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No es un clásico europeo ni Mundial, y sin embargo,
el fútbol espera para el domingo una final de Eurocopa entre España y Alemania,
hoy por hoy, los dos mejores equipos del continente y acaso de lo más reconocido
de la actualidad en todo el planeta, pero para eso, deberán pasar primero sus
fases semifinales.
España, campeona de la pasada Eurocopa de 2008 y del
Mundial 2010, se encuentra cada vez más cerca de la hazaña del triplete, aunque
su entrenador, Vicente Del Bosque, sufre por estos días algunas atendibles
críticas de la prensa por empecinarse a jugar un fútbol sin arcos o, al menos,
en el que la meta cuenta demasiado poco.
Es cierto que ha obtenido muy buenos resultados con
esta fórmula del toque y la posesión del balón hasta el hartazgo y el mundo del
fútbol se lo reconoce, pero debería revisar su sistema táctico desde que esos
abrumadores dominios de su equipo sobre los rivales (excepto que sean muy
débiles, como Irlanda) terminan por un resultado que no indica claramente esa
distancia.
Es más, entre colegas pensábamos días pasados si no
habría que buscar un coeficiente para determinar la real distancia entre España
y sus rivales y el cálculo oscilaba entre 2 y 2,5, es decir, que a los goles
que convierte “La Roja” habría que multiplicarlos por esta cifra para tener una
certeza de lo que ocurrió en el campo de juego.
Distinto sería si en vez de tocar y tocar con seis
volantes, que en algunos casos ocupan posiciones de delanteros, Del Bosque
pudiera colocar un nueve de área como Fernando Torres, y punteros como Pedro
Rodríguez o Jesús Navas.
Por el lado de Alemania, tal vez la posesión baje la
cifra de España, pero le agrega otros elementos importantes para el juego: el
ritmo, la velocidad y la eficacia ofensiva, no exentas todas ellas de estética.
No es casual tampoco que los alemanes, desde aquella
derrota de la semifinal del Mundial 2010 ante España, nunca más hayan perdido
un solo punto en ningún partido oficial hasta hoy, con la continuidad en el juego
que le da el haber mantenido a su muy cotizado entrenador Joakim Löw, siempre
en la mira del Real Madrid y otros equipos grandes europeos.
Alemania, que tiene como base al Bayern Munich y al
Borussia Dortmund (el primero, finalista de la Champions League y el segundo,
campeón de Liga y Copa en esta temporada), viene apostando por los hijos de
inmigrantes de mejor dominio de pelota que los nacionales y no es casual que en
su formación aparezcan Mario Gómez (de origen español), Jerome Boateng (Ghana),
Mesut Özil (Turquía), Samuel Khedira (Túnez) o los polacos que ya son un
clásico en el ataque, Lucas Podolski y Miroslav Klose.
Los alemanes deben enfrentar a Italia, un equipo que
ha sido una de las sorpresas agradables del torneo, dirigido ahora por Césare
Prandelli, que ha resuelto abandonar por un tiempo el Catenaccio para tratar de
hacer tocar más la pelota a partir del genio de Andrea Pirlo (uno de los
sobrevivientes del campeón mundial 2006) y con un ataque especial, con
jugadores “locos” como Cassano y Ballotelli.
El problema de Italia es que llega a esta semifinal
luego de un durísimo partido ante los ingleses, que debió ganar en los noventa
minutos pero al no poder convertir, recién pudo terminarlo en los penales, y
sumado a que los germanos llevan dos días más de descanso por cuestiones de
inexplicable desorganización-organizada de los europeos, si los de Löw
implementan un partido físico, será muy complicado para los azzurri, que ya son
bastante menos en el juego mismo.
España tampoco debería tener problemas ante sus
vecinos de Portugal, más basados en la potencia y hambre de Balón de otro del
gran Cristiano Ronaldo, que en el sistema de juego de un equipo que dirigido
por Paulo Bento, jamás encontró un funcionamiento colectivo que respalde al
gran crack del Real Madrid.
¿Podrá Cristiano Ronaldo contra el sistema colectivo
de toque y posesión de España? Suena difícil. La Roja ya eliminó a Portugal en
octavos de final del Mundial 2010 con casi los mismos jugadores en los dos
equipos, si bien sufrió más de la cuenta. La lógica sigue estando a favor del
campeón.
La expectativa es máxima. Llegamos a la última
semana de Eurocopa en Polonia y Ucrania y con ella, la hora de la verdad.
El nivel hasta ahora ha sido más que aceptable y eso
nos permite ser optimistas para los partidos definitorios.
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