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Cada tanto ocurre: los distintos gobiernos nacionales
aparecen un día con una idea innovadora
que supuestamente ayudará a terminar con la violencia del fútbol. Ahora sí,
todo indica que por fin la Argentina pasará a parecerse a los países del Primer
Mundo y no deberá soportar este flagelo, repiten funcionarios y buena parte de
la prensa.
Si en los ochenta fueron aquellas cámaras que se
instalaron en estadios con capacidad mayor de veinte mil espectadores (aunque
un pícaro club bonaerense la disminuyó a 19.800 para no tener que cumplir con
el requisito), con el objetivo de llegar a identificar a todos los asistentes,
en los noventa fueron las listas de admisión, y ahora se presenta un maletín
que toma las impresiones digitales que permiten identificar a quienes tienen
antecedentes policiales.
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