lunes, 29 de agosto de 2011
Boca y San Lorenzo desaprovecharon la oportunidad (Jornada)
Racing había empatado de local con Arsenal, Lanús tampoco había podido ante Tigre, Vélez había caído, sorpresivamente, en Liniers contra All Boys y para terminar de tener todo a favor en la cuarta fecha del Torneo Apertura, Colón caía horas antes, en su cancha, ante su clásico rival de Santa Fe, Unión. Por todo eso, parecía que todos habían jugado para Boca y San Lorenzo, pero ambos decepcionaron en un flojo partido, sin muchas ideas, y con la sensación de impotencia para torcer el rumbo del empate final.
El 1-1 con el que empataron Boca y San Lorenzo en una Bombonera llena, que esperaba otra cosa, tiene más que ver con que los locales hoy parecen depender en demasía de lo que haga su talentoso como cansado conductor, Juan Román Riquelme, y su socio por estos días, el experimentado lateral Clemente Rodríguez, que parece un motorcito que le pasa y le pasa por la izquierda ofreciéndose como descarga. Pero eso es demasiado poco para un equipo que hizo un enorme gasto en refuerzos y del que se espera mucho más fútbol, aunque siga maquillando todo a partir de un invicto de catorce partidos sin mucho sustento.
Boca pudo ganarlo. Porque en la mediocridad de este fútbol argentino del choque, el roce, la patada y la pelota en el aire, intentó llegar más, si bien sigue careciendo de fórmulas que no sean la claridad conceptual del “diez”, con los dos delanteros de punta demasiado metidos en la confusión por el centro, pero fundamentalmente porque desde hace años tiene problemas para organizar un mediocampo capaz de generar juego y por lo tanto, no conecta lo suficiente con su ataque.
Pudo ponerse en ventaja si en una de las escasas llegadas, Riquelme convierte un tiro libre muy bien ejecutado, y quedó atrás en el resultado cuando, a pocos segundos, Méndez colocó el propio en el ángulo de Orión, algo mal colocado en su posición antes del remate y detrás de la barrera.
San Lorenzo tampoco había hecho mucho aunque tenga más manejo de pelota que su rival. Pero la imagen es bastante parecida. No se entiende cómo Menseguez pueda estar sentado en el banco de suplentes pudiendo ofrecerse para abrir la cancha, mientras su director técnico, Omar Asad, opta por dos delanteros cerrados como el uruguayo Salgueiro y el peligroso Gigliotti, quien no pesó en este clásico.
Por el lado de Boca, es aún menos entendible que Julio Falcioni no intente abrir la cancha con Pablo Mouche, y que haya cedido a su otro puntero, Ricardo Noir, a Newells Old Boys, porque como pocos, podría haber aprovechado para materializar aquello que tanto se pretende pero que nunca se concreta: atacar con tres delanteros, algo infrecuente en el fútbol argentino por la escasez de la función de los extremos.
En este fútbol cada vez menos entendible que es el argentino, entonces, Boca, que es el que quiso dominar el partido, apenas sin contó en el medio con la marca de Somoza y la creatividad de Riquelme, pero Erviti sigue pareciendo una pluma que se cae al primer soplido y por la derecha, Chávez suele apocarse cuando debe compartir cartel con el diez, el líder futbolístico. Eso genera que para un rival con cierto sentido estratégico, como San Lorenzo, el juego se haga demasiado previsible.
Tampoco Boca pareció demasiado sólido en la defensa. Roncaglia, marcador central, no se siente cómodo por la derecha, y Caruzzo no logró afirmarse nunca como titular y menos a la izquierda de Schiavi. Sin embargo, aunque tal vez atacando, San Lorenzo pudo haber aumentado la distancia, el equipo de Asad prefirió especular con una demasiado leve ventaja.
Y así fue como Boca logró empatar enseguida, desde una de las pocas maneras posibles: con un centro desde la izquierda de Clemente Rodríguez que cabeceó Viatri hacia adentro para que Cvitanich, en posición límite, empujara a la red con una palomita. Incluso pudo ganarlo cerca del final, cuando milagrosamente Migliore alcanzó en la misma línea una pelota que se iba metiendo en el arco, tocada por el ingresado Mouche entre el arquero y Botinelli, y luego volvió a tapar desde el suelo cuando ya Viatri, de frente, llegaba para empujarla.
Pero el empate le cae más justo al partido. Porque Boca quiso y no pudo, siguiendo con un fútbol Riquelme-dependiente y de poco vuelo general, con demasiados jugadores incómodos en sus posiciones, y porque San Lorenzo, que pareció contar con más técnica, defensa mejor parada, delanteros potentes y con recambio en el banco de suplentes, y hasta contó por muchos minutos con el resultado a favor, se contentó con el empate. Tal vez de haber estado en una mejor condición física, Romagnoli pudo ingresar para darle más riqueza a su ataque y alimentar más a sus delanteros y en eso debe radicar la ilusión de Asad para el futuro.
Hoy Boca podría ser el único puntero, o San Lorenzo podría haber alcanzado a Rafaela en el liderazgo del Apertura. Pero el clásico les quedó grande y el empate, por lo pobre de ambos, está bien. Los dos desaprovecharon una gran oportunidad.
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