La pandemia del
Coronavirus cambió nuestra manera de vivir y, como no podía ser de otra manera,
también nos dejó muchas preguntas sobre el fútbol que vendrá, que acaso
comencemos a respondernos tras este fin de semana, cuando haya retornado una de
las más importantes ligas del mundo, la alemana.
Pero además de
cómo se jugará desde ahora, bajo qué condiciones, cómo será la reacción de
jugadores e hinchas, cómo será esto de resignarse a ver el fútbol a tanta
distancia, muchos se preguntan qué será de los grandes cracks y si, ya dentro
de lo estrictamente técnico, seguirán brillando los mismos de antes o si ya
vamos camino a una transición hacia nuevas estrellas, otros ídolos.
Por ejemplo,
podemos preguntarnos cuánto pudo influir este largo parate, que todo indica que
en Europa finalizará –al menos en modo pandemia- en los más importantes
jugadores del mundo que van camino a una admitida veteranía, como es el caso de
Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, cuando entre los dos acapararon nueve de los
diez Balones de Oro de la pasada década pero que van a cumplir 33 y 36 años,
respectivamente.
¿Alcanzará la
preparación física de un mes para regresar en un gran nivel a las canchas y
recuperar el tiempo perdido? Así como en la Argentina ya se habla de jugadores
que podrían retirarse por verse afectado por tantos meses sin jugar (caso José
Sand, de Lanús, que lo admitió sin tapujos), habrá que comprobar en qué
condiciones regresan Messi y Cristiano Ronaldo.
Messi acaba de
declarar a un medio deportivo catalán que nunca dejó de prepararse durante la
cuarentena y esta semana que ya lleva entrenándose con el Barcelona apareció
sereno y sin muchas dudas respecto de su futuro rendimiento desde lo físico,
pero fue claro en cuanto a lo futbolístico, al volver a cruzar a su entrenador
Quique Setién cuando aclaró una vez más que lo que quiso decir como capitán del
equipo aquella vez que fue entrevistado sobre el juego es que así como estaban
rindiendo antes del receso obligado, no estaban para ganar la Copa de Campeones
de Europa (Champions League), algo que se les niega desde hace cinco
temporadas.
Es que desde
hace por lo menos un año, este Messi ya no es aquel que fue por mucho tiempo,
en cuanto a su carácter. La salida de Andrés Iniesta, camino de lo que acaso
sea su última etapa como futbolista en Japón, promovió que el argentino
alcanzara la cinta de capitán, cargo que también tiene aunque ya desde antes en
la selección argentina, y eso le otorgó una responsabilidad que parece haber
asumido con agrado.
Entonces, aquel
Messi tímido, timorato, muchas veces de cabeza para abajo, o que no cantaba el
himno argentino (porque no tenía ganas y era también aceptable), se fue
transformando en un jugador más rebelde, de mucha más voz en los partidos o en
los micrófonos, sin temor a manifestar lo que siente, respaldado, además, por
su inmensa trayectoria.
Si con la
selección argentina ocurrió un hecho paralelo al del Barcelona - cuando acabó
el Mundial de Rusia con el fin de casi toda una generación y Messi pasó de
aquellos tiempos en los que era uno de los benjamines del equipo nacional, a
ser uno de los más veteranos y la voz cantante del plantel, y fue así que hasta
terminó sancionado por la Conmebol por sus durísimas declaraciones contra el
arbitraje tras el Brasil-Argentina de las semifinales de la Copa América pasada-,
con el Barcelona tampoco viene callándose nada.
Cuando el
Barcelona echó al anterior entrenador, Ernesto Valverde, tras caer en aquella
semifinal de la Supercopa de España en Arabia Saudita ante el Atlético Madrid
de Diego Simeone, Messi salió a respaldarlo, y cuando justo antes de la
pandemia, el nuevo DT, Quique Setién, quiso matizar aquello que dijo el
rosarino sobre que así como están no podían ganar la Champíons y sostuvo que él
creía que sí, ahora Messi volvió a decir que no y que “yo jugué la Champions
todos estos años”, lo cual puede interpretarse sin lugar a muchas confusiones
que le otorga a quien ahora ocupa el banquillo del Barcelona poco sustento para
estar en desacuerdo.
Pero eso no es
todo: Messi tampoco apoyó, aunque utilizó palabras moderadas, a su ex compañero
francés Eric Abidal, hoy director de Fútbol del club, cuando éste dio a
entender en una entrevista que había jugadores del plantel que no daban todo de
sí, y le exigió que mencione los nombres de los aludidos, mientras que si bien aceptó
que los líderes del equipo escucharon las explicaciones del presidente Josep
María Bartomeu, quien se acercó para eso a los entrenamientos, no significa que
estén de su lado luego de que trascendiera que una empresa de marketing
contratadas por el club, se manejaba con redes sociales que hostigaban a
algunos cracks azulgranas como el propio Messi o Gerard Piqué, muy enfrentado a
la Comisión Directiva.
De hecho, muchos
temen que si el Barcelona no gana la próxima Champions League, sea cuando sea
que vuelva a jugarse (y cuanto más tarde, peor, porque su contrato vence el 30
de junio de 2021), Messi acabe, por fin yéndose. Muy probablemente no lo haga a
otra liga europea, porque su forma de ser, su apego al Barcelona desde el
enorme afecto que le brindan sus hinchas y socios, generaría su intención de no
dañarlos ni fastidiarlos, pero sí aparecen chances concretas de jugar unos
meses en Newell’s Old Boys, uno de sus sueños, aunque complicado por el
complicado momento que vive Rosario, e incluso, pasar por el fútbol de los
Estados Unidos, más precisamente el Inter de Miami, de David Beckham, que desde
hace rato intenta convencerlo, en busca de la quimera de juntarlo en el taque,
por fin, con Cristiano Ronaldo.
Otros suman a
las posibilidades futuras al fútbol chino, al que no hay que descartarlo aunque
suena complicado por una cuestión cultural, toda vez que Messi acumuló una
fortuna.
Pero es claro
que si siguen pasando los meses y no aparece el deseo de conversar con el
Barcelona para renovar su contrato, a partir del 1 de enero próximo, es decir,
seis meses antes de que expire, ya tiene reglamentariamente la chance de
iniciar conversaciones con otros clubes, lo que generaría un cimbronazo en
Cataluña, aunque lentamente todos van aceptando que tarde o temprano, esto
deberá ocurrir y el Barcelona deberá ir renovando su plantel, algo que tarda
demasiado y que es otro factor que molesta a Messi, y sobremanera.
Lo cierto es que
un economía complicada por la pandemia generó que para reforzar el plantel, el
Barcelona acepte ahora desprenderse de jugadores como el chileno Arturo Vidal,
el croata Iván Rakitic, el portugués Nelson Semedo, el francés Samuel Umtiti, el
lateral Junior Firpo y el volante Rafinha, para cederlos como parte de pago en
el intento de satisfacer a Messi básicamente en dos operaciones: los fichajes
de su compatriota del Inter, Lautaro Martínez, como reemplazante futuro del
uruguayo Luis Suárez, y el regreso de Neymar, al que los directivos no quieren
por cómo se marchó al PSG francés pero que sienten que no hay más remedio.
Sin algunas de
estas contrataciones de fuste, y aún peor si el Barcelona no ganara la
Champions (no alcanzarán ni la Liga ni la Copa del Rey), la suerte estará casi
echada, y sólo un milagro mantendrá a Messi vestido de azulgrana.
Por el lado de
la selección argentina, la gran pregunta es cómo se las arreglará este Messi de
voz cantante, con 33 años, para liderar al equipo en una ardua clasificación
para el Mundial de Qatar, cuando ya se sufrió tanto para llegar a Rusia, si
llegará en las mejores condiciones para la Copa América de 2021, cada vez más
veterano, y aún peor, si se llegara a postergar el Mundial para diciembre de 2023,
cuando llegaría a la competencia con 36 años y medio.
Pero son todos
interrogantes que sólo el tiempo se encargará de responder.
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