jueves, 27 de febrero de 2014

Martino y el Barça tratan de capear el temporal (Jornada)



Se suele decir que cuando un presidente ratifica a un entrenador, éste tiene los días contados. Si es por eso,  que el titular provisorio del Barcelona, Josep María Bartomeu, haya salido a respaldar a Gerardo “Tata” Martino, no genera la mejor sensación, si bien todos los dirigentes del club y su director deportivo Andoni Zubizarreta repiten hasta el hartazgo que ya se está planificando la temporada siguiente y el rosarino tiene contrato hasta mediados de 2015.

Lo cierto es que Martino, y el Barcelona, atraviesan una de las peores semanas del último tiempo. Uno, por el muy mal resultado en Anoeta ante la Real Sociedad (3-1 y pudo ser mucho peor) por la Liga, y no sólo por primera vez el equipo quedó segundo y a tres puntos del Real Madrid a trece jornadas del final, sino que, mucho más extraño, renunció a su habitual juego de toques y posesión para probar por otro más recto y con muchos suplentes, algo que es visto casi como un sacrilegio para los defensores de otra filosofía que hizo que el club tuviera fanáticos en todo el planeta.

Otra regla máxima de la liga española y de la prensa cercana a los clubes grandes pasa por “vender ilusión” a sus aficionados en los momentos más aciagos ya sea en resultados o institucionales, y no es casualidad entonces que se promocionen las llegadas posibles de la joven perla croata Alen Halilovic, de apenas 17 años, o que se intentará fichar a Tomas Müller, estrella del Bayern Munich que difícilmente los bávaros dejen marchar, y que el arquero alemán Marc André Ter Stegen ya habría pasado revisación médica azulgrana ante la segura salida en junio de Víctor Valdés, posiblemente al PSG o al Manchester City.

Martino venía siendo aceptado por los medios y la afición culé, al punto de que se consideró clave el partido que el Barcelona le ganara por los octavos de final de la Champions League al Manchester City nada menos que en el Etihad Stadium y por un 0-2 que hace difícil la remontada inglesa en el Camp Nou.

Una vez finalizado ese partido, llovieron elogios para el “Tata” por cómo planteó el juego desde lo táctico y el clasificarse casi para cuartos de final, con el liderazgo de la liga hasta entonces, y el pase a la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid, al punto de darlo casi por consagrado, lo que forma parte del exitismo ya conocido, sea a favor o en contra.

Apenas días después, Martino reconocía su error en el planteo ante la Real Sociedad, en un extraño partido en el que además fue expulsado por decirle cosas inapropiadas al segundo entrenador rival, de banco a banco.

Pero a Martino, que sabe que llegó al Barcelona en un momento difícil, en el final de la carrera de algunos que sostuvieron un ciclo brillante y a los que nadie quiere encargarse de darles el adiós (de hecho, Carles Puyol ya dio a entender que se marchará al final de temporada), no es el único que atraviesa turbulencias.

El club mismo vive horas difíciles desde lo institucional cuando fue obligado a pagar otros 13 millones de euros a Hacienda por el fichaje del brasileño Neymar, que parecía de 57,1 euros al principio, y hoy ya pasa los 100, entre comisiones y obligaciones, mientras sigue la polémica sobre lo que hay que hacer con el Camp Nou, si venderlo o si remodelarlo y con qué dinero.

Ni Bartomeu, el presidente que tuvo que reemplazar al renunciante Sandro Rosell está seguro en su cargo. Podría caer si la Justicia avanza en el Caso Neymar, porque formó parte de su fichaje.

Mientras todo esto pasa, en el Real Madrid se regodean. No sólo el propio Atlético de Diego Simeone lo ayudó a quedar solo como puntero de la liga, al caer por un sorpresivo 3-0 en Pamplona ante Osasuna,  mientras los blancos van encontrando la mejor forma y golearon de manera implacable por 1-6 al Schalke 04 en su visita por la Champions con la máquina de hacer goles de Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Gareth Bale.

En Barcelona, rezan por un triunfo del Atlético en el derby del fin de semana ante Real Madrid en el Vicente Calderón, y que vuelva, por fin, la calma para el lado de los pirineos.

 


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