y sin embargo su gran hacedor, el portugués José Mourinho, se encuentra sentado en el banco del Real Madrid, luego de aquellas dos míticas semifinales ante el Barcelona, cuando a mediados de año ganara la Champions League.
Es tan extraño el fútbol, que ni los resultados alcanzan muchas veces para coronar, en el consenso, al que oficialmente lo ha ganado todo. Porque poco se puede discutir, en números, a un equipo como el Inter que en este año que se fue, ganó la Liga italiana, la Copa de Italia, la Champions League europea y el Mundial de Clubes. Sin embargo, todos saben que el mejor es, por mucha distancia, el Barcelona.
Si bien el Inter resistió, dirigido por Mourinho, en el Camp Nou, la diferencia sacada en Milán en el partido de ida de semifinales (3-1) para caer sólo al final por 1-0, el Barcelona siempre ha dado muestras cabales de que su excelso juego por ahora no tiene posibilidad de ser comparado con ningún otro. Y la prueba más fuerte fue justamente a fines de año, por la Liga Española, ante su clásico rival, el Real Madrid, dirigido por el mismo Mourinho que lo había eliminado cinco meses antes en la Champions, con un glorioso 5-0 que pudo ser mayor, y que se recordará con el tiempo como un virtual manual de cómo se puede llegar a la perfección casi absoluta.
Es tal el predominio del Barcelona, que además de ganar dos ligas españolas consecutivas a un poderosísimo Real Madrid, y vapulearlo en los últimos cinco enfrentamientos, con cinco victorias consecutivas (con 16 goles a favor y sólo 2 en contra), este equipo aportó nada menos que nueve jugadores de los veintitrés que en julio ganaron por primera vez para España una Copa del Mundo en Sudáfrica.
Más de un medio ironizó con que fue el Barcelona el que ganó en verdad el Mundial y no España aunque no haya sido así y el seleccionado de Vicente Del Bosque tuvo muchos más recursos para ser el lógico vencedor de la máxima cita de cada cuatro años, pero es innegable que la base del juego, la filosofía del trato de la pelota, es la misma que la de los catalanes y que es a partir de allí cuando se edifica todo lo demás.
Es tan contundente lo del Barcelona que para la entrega del premio anual al mejor jugador del mundo del año, que se unificó entre el Balón de oro y el FIFA World Player, y que conoceremos en los próximos días, la terna está compuesta por tres jugadores de este equipo: Xavi Hernández, Andrés Iniesta y el argentino Lionel Messi.
Se sabe del talento y el genio de Messi, pero Hernández es, tal vez, el jugador con mayor visión de campo que se conozca en estos tiempos, y una enorme capacidad para girar en torno de sí mismo para poner pases exactos y punzantes, mientras que Iniesta, además de haber sido el autor del gol más importante del Mundial (el que definió el torneo, ante Holanda) viene siendo un jugador desequlibrante por su habilidad.
Es tal la primacía del Barcelona, en estos tiempos, que el propio capitán del Inter, Javier Zanetti, llegó a reconocer que los catalanes “son el mejor equipo del mundo” apenas después de ganar el Mundial de Clubes que oficialmente le daba ese lugar a su propio club, y cuando fue justamente el Inter el encargado de eliminar al Barcelon en semifinales.
De todos modos, es para destacar el gran trabajo de un brillante entrenador como Mourinho, quien imprime a sus equipos un estilo de juego vertical, sólido en lo defensivo, contundente en lo ofensivo, y con un mediocampo apenas de paso, como trámite hacia el gol o hacia evitarlo, sin términos medios. Todo lo contrario al de su colega Josep Guardiola, horizontal, sin problemas de tiempo ni de cantidad de pases hasta llegar al objetivo, pero que a su vez cumple con el requisito defensivo con el concepto de que teniendo la pelota, no la tiene el rival.
La lucha entre el Barcelona y el actual equipo de Mourinho, el Real Madrid, aún padeciendo el 5-0 del Camp Nou, aparece como durísima para lo que resta de la Liga Española y para la fase final de la Champions League, en la que los dos (cada uno a su manera) son candidatos a ganarla en esta temporada.
El tan esperado Mundial de Sudáfrica dejó sorpresas positivas y negativas. Entre las primeras, además del juego de España, y de la solidez de Holanda, permitió disfrutar de la renovación de Alemania, que con jugadores más dúctiles como Khedira, Özil o la aparición juvenil de Tomas Müller, entre otros, le ha dado una jerarquía que los germanos habían perdido, mientras que Uruguay, con tres atacantes de la talla de Cavani, Suárez y especialmente Forlán; y Paraguay, que ya había hecho una gran eliminatoria, llegaron lejos y mostraron una interesante evolución para acercarse a las potencias. Japón, apenas derrotado por penales ante Paraguay en octavos de final, también hizo notar que su apuesta de tantos años atrás comienza a dar frutos.
Por el contrario, este Mundial significó el fracaso de selecciones tradicionales como Francia (además, con escándalo) o Italia, que siendo el anterior campeón no pudo pasar de rueda en un grupo accesible, y un saldo negativo para un equipo argentino que con grandes figuras (especialmente Messi), fue de mayor a menor, también para Brasil, especialmente en esos inexplicables minutos ante Holanda en cuartos, que le hicieron perder todo, y Portugal, que nunca salió de la tibieza pese a sus muy buenos jugadores (entre ellos, Cristiano Ronaldo). También queda un saldo triste para el continente africano, que siendo local por primera vez, y con seis represntantes, sólo uno (Ghana) avanzó algo, pero fue eliminado en cuartos por Uruguay.
Una mención final para el Inter de Porto Alegre, Brasil, protagonista de los últimos certámenes sudamericanos y campeón de la Copa Libertadores, con la base en jugadores anteriormente vencedores como Tinga o Sobis, y refuerzos argentinos como Guiñazú y especialmente Andrés Dálessandro, elegido como mejor jugador del continente, aunque haya sorprendido en el Mundial de Clubes al ser eliminado en semifinales por el Mazembe del Congo.

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