Tras 101 años de vida, y con una de las cinco
hinchadas más importantes del mundo, recién ahora el Corinthians de Brasil
puede tener la certeza de haberse convertido en un club de nivel internacional
al ganar por primera vez en su historia la Copa Libertadores de América, tras
vencer en dos durísimas finales al experimentado Boca Juniors.
Fue la mejor manera de terminar con una etapa en la
que uno de los dos equipos más populares de Brasil junto al Flamengo de Río de
Janeiro, deambuló por todos los torneos sin obtener títulos internacionales: lo
hizo de manera invicta, con ocho partidos ganados y seis empatados, veintidós
goles a favor y apenas cuatro en contra. Las cifras lo indican todo.
Corinthians ya había ganado un Mundial de Clubes
como local, el de 2000, pero no fue oficial porque apenas significó una prueba
piloto para la FIFA con miras a cambiar en el futuro (recién lo haría en 2005)
la Copa Intercontinental por este nuevo formato con los equipos campeones de
cada continente, por lo que esta Copa Libertadores es el primer gran trofeo
internacional que puede contar y que lo habilita para participar en diciembre,
en Japón, junto al Chelsea, campeón de la Champions League, entre otros.
No será, tampoco, un rival más. Promediando esta
década, el Corinthians fue gerenciado por gente ligada al magnate ruso Boris
Berezovsky, que según muchos sostienen, aunque manifiesten enemistad, estuvo
muy estrechamente ligado a Román Abramovich, el excéntrico multimillonario ruso
dueño del equipo inglés, y tras prometer un nuevo estadio e insuflar más
dinero, terminó dejando al club brasileño casi en ruinas y en la Segunda
División en 2008.
Retomado el control por la vieja dirigencia, el
Corinthians apenas necesitó cuatro años para colocarse en el mejor nivel, llegó
a contar brevemente con Ronaldo Nazario de Lima en su plantel, y tras ganar el
“Brasileirao” (la Liga brasileña) en 2011, se proyectó a la Copa Libertadores
en 2012, con éxito total.
Pese a los contundentes números, puede decirse que
el Corinthians no es un equipo típico brasileño, sino que se parece más bien a
uno argentino, por su solidez, su gran estado físico, su aprovechamiento de los
errores del rival y en lo homogéneo de su plantel sin grandes figuras, hecho a
imagen y semejanza de su entrenador Adenor Leonardo Bacchi, “Tité”, de 51 años,
quien llegaba por segunda vez al club tras la anterior en 2004/05.
Tité nació en el sur de Brasil, en la zona llamada
“Gaúcha” (la misma de la que es oriundo Ronaldinho) que tiene influencia
cultural de los vecinos como Argentina y Uruguay y por eso no es de extrañar
que el equipo juegue con un estilo parecido al de los de estos países.
Estructurado desde un arquero seguro y muy alto como
Cassio Ramos (1,95 metro), contó con la experiencia de un defensa central como
Chicao y su gran figura en la línea, el sólido Leandro Castán, aunque del medio
para adelante, las otras líneas ayudaron tanto en la lucha por el balón como en
la creatividad, como Ralf, algo más retrasado, y especialmente Alex (de pasado
en el fútbol europeo) y Danilo, aunque la gran estrella sin dudas fue Emerson,
decisivo tanto en semifinales como en la final, al lado de otro muy bien valor
como Jorge Henrique.
Algo menos, pero con muy buen aporte, aparecen el
veterano Liedson, que entraba en los segundos tiempos (y también de pasado en
el fútbol europeo) y Romarinho, un joven de 21 años que debutó en el equipo en
el Brasileirao marcándole dos goles al máximo rival, Palmeiras, y en la misma
semana, ingresó a cinco minutos del final en la Bombonera para empatarle un
partido clave a Boca 1-1 en el primer balón que tocó y dejando a su equipo a un
triunfo de ganar la Copa.
Puede decirse que los últimos cuatro partidos fueron
claves: ante Santos de Neymar y Ganso, el anterior campeón, ganó 0-1 como
visitante en el partido de ida, en el que resistió con diez jugadores por
ausencia de su goleador, Emerson, expulsado y ausente en la revancha, en la que
sufrió porque iba perdiendo 0-1 y logró empatarlo en la segunda parte.
Ante Boca, la fulminante aparición de Romarinho en
la Bombonera dejó cierta tranquilidad para el regreso en el estadio Pacaembú de
San Pablo, aunque con el antecedente de que Boca ya había ganado tres veces la
Copa Libertadores en esa ciudad y en los partidos revancha. Pero el mejor
estado físico que el rival argentino (algo veterano en el promedio de edad, por
Riquelme y Schiavi) y el aprovechamiento de sus errores en la segunda parte,
cuando Emerson apareció para los dos goles, terminó dando sus frutos.
Recién con el 2-0, y a pocos minutos del final, los
“Gavioes da fiel”, los fanáticos del Corinthians, comenzaron los festejos.
Por el lado de Boca, el otro finalista, se trató de
una final extraña, tanto por el inesperado gol de Romarinho cuando parecía que
tenía ganado el primer partido, como por lo ocurrido con algunos jugadores. El
lateral derecho Facundo Roncaglia, que fue transferido a la Fiorentina, tenía
terminado su contrato el 30 de junio y para extenderlo por menos de una semana
para poder jugar en Brasil, hubo que recurrir a un seguro, pero no llegó a un
acuerdo con los dirigentes del club, que entonces quisieron que no viajara con
la delegación. El plantel presionó y el jugador se sumó al vuelo aunque no
estuvo en el partido.
Esta situación se sumó a la de un mensaje de twitter
de un hermano de Juan Román Riquelme, la estrella del equipo, anunciando que al
terminar la final, en esa misma noche, habría un anuncio muy importante, lo que
generó una situación de tensión particular en Boca. Efectivamente, tras la
derrota, el creativo del conjunto argentino, de 34 años, anunció que se alejará
del club aunque le quedan dos años más de contrato al señalar que “no tengo más
nada que dar” y sostener que se siente “vacío por dentro”.
Los dirigentes de Boca y los hinchas confían en
convencerlo para que siga jugando en el club, pero se sabe que su relación con
el entrenador Julio César Falcioni no es la mejor, y todo indica que a partir
de agosto comenzará una nueva etapa en el equipo argentino con más títulos
ganados, luego de perder en el final, tanto la Copa Libertadores como el Torneo
Clausura, en este caso, en manos de Arsenal.
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