La conferencia de prensa del escocés sir Alex Fergusson, última antes del debut del Manchester United ante el Reading por la Premier League de la temporada 2007/08 que se inicia en Inglaterra, tuvo un momento destacado cuando el entrenador de los “diablos rojos” admitió que desde ahora “nuestra liga se abrió al mundo, hay muchos extranjeros, y no será más una lucha por el campeonato sólo contra el Chelsea o el Arsenal”.
¿A qué se refería concretamente Fergusson, gran conocedor del mundo de la Premier League, no sólo por su vasta experiencia sino por tener un hijo empresario de jugadores de fútbol que viaja por todo el mundo? Básicamente a las secuelas que dejó la transferencia del argentino Carlos Tévez, de apenas 23 años pero con una larga trayectoria, que marcan un cambio de rumbo en Inglaterra.
Hay que recordar que Tévez llega a préstamo al Manchester United, y que su cotización definitiva no tiene una cifra clara, pero para que se destrabara el pase, primero el extraño empresario iraní Kía Joorbachián, con antecedentes penales en Brasil, poseedor de cinco pasaportes, y según muchos, la cara visible de otro controvertido empresario, Boris Berezovsky (residente en Londres y con prohibición de regresar a su país nata, Rusia), debió resarcir, tras largas negociaciones, al anterior equipo del argentino, el West Ham, al que jugando apenas la segunda rueda, salvó del descenso con goles tan claves como espectaculares, y convertidos nada menos que a equipos como el Tottenham, el Chelsea, el Arsenal o el propio Manchester United y en Old Trafford, en la última jornada.
La explicación de este tardío resarcimiento de Joorbachián al West Ham, para que liberara a Tévez, es la piedra del escándalo, porque tanto el delantero ahora, como también su compatriota Javier Mascherano, quien en enero fuera transferido al Liverpool, también proveniente de los hammers, son jugadores más pertenecientes a una dudosa corporación, que a un equipo. A tal punto se complica esta situación que llegó a manos del propio Joseph Blatter, presidente de la FIFA, que propuso investigar los movimientos de los clubes ingleses ante la alta sospecha de que se está en presencia de elementos mafiosos.
También de esta madeja puede deducirse que Tévez siga cambiando de equipos siempre a préstamo y nunca siendo adquirido de manera definitiva. Por caso, el club de origen de Tévez, Boca Juniors de Argentina, esperó hasta el cierre del acuerdo entre las tres partes en cuestión (West Ham, Manchester y Joorbachián), que se determinara por cuántas libras se realizaría la transferencia, porque en su acuerdo con el empresario, representando al grupo Media Sports Investments (MSI) en diciembre de 2004, cuando fue transferido al Corinthians de Brasil en la inusual cifra (para el mercado sudamericano) de 22 millones de dólares, al club argentino le corresponde un 20 por ciento del excedente de 20 millones de una transferencia de Tévez en adelante.
Por esta misma razón, el pase de Tévez nunca es definitivo, y de esta manera, el MSI o el club comprador, se ahorran no menos de 10millones de dólares en cada operación, y al mismo tiempo, el MSI se asegura la continuidad del control del pase del muy buen delantero argentino.
Sin embargo, el paso de Joorbachián en los últimos tres años no ha sido gratuito. Pese a que a su llegada a San Pablo para hacerse cargo de un club tradicional como el popular Corinthians, afirmò hasta el cansancio que nada tenía que ver con el ruso Berezovsky (a quien sindican ahora como responsable de planificar varios intentos de asesinato del presidente ruso Vladimir Putin y dueño de una fortuna cercana a los 40.000 millones de dólares provenientes de la privatización de empresas de los tiempos de Boris Yeltsin), esto quedó firmemente comprobado, y así fue como de un día para otro debió dejar al club brasileño casi sin cobertura, y se llevó con él a las dos estrellas argentinas, Tévez y Mascherano, si bien ni Boca ni River Plate (club de origen del volante ahora en el Liverpool) aclaran jamás qué entidad fue la emisora del voluptuoso dinero llegado a sus arcas de Buenos Aires. Ese parece ser un secreto guardado bajo siete llaves, aunque hay más de una especulación.
Una de ellas, por ejemplo, sostiene desde siempre en Brasil que aunque se dijo siempre que están enfrentados, Berezovsky y Román Abramovich, amo y señor del Chelsea, son más que amigos, llegando a tener juntos una sociedad, ambos beneficiarios de las empresas estatales de tiempos de Yeltsin. Y la mano derecha de Abramovich no es otro que el ex periodista y ahora influyente empresario israelí Pini Sabih, quien conformó una agencia de representación de jugadores llamada HAZ (iniciales que corresponderían a su apellido, y a los de los representantes argentinos Fernando Hidalgo y Gustavo Arribas), con sede en Islas Vírgenes, a donde suelen ir fortunas no declaradas (también llamados en el mercado como “paraísos tropicales”).
No casualmente, Abramovich y Berezovsky residen fuera de Rusia, ambos en Londres, y tampoco sea casual el excesivo gasto de ambos en estos años.
El pase de un jugador de los quilates de Tévez, primero de manera extraña de Boca al Corinthians en diciembre de 2004, y luego, tras meses sin jugar, yéndose en medio de un torneo brasileño para un club demasiado pequeño para sus antecedentes, como el West Ham, y la forma en que a último momento se destrabó el pase al Manchester United, hace indicar que algo huele a podrido en Londres, y no es precisamente un cuento shakesperiano.
No es casual tampoco que justo ahora la Premier League, que ya le cobró una multa de 10 millones de dólares al West Ham por la irregular llegada de Tévez en la temporada pasada –que el club pagó sin mucha polémica-, plantee ahora que revisará minuciosamente cada papel de cada jugador que llegue a su torneo.
El caso Tévez marca un nuevo tiempo en la Premier. El de la definitiva internacionalización de la liga inglesa, y el de la lupa posándose cada vez con mayor intensidad sobre el fútbol británico.
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