sábado, 22 de febrero de 2014

La semana agridulce del Barcelona (Yahoo)



Un gran periodista argentino entre las décadas de 1950 y 1970, Dante Panzeri, al que seguramente Gerardo “Tata” Martino leyó, acuñó una frase que luego sería retomada por muchos hasta transformarse en un clásico del fútbol mundial: “Dinámica de lo impensado”.

Con esto, el fino analista fallecido en 1978, apenas un mes y medio antes de comenzar el Mundial de su país, con el que era ácidamente crítico, se refería a que en cierto modo, en el fútbol resulta inútil preverlo todo, porque el azar juega su propio partido y hay cuestiones que ni los deportistas ni los entrenadores pueden cambiar ni aún con todo estudiado.

Seguramente Martino sufrió esto que hace tantos años sostenía su compatriota Panzeri cuando tras la lectura de periódicos deportivos o generales en referencia a su participación como entrenador del Barcelona en la presente temporada, lo dieron como triunfador por primera vez en forma casi definitiva, luego de mirarlo de reojo en el primer semestre por ser alguien llegado allende los mares, desde el otro lado del Océano Atlántico.

Martino fue recibido con cordialidad por la prensa catalana o española pero con una advertencia: esto no es el fútbol argentino ni sudamericano, se juega de otra manera, hay otros valores en juego, se ficha distinto, se piensa más en el mercado, se habla mucho más de los “alrededores” del torneo y hay demasiado show.

Al argentino, de buen hablar y de un notable sentido común, enseguida se le hizo saber que “no conoce” la liga y que debería adaptarse a las nuevas reglas, pero Martino fue obteniendo buenos resultados, rápidamente se amigó con el núcleo duro del vestuario, es decir, los capitanes y jugadores veteranos (Puyol, Xavi, Valdés, Iniesta) y no aparecieron problemas internos.

Sin embargo, con el correr de los meses, el juego del Barcelona comenzó a resquebrajarse. Las rotaciones, las lesiones (Iniesta, luego dos meses sin Messi, a la vuelta de éste, la de Neymar), la regularidad del Atlético y el mejoramiento del andar del Real Madrid, fueron generando algunas dudas en determinados partidos, en los que el equipo ya no se parecía tanto al de los últimos años que deslumbrara al planeta. Pero en otros, de repente, volvía a su cauce.

La atención se enfocó mucho (como es lógico en un club como el Barcelona) en lo que pudiera pasar en los octavos de final de la Champions League. Los dos partidos de la eliminatoria ante un durísimo rival como el Manchester City, ya con el grueso del plantel en condiciones físicas, darían la pauta real del equipo y al mismo tiempo, lo colocaría entre los finalistas, o por primera vez en más de seis años, lo dejaría en casa.

Como se sabe, aunque sufriendo, el Barcelona eliminó a la Real Sociedad en la Copa del Rey y descansa hasta esperar la final de abril en Mestalla ante Real Madrid, y aunque perdía gas en la liga, mantenía el liderato junto a los blancos y al Atlético Madrid, con la Supercopa de España ganada. Todo, entonces, apuntaba a la Champions.

Y allí, el Barcelona sacó el partido adelante nada menos que en el Etihad Stadium ante un Manchester City que no pudo contar con su principal estrella, el argentino Sergio Agüero, y que al encontrarse con un dudoso penal de Demichelis a Messi, con la expulsión del defensor, el panorama se abrió, y los azulgrana jugaron uno de los partidos más sólidos dejando casi cerrado su pase a cuartos de final.

Martino se encontró, a mitad de esta semana pasada, con que el mundo le sonreía. Para muchos, el escenario de una final de Copa, una Supercopa, un liderato parcial en la liga y un pase a cuartos casi cerrado equivalía a triunfo definitivo y rápidamente el presidente Josep Maria Bartomeu salió a hablar de renovación de contrato, sin darse tiempo para más.

Sin embargo, en medio de toda esa euforia, en el seno del Real Madrid se barajaba justamente este fin de semana para dar el zarpazo en la liga porque se sabía del difícil escenario que siempre fue Anoeta para el Barcelona, mientras los blancos tenían un partido accesible ante el Elche en el Santiago Bernabeu.

Así fue, y el triunfo de 3-0 de los blancos ante el Elche dejó al Barcelona ante la única chance de ganar a la Real para seguir arriba. Y Martino, en una semana dulce, optó por una nueva y demasiado fuerte rotación, dejando tres de los cuatro defensas titulares fuera del equipo, con un Neymar recién regresado, dentro de los once.

No sólo no alcanzó, ni siquiera cuando Messi, muy fuera del partido, pudo empatar parcialmente gracias a su genialidad, que le permitió superar al mismísimo Raúl en la historia de los goleadores del torneo. El Barcelona fue ampliamente superado por los locales, como ya había sucedido apenas días atrás en el mismo escenario por la Copa del Rey, aunque sin el mismo resultado final.

El Barcelona se quedaba atrás del Real Madrid por primera vez en la temporada, le marcaban tres goles y un remate en el palo, le generaron muchas situaciones de peligro y en ningún momento le permitieron dominar el partido a pleno, en tanto que Martino no sólo se fue expulsado en el entretiempo por una descarga verbal hacia un integrante del banquillo de la Real (algo extraño en una persona tan medida y educada) sino que en la conferencia de prensa reconocía con hidalguía que se había equivocado en el planteo.

Es decir, una vez más, cuando parecía que Martino atravesaba una semana triunfal, que lo colocaba en el podio de los exitosos, terminó de la manera que menos esperaba, como bien lo hubiera podido anticipar Panzeri, al que nos referíamos al principio.

Lo cierto es que este Barcelona es cada vez más desconcertante. Pasa por momentos lujosos y otros que se pierde en los partidos y hay algunos signos de que aquél juego que tanto nos deleitó, se va apagando de a poco, dejando aún algunas luces brillosas que aún nos hacen dudar, pero que cada vez se muestran menos.

Sigue siendo el tiempo el mejor instrumento para medir hacia dónde conducirá esta etapa tan extraña del Barcelona.


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