Se acabó la
espera, el tiempo de la preparación y las conjeturas. La Conmebol forzó para
que se juegue pese a la pandemia, para satisfacer intereses económicos de las
empresas que invirtieron en los derechos de TV, y este jueves comienza, por
fin, la fase clasificatoria para el Mundial de fútbol de Qatar 2022, y entonces
se producirá el debut de la selección argentina, ante la ecuatoriana.
Por esas
casualidades que ocurren cada tanto, las selecciones de Argentina y Ecuador
también se enfrentaron por la primera fecha, sobre dieciocho totales, y un 8 de
octubre, aunque de 2015, con miras al Mundial de Rusia y en aquella ocasión, en
el Monumental, el equipo que entonces dirigía Gerardo Martino (renunciaría un
año después justo antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro porque los
clubes se negaron a cederle los jugadores) cayó sorpresivamente 0-2, y aunque
se retiró silbado por su público, luego se iría recuperando en la tabla de
posiciones.
Para la
selección argentina, atravesar la fase clasificatoria (no la llamamos
“eliminatoria” porque el objetivo es clasificarse para el Mundial, no es quedar
eliminada) fue, casi siempre, muy complicado, seguramente por la presión que
significa, en un ámbito tan exitista, y con tan rica historia, no formar parte
de la cita máxima del fútbol cada cuatro años.
Incluso, le ha
tocado sufrir con el equipo que luego fue al Mundial de México 1986 y obtuvo
allí el título, y sin embargo, estuvo a pocos minutos de quedarse sin torneo de
no ser por la corajeada de Daniel Passarella y el gol agónico de Ricardo Gareca
en el Monumental y ante Perú.
Muchos
recordarán que para Alemania 1974, también comenzó perdiendo ante Paraguay en
la Bombonera, aunque luego remontó el partido decisivo para imponerse por 3-1,
que tuvo que jugar un repechaje ante Australia para ir a Estados Unidos 1994
luego de caer 0-5 ante Colombia en el Monumental en 1993 y quedar en segundo
lugar en el grupo, o el gol de Martín Palermo, bajo la lluvia, y otra vez
contra Perú (y con un pie en offside) cuando ya casi no quedaban esperanzas
para conseguir un boleto para Sudáfrica 2010, o los tres goles de Lionel Messi
ante Ecuador en Quito para el angustioso pasaje a Rusia 2018.
Por todos estos
antecedentes, y con un equipo aún en armado, tras un importante recambio
generacional iniciado por Lionel Scaloni tras la opaca actuación en el Mundial
de Rusia 2018, se requiere de paciencia y de un proyecto que respalde a las
importantes individualidades que permanecen en la selección nacional, que pudo
realizar una muy buena Copa América 2019 en Brasil, cuando fue de menor a
mayor, y que hasta pudo haber llegado a la final si no fuera por el tendencioso
y localista arbitraje en la semifinal ante los anfitriones, a la postre
campeones.
Pero no hay que
engañarse. Como pocas veces en los últimos tiempos, la selección argentina no
es un conjunto de grandes estrellas en todos los puestos, sino que reúne a un
genio, tres o cuatro jugadores de excelente nivel (casi todos atacantes, que
por eso mismo pueden superponerse en sus funciones), y el resto, acompaña como
puede con aceptables rendimientos.
Aún así, un
equipo que tiene a Messi, a Sergio Agüero, a Lautaro Martínez y a Paulo Dybala
en sus filas, es siempre uno de los candidatos a clasificarse, especialmente
cuando de diez participantes, hay 4,5 plazas en juego (cuatro directas y una
quinta, que va a un repechaje), lo que significa un alto porcentaje de
posibilidades, si tenemos en cuenta que el sistema de juego, de todos contra
todos en dos rondas (dieciocho fechas), como se disputa desde las clasificatorias
para Francia 1998, favorece a los planteles más ricos, los que tienen mayor
recambio, y la selección argentina, creemos que con la brasileña, la uruguaya,
la chilena y la colombiana, está entre ellos.
Esta selección
argentina significa claramente un recambio de la generación anterior, que llegó
muy lejos, fue finalista de un Mundial y dos Copas América consecutivos, pero
no logró imponerse en ninguno de los casos, aunque nunca fue derrotada en los
noventa minutos, y eso, y una importante distancia afectiva por algunas
actitudes hacia la gente, generó un gran distanciamiento, y el Mundial de Rusia
parece haber sido, hasta por una cuestión generacional, el final de una etapa y
el inicio de otra.
Uno de los
grandes desafíos de la AFA, con la selección argentina, será el de la
generación de una estabilidad perdida tras la renuncia de Marcelo Bielsa en la
mitad de su segundo ciclo como entrenador, tras seis años en el cargo, cuando
fue reemplazado por José Pekerman, quien condujo al equipo en el Mundial 2006
pero renunció el día de la eliminación ante los locales por los cuartos de
final. Si entre 1974 y 2006 (32 años) hubo apenas cinco entrenadores en el
equipo nacional, desde ese momento hasta hoy (14 años), hubo nueve, todo un
indicio de la falta alarmante de un proyecto claro, y una evidente razón por la
que resulta muy difícil obtener resultados en estas condiciones.
Otro problema
que atraviesa desde hace años la selección argentina es la europeización de su
fútbol a partir de que un altísimo porcentaje de los convocados participa en
los torneos top del Viejo Continente, y los jugadores se encuentran meses
enteros familiarizados con sistemas que no siempre tienen relación con la
tradicional forma de juego de los conjuntos nacionales, y hubo que adaptarse a
la nueva realidad desde la gran apertura de mercados internacionales a
principios de los años Ochenta.
El equipo
argentino, como se citó más arriba, tiene muchos delanteros de nivel, pero ha
perdido peso en otros sectores de la cancha. Se van extinguiendo los “diez”
clásicos, aquellos jugadores que armaban el juego, que manejaban al conjunto,
así como los “cincos” de marca, al estilo de Javier Mascherano (acaso Santiago Ascacíbar,
en el torneo alemán, sea hoy lo más parecido al “Jefecito”) y seguramente por
eso, Scaloni viene optando por una especie de “doble cinco” de buen pie, con
Leandro Paredes y Giovani Lo Celso. Se trata, por fin, de crear una estructura
que haga de soporte para Messi, y que por una vez, el equipo no sea
excesivamente “Messi-dependiente”.
El otro gran
inconveniente pasa por los marcadores centrales. Si bien hay varios en la
consideración, el único que tiene una larga trayectoria en el equipo nacional es
Nicolás Otamendi, quien acaba de pasar al Benfica desde el Manchester City por
el mismo problema que sus compañeros de función: la falta de continuidad en el
puesto.
Ni Otamendi, ni
Germán Pezzella (Fiorentina), ni Leonardo Balerdi (Olympique de Marsella), ni
Nehuén Pérez (Atlético Madrid) ni Facundo Medina (Lens), consiguieron
continuidad en los últimos tiempos y si bien Walter Kannemann (Gremio) sí la
tuvo, no podrá estar presente por coronavirus.
El primer rival
de la selección argentina será el conjunto ecuatoriano que ahora dirige el ex
director técnico de Boca en 2019, Gustavo Alfaro, que volverá a pisar entonces
la Bombonera, aunque vacía.
Alfaro reemplazó
a último momento al catalán Jordi Cuyff, hijo del fallecido holandés Johan
Cruyff, y quien nunca llegó a dirigir a la selección ecuatoriana porque la fase
clasificatoria se suspendió por la pandemia.
Esta selección
ecuatoriana es una incógnita porque también se encuentra en un importante
recambio, y es muy posible que llegue a Buenos Aires con algunos de los
jugadores del equipo sub-20 que en 2019, en el Mundial de Polonia, alcanzó el
tercer lugar luego de ganar el Sudamericano de Chile, con un excelente trabajo
de otro argentino, Jorge Célico.
Tras ese
partido, la selección argentina visitará a Bolivia, en La Paz, el martes 13 de
octubre. Se trata de un compromiso riesgoso, por la altura y porque así lo
indican los antecedentes: de las últimas cinco veces que se enfrentaron en
territorio boliviano, el equipo albiceleste sólo ganó una vez, e incluso para
el Mundial 2010, con Diego Maradona de DT, sufrió una catastrófica derrota de
6-1.
Más allá de
todas estas consideraciones, el equipo argentino sigue contando con potencial
suficiente para llegar al Mundial de Qatar 2022 sin sobresaltos. Se requiere entonces
de proyecto, paciencia, criterio para seleccionar jugadores, y planteos
adecuados.
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