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Sabella:
“Messi es extraordinario pero juega en un equipo extraordinario”
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Usted tuvo que comenzar como entrenador
de la selección argentina luego de la frustración de una Copa América perdida
como local y sin el tiempo suficiente como para completar un ciclo de cuatro
años. ¿En qué momento de trabajo se encuentra?
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Sí, hace apenas un año que comencé a
trabajar, y prácticamente a poco de asumir ya tuvimos partidos, una gira por
India y Bangladesh. Y bueno, sumando entonces horas de trabajo, muy cerca de
cada partido porque no hemos tenido tiempo de trabajar antes de los partidos,
algún período largo de estar todos juntos, yo digo de por lo menos 15 días.
Solamente antes de enfrentar a Ecuador por la clasificación al Mundial, cuando
varios jugadores llegaron dos semanas antes y apenas Messi, Mascherano y algún
otro llegaron sobre el final. Así que fuimos sumando horas de trabajo antes de
cada partido con lo que eso significa, pero los jugadores tienen que descansar,
porque suelen venir de viajes largos y ya luego tienen que guardar energías
para los partidos.
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Ese parece ser el problema de todos los
entrenadores sudamericanos.
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Así es. En el caso de Uruguay, el
“Maestro” Oscar Tabárez nos lleva ventaja porque hace mucho tiempo que está en
la selección y conoce bien a los jugadores. En el caso de Paraguay no existe
esa ventaja porque recién ahora asume (Gerardo) Pelusso, José Pekerman asumió
hace poco en Colombia, entonces hay algunos entrenadores que llevan más tiempo
con sus planteles, y otros con menos. Yo diría que nosotros estamos en un
término medio si bien uno a los jugadores los conoce a través de la
observación, pero obviamente que no es lo mismo tenerlos, armar un grupo y todo
lo que tiene que ver con los cambios generacionales, que a veces se dan y a
veces no.
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¿Y cómo es la situación de esta
generación de futbolistas argentinos?
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Le doy un ejemplo: cuando Daniel
Passarella dirigía a la selección argentina en el Mundial de Francia 1998
(Sabella era su 2do ayudante), comenzó a producirse un cambio generacional y
cuando vino luego Marcelo Bielsa para el ciclo siguiente, casi que se
mantuvieron los mismos jugadores, el estilo de juego tenía cierto parecido. Es
decir, el estilo de juego no era exactamente el mismo pero el biotipo de
jugador, exactamente sí. Estas cosas ocurren en las selecciones y a veces le
toca a un entrenador y otras veces, a otro. Y en algunas líneas, nosotros
estamos ahora buscando un recambio.
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¿Cómo se establece entonces una rutina
de trabajo cuando no se dispone de los jugadores y están tan lejos, jugando la
mayor parte de las veces en otro continente?
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Es muy difícil. Por un lado, somos más
seleccionadores que entrenadores. Yo tengo en claro que tengo en este trabajo
muchas más facetas de seleccionar que de entrenar, más aún en estas etapas.
Hace poco lo escuchaba a Gerardo Martino, cuando asumió como entrenador de
Newell’s Old Boys, que tras dirigir a la selección paraguaya comentaba que
ahora tenía que adaptarse al trabajo del “día a día” porque no estaba
acostumbrado. Pero por otro lado decía que tenía mucho más tiempo para trabajar
cosas que necesitaba y que le sobraba tiempo para eso. Nosotros no podemos.
Para los amistosos, los jugadores llegan los lunes para jugar los miércoles,
habiendo jugado en sus clubes el domingo, o algunos el sábado. Y en los
partidos de eliminatorias llegan un lunes para jugar un viernes. Sólo se puede
trabajar dos días y hay que establecer prioridades. Nos tenemos que preguntar
qué es lo más urgente y de acuerdo a las potencialidades del rival, tenemos que
poner mayor énfasis en esto que en esto otro.
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Desde Europa se observa a la selección
argentina con mucho respeto. Por la historia, por los jugadores que tiene, pero
también muchos se preguntan qué le pasa a la selección argentina en cuanto a su
filosofía de juego, y posicionalmente, del medio de la cancha hacia atrás. Allí
parece estar el mayor déficit estructural cuando adelante hay cracks que se
destacan en las mejores ligas del mundo.
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Y sí, indudablemente ha habido un mayor
recambio adelante y el déficit está atrás. Creo que no es herir los
sentimientos de nadie y hay que reconocerlo. Esa es una virtud que tiene que
tener una persona, no sólo un técnico: el entender cuál es la estructura y cuál
es el equipo del que forma parte. Tenemos al mejor jugador del mundo que es
Messi, tenemos jugadores como el Pipa (Gonzalo Higuaín) o Di María que están en
el Real Madrid, (Sergio) Agüero en el Manchester City, Mascherano en el
Barcelona. Indudablemente, de una jerarquía enorme, (Pablo) Zabaleta terminó
muy bien la temporada en el Manchester City, y ya lo venía observando, pero en
líneas generales venimos necesitando un recambio del medio hacia atrás.
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La gran pregunta que todos se formulan
es cómo puede ser que teniendo al mejor jugador del mundo, tan lejos del resto,
como Messi, la selección argentina no lo haya podido aprovechar y recién ahora,
lentamente, parece irle encontrando la vuelta.
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Pasa que es el mejor jugador del mundo
pero además juega en un equipo como el Barcelona que es extraordinario.
Entonces es muy difícil porque las comparaciones son odiosas. Creo yo que a
cualquier persona que le preguntan por uno de los mejores equipos del mundo de
los últimos 30, 40, 50 años, va a decir que es el Barcelona. Entonces, además
de ser Messi un jugador extraordinario, el mejor jugador del mundo, juega en un
equipo extraordinario. Entonces, en líneas generales, lo potencia aún más. No
es lo mismo. Y además de tener el Barcelona jugadores extraordinarios, se
conocen desde hace mucho tiempo y en algunos casos, desde la misma cantera, en
La Masía, así que no se puede comparar, pensemos en otra cosa y olvidémonos de
eso.
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Se lo pregunto también no sólo como una
crítica hacia usted sino que al contrario, luego de siete años en la selección
argentina, pareciera que recién ahora, en este año, y por la razón que fuere
(que usted sabrá mejor que nadie), sea futbolística o anímica, Messi va
encontrando un funcionamiento y un rendimiento acorde a lo que se ve en el
Barcelona.
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Yo creo que él siempre ha jugado bien.
En el último Mundial no jugó bien sino muy bien. Le faltó el gol. Pero es
cierto que el nivel de sus últimos partidos ha sido superlativo, y que ha
encontrado fuera de lo que es el rendimiento, el gol, lo que lo ha elevado a un
nivel sensacional. Creo que tuvo una maduración, lo veo muy contento, feliz.
Tal vez tenemos una manera de atacar un poco más vertical de acuerdo a las
circunstancias o a la clase de jugadores que tenemos y eso pudo haberle sido
útil. Por ejemplo en el amistoso contra Brasil los goles fueron de contragolpe,
por lo menos el primero y el tercero, porque el segundo fue una jugada más
hilvanada, y arrancó más desde atrás, el gol a Chile fue de contragolpe, contra
Ecuador fue una muy buena triangulación en velocidad. Salvo cuando el rival se
queda atrás, que no nos da lugar a contragolpear, tratamos de darle velocidad
para aprovechar el juego de nuestros delanteros, que son muy desequilibrantes
con espacios, y para potenciar a (Angel) Di María que para nosotros es un
jugador muy importante.
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En Suiza, en el amistoso que Argentina
ganó 3-2 con tres goles de Messi en marzo, usted dijo algo muy importante en
cuanto a variante táctica, y es que pretendía un equipo que presionara y
marcara con una línea cercana a Messi para que él no tuviera que bajar tanto a
buscar la pelota y llevarla muchos metros, que quizá haya sido un déficit hasta
ahora, el desgaste físico al que se veía sometido.
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Son las dos cosas. Depende dónde uno
tenga la pelota. Cuanto más cerca del arco contrario se recupere la pelota,
menos metros para recorrer y se toma, a su vez, al equipo contrario más
desprevenido. Nos pasó en dos goles contra Chile, pasó lo mismo en el segundo
gol ante Suiza, pasó en el primer gol ante Brasil en Nueva York, pero no es
fácil. Lo intentamos y a veces se puede y otras no se puede. Pero sí, un poco
hay eso, esa idea existe.
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¿Hay conciencia por parte del cuerpo
técnico de lo que ocurre ahora con Messi, desde el ambiente que existe desde
los medios, el propio fútbol en general, de que Argentina está ante un momento
único, ante una oportunidad histórica, teniendo a un jugador como Messi,
candidato firme al cuarto Balón de Oro consecutivo, sólo comparable al Mundial
de México 1986 con Diego Maradona?
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Sì, tendríamos que ver aquel plantel de
Carlos Bilardo, porque si no me equivoco, la mayoría de los jugadores
argentinos de ese Mundial participaban en el torneo local y no habían salido al
exterior, que tiene que ver con aquellos años ochenta. Entonces, se podía
trabajar un poco más como equipo. Solamente estaban afuera Valdano, Pasculli,
Burruchaga y Maradona. Es decir que fue un mérito del entrenador pero había un
factor que le jugaba a favor y también la potencialidad que fue adquiriendo
Maradona, porque no hay que olvidarse de que antes del Mundial Maradona era muy
discutido y desde un primer momento, Bilardo lo puso como emblema.
-
Y con esta diferencia con 1986, ¿cómo
cree que puede potenciarse a Messi para que llegue de la mejor forma?
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En cuanto a las horas de trabajo, no se
puede, pero sí tratar de ir consolidando un grupo porque creo que es muy
importante la confianza que tiene que tener un jugador en sí mismo, en sus
compañeros, en el entrenador. Si normalmente eso suma, en este caso de menos
tiempo, cobra una importancia mayor.
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¿Pudo conversar mucho con él? ¿Qué pudo
extraer de esas conversaciones?
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No, no converso mucho. No me gusta
estarle encima a los jugadores en ese sentido, pero sí he hablado con él. Lo
noto muy bien. Los he visto mejor a los muchachos. Venían de un golpe duro como
fue la eliminación en la Copa América de 2011, que había muchas ilusiones con
ganarla y en la que Argentina quedó afuera sin perder ningún partido, sólo por
pernales, y en el inicio contra Bolivia y Venezuela vi muy golpeado al grupo y
nos vino muy bien el partido ante Colombia, como visitantes, que se lo dio
vuelta al resultado. Eso mejoró el estado de ánimo en general y el equipo
levantó. Ahora vienen partidos difíciles y trataremos de seguir en esta senda.
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Volviendo al recambio generacional y a
los problemas de la selección argentina del medio para atrás, llama la atención
la poca importancia que parece que se le dio en 2006 a aquella frase de
Pekerman, tras el Mundial de Alemania, acerca de que más debajo de los
juveniles que ganaron los mundiales sub-20 de 2005 y 2007, no había nada. De
hecho, Argentina no está ahora en los Juegos Olímpicos, siendo el anterior
bicampeón, y no suele tener protagonismo en estas categorías, como sí sucedía
antes. ¿Qué es lo que ocurre?
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No soy un especialista pero sí es claro
que la última gran camada fue la de D’alessandro, Aimar, Saviola, Cambiasso,
los Milito, Riquelme, Sorín. No han vuelto a salir jugadores de esa
inteligencia, de esa habilidad. Me parece que forma parte de la urgencia con
que se vive, la importancia que se le da a los resultados desde muy pequeños.
Creo que eso nos juega un poco en contra. Hay que relajarse un poco más, hay
que darle más importancia al juego, que los chicos tengan libertad y puedan
jugar con tranquilidad, favorecer un clima de creatividad y ya cuando sean más
grandes, empezar con las obligaciones. Más allá del profesionalismo, de que hay
mucho dinero de por medio, esto se inicia como un juego, y como juego hay que
entenderlo saber explicarlo bien y para eso hay que darle libertad para que el
otro pueda adquirir su máximo potencial. Bajo presión, en edades muy pequeñas,
en líneas generales es contraproducente.
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El torneo local argentino tampoco parece
ayudar. Lo juegan muy veteranos o muy jóvenes que aún no emigraron a otras
ligas y no hay muchos de edad intermedia, que es la mejor como para llegar a la
selección nacional. ¿Cómo se las arregla con este panorama?
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El campeonato argentino es tremendamente
competitivo. Es muy difícil estar adentro de una cancha, pero en líneas
generales bajó un poco la calidad. No es sólo una opinión mía sino
generalizada. Tiene que ver un poco con las urgencias, los jugadores que se van
afuera, jugadores que lleguen desde la cantera con mayor capacidad. Se han
acortado los tiempos y no se los puede formar como se debiera para llegar a
Primera. En el anterior mercado se fueron Silva, Maxi Moralez y Ricky Alvarez
en Vélez, y ahora Juan Manuel Martínez y se puede ir Augusto Fernández, a Boca
se le fue Pablo Mouche. Se van los jugadores que tienen un plus, sumado a que
Juan Verón se retiró, Riquelme no juega. Entonces esos jugadores diferentes al
resto, que crean pequeños o grandes desequilibrios o que le dan cierta
identidad al equipo dentro de la cancha, se los llevan. Cambian de repente los
mercados y si bien hoy hay problemas en Europa, ahora aparecieron Rusia, Brasil
con un enorme potencial y se van llevando nuestros jugadores. El año pasado,
jugamos dos partidos amistosos contra Brasil con un seleccionado de “jugadores
locales” en el que en el ataque estaban Boselli (que se fue a Inglaterra) y
Martínez (a Brasil), en el medio, Fernández (que se va ahora). Perdemos esos
jugadores que dentro de lo competitivo que es el fútbol, y nos complica. Pero
como decía, el jugador argentino es fuerte anímicamente porque debe jugar en un
contexto difícil, está muy bien preparado tácticamente, hay muchas presiones y
eso ocasiona stress y nervios y se hace más difícil jugar.
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Ante Alemania, en el próximo amistoso
del 15 de agosto, ¿es posible que podamos ver algún jugador nuevo en la parte
defensiva? ¿está estudiando nuevas convocatorias?
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Puede ser. Nosotros vamos a ver
jugadores de manera permanente, y ahora mismo que hay receso de torneos, vamos
a ver amistosos de preparación.
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Otro tema importante con la selección
argentina es la posición en la cancha de Javier Mascherano, que siempre fue
volante pero que está triunfando en el Barcelona como defensor. ¿Es posible
verlo en esa posición o usted sigue considerándolo volante?
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Para mí Mascherano es un jugador muy
importante porque es un “cinco” (volante central en Argentina) clásico de
fuerza, quite, distribuye la pelota, lee muy bien el juego, puede tirarse atrás
para ser salida, que además está acostumbrado ahora porque está jugando mucho
de defensor, diría yo que el 80 por ciento de los partidos juega de defensor y
el 20%, de volante, y es muy difícil discutirlo. Cuando uno ve que está jugando
en uno de los mejores equipos de los últimos 50 años y cuando uno de los
técnicos de más prestigio en el mundo, como Pep Guardiola, habla de él las
cosas que habla, yo con eso daría por terminada la discusión, ¿no?
-
La discusión es sólo por la posición, no
como jugador, no hace falta aclararlo.
-
Claro, para mí es un jugador muy
importante.
-
Y Carlos Tévez es otro jugador
consagrado que no está jugando mucho en la selección. ¿Tiene chances de
regresar?
-
Tévez tuvo el problema con su club, el
Mancheter City, con el entrenador, estuvo un par de meses parado, volvió en los
últimos dos meses, fue adquiriendo ritmo, en los últimos partidos ya jugó de
titular, y lo estaremos observando ahora cuando arranque la temporada.
-
Falta poco para el amistoso ante
Alemania, una selección contra la que Argentina últimamente no ha tenido mucha
suerte. ¿Cómo ve a este rival?
-
Yo veo muy bien a la selección alemana.
A mí me preguntaron y yo siempre digo lo mismo: si bien quedó afuera en
semifinales, para mí, después de España era el mejor equipo, Italia le ganó muy
bien pero en los primeros quince minutos tuvo dos situaciones de gol que de
haberlas convertido hubiera cambiado radicalmente el partido. Siempre fui un
admirador del fútbol alemán, desde la época de Franz Beckenbauer en los años
sesenta, los Mundiales de Inglaterra y México porque el alemán siempre tuvo,
físicamente, el biotipo del jugador europeo, la capacidad de estudio en la
parte táctica, típico del alemán, y siempre tenía tres o cuatro jugadores de un
estilo hasta casi sudamericano: el propio Beckenbauer, Overath, Holzenbein,
después Littbarski, Schuster, Netzer. Siempre tuvieron eso: un gran goleador,
al que se le sumaban jugadores así más dos o tres jugadores de muy buena
técnica. Después apareció Matthaus y después tuvieron una meseta, dejaron de
salir esos jugadores y ya en 2006 cuando eliminaron a Argentina por penales, no
los tenían, pero ahora surgió una nueva generación en la que los juveniles
vienen desde hace mucho tiempo jugando juntos, muy buenos jugadores como el
caso de Tomas Müller, de Özil, de Khedira, que es más un volante dinámico,
Kroos, Schweisteiger, jugadores con mucha técnica que si le sumamos todo lo que
es el fútbol alemán y ya vemos el resultado. Y si no, hay que fijarse en la
historia. Dicen que los jugadores alemanes no brillan, pero después de Brasil
debe ser la selección que más finales jugó y para mí, hoy, después de España es
la mejor selección europea y es una potencia mundial.
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¿Hubo para usted un cambio de estilo en
el juego alemán, más sudamericano, más cercano al español?
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Yo creo que es probable que la aparición
de estos jugadores que mencioné sea producto de un estudio, de un microclima, que
tiene que ver con la pregunta que respondí antes: crear el microclima para que
se desarrolle ese tipo de jugadores y por eso aparecen. Juegan parecido al
Bayern Munich, tienen algo del Real Madrid también, porque juegan con 4-2-3-1
con Özil en la misma posición que en el Real Madrid, abren muy bien la cancha,
el doble-cinco, Schweisteiger que distribuye muy bien, que es el reggista del
equipo, son un equipo muy bueno.
-
¿Qué podría aportarle a Argentina un
partido como éste? ¿Lo toma como un amistoso más, como un test de cara al
futuro pensando en un enfrentamiento en fase final de un Mundial?
-
Jugar contra las potencias siempre es
bueno, porque sirve para tantear dónde uno está. Después, hay momentos que son
mejores que otros. Ahora nos llega en el inicio de una temporada europea y hay
que ver cómo están tanto nuestros jugadores como ellos, que tienen el mismo
problema. Al menos, el haber jugado la Eurocopa dio algo más de actividad a
ellos porque los nuestros vienen de sus vacaciones, los jugadores del Nápoli
vendrán desde China, donde jugarán la final de la Supercopa de Italia y tienen
que hacer un viaje largo, pero considero que es un buen partido para jugarlo.
-
¿Conoce al entrenador alemán, Joachim
Löw?
-
No, realmente no lo conozco.
-
En cambio, sí conoció a Josep Guardiola,
a quien vio el año pasado en Barcelona. ¿Qué le quedó de aquella reunión?
-
No puedo hablar mucho porque fue una
reunión privada, pero le pregunté los métodos de trabajo, cómo estaban los
argentinos, sobre el estilo de juego del Barcelona, y tuve una charla
futbolera, por así decirlo.
-
No falta tanto para el próximo Mundial
de Brasil. Si tuviera que definirlo hoy, ¿para qué está Argentina?
-
Es muy temprano. Está para ir partido a
partido en la clasificación, tratar de sacar la mayor cantidad de puntos, e ir
armando un conjunto, con las dificultades que ya hablamos en esta entrevista.
-
¿Y a Brasil, que es el local, cómo lo
ve?
-
Brasil es un país muy futbolero, tengo
una admiración especial por Brasil. En fútbol, tengo una admiración especial por
Brasil y Alemania, aunque son totalmente distintos, porque son los que más han
llegado a las finales y Brasil por algo es pentacampeón mundial. Tiene una
riqueza técnica increíble, jugadores jóvenes muy buenos que han aparecido, el
hecho de ser locales les juega a favor aunque a veces se transforma en un arma
de doble filo por la presión pero siempre entre mis favoritos en cualquier
Mundial está Brasil porque tiene esa clase de jugadores que en cualquier
momento pueden desequilibrar un partido. Salvo el equipo que vino a jugar el
Mundial 78 a la Argentina, que era más utilitario pero Brasil siempre es
Brasil.
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Antes hablábamos de la falta de
defensores de calidad en el fútbol argentino. También parece que se va
extinguiendo lo que llamábamos el número 10 clásico, organizador del juego.
¿Usted lo ve así?
-
Sí, antes el 10 jugaba como volante
izquierdo, con un volante central, típico de marca y un volante mixto, que
jugaba por la derecha, que ayudaba al central en la marca pero que jugaba bien
al fútbol, como J.J. López, Brindisi o Ardiles. Y el 10 era un Alonso,
Bábington, Zanabria, que era un poco más cerebral y ofensivo. Luego el extremo
izquierdo bajó a cumplir esa función como “ventilador” y quedaron en ataque un
extremo que podía jugar por las dos puntas, y un centrodelantero, y detrás de
ellos, un enganche. Y al menos en la Argentina, con el doble volante central y
la falta de jugadores de jerarquía como enganches, se terminó con el 4-4-2. En
Europa no se usó mucho esa función. Desde hace un tiempo se viene usando el
4-2-3-1 y el que juega de segunda punta vendría a ser una especie de enganche,
que no tiene tanta inteligencia de juego pero sí más llegada al gol. Es un
jugador más práctico, que distribuye y tiene manejo de pelota pero juega más
simple y con más gol. Un ejemplo es Özil que no es tan armador, o Schneider, el
holandés del Inter.
-
Usted tuvo como entrenador a Juan
Sebastián Verón, que se acaba de retirar. ¿Deja alguna herencia en otro
jugador? ¿Hay alguno que pueda cumplir su rol de organizador, y su influencia
en los compañeros fuera de la cancha?
-
No, no hay jugadores como Verón, con
tanta capacidad, con una técnica excelsa, visión de juego, pegada y con una
condición atlética excepcional. Tal es así que se retira a los 37 años para mí,
siendo el mejor jugador del fútbol argentino. Lo que él veía lo podía resolver
porque tenía físico para pararse y pedir la pelota y luego, inteligencia y
técnica para resolver lo que veía. Y cuando el equipo perdía la pelota,
trabajaba, era un doble cinco excepcional. Es un jugador tremendamente difícil
de reemplazar. Vamos a ver si quiere trabajar en la selección. Es una persona
inteligente, con mucha experiencia, así que vamos a ver.
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