martes, 14 de agosto de 2007

River vive en un desproposito permanente (La Jornada de Mendoza)

Si algún hincha de Boca, o de cualquier otro equipo rival, en el pasado, podía trazar un panorama de ensueño acerca de cómo quisiera ver a River Plate, muy probablemente se hubiera quedado corto en comparación a lo que ocurre en el club de Núñez, el máximo ganador de títulos de la historia del fútbol profesional argentino, y sin embargo, sumido hoy en un infierno, que se ratifica con la insólita conferencia de prensa dada anoche en su sede por su presidente José María Aguilar, porque pese a todo lo que ocurre, pareciera que la entidad vive en el mejor de los mundos.

Aguilar, de apenas 44 años, es decir, un dirigente joven en un fútbol argentino siempre manejado por gente de avanzada edad, tiene el típico manejo del timming de quien conoce como pocos los entresijos del poder, gracias a la cantidad de años en el ambiente, y a su innegable habilidad para armar un tejido de contactos, ahora catapultado también al ámbito de la FIFA (¿acaso buscando cobertura y abriendo el paraguas?), coartada que le permite ausentarse cuando la crisis parece terminar con todo, como ocurrió la semana pasada cuando se supo del asesinato de Gonzalo Acro, uno de los más conspicuos barrabravas de la agrupación que se dio a llamar “Los Borrachos del Tablón”.

Si en aquel tiempo Aguilar casualmente se encontraba lejos de los hechos, en la FIFA, tampoco estaba en la Argentina, sino veraneando en Punta del Este, cuando ocurrió la llamada “Batalla de los quinchos” antes del partido ante Lanús, en el estadio Monumental, por la primera fecha del Torneo Clausura 2007, en febrero pasado.

Nada de esto puede ser casual. Aguilar sólo sigue en River, o en un club grande de la Argentina, porque el sistema se lo permite. Porque la AFA, en vez de propender a su renuncia indeclinable, no sólo no lo hace sino que le ofrece cargos en FIFA. Porque desde el Estado, en vez de investigar a fondo lo que sucede, se pelean los organismos de seguridad deportiva más importantes (Capital Federal y Provincia de Buenos Aires) por razones políticas, y cuando por fin aunque sea formalmente el presidente millonario ofrece su renuncia al ministro del Interior, Aníbal Fernández, éste le pide que no se vaya…

Y Aguilar sigue en River porque el sistema no se conmueve porque repentinamente los ahora enfrentados líderes de la barra brava, Alan Schlenker y Adrián Rousseau, pasaron a ser parte del show mediático con lo que consiguen blanquearse (por si hiciera falta aún más) y los supuestamente más conspicuos periodistas le ceden micrófonos, a ellos y a sus familiares, para mostrarlos como “gente común” que no hizo nunca nada cercano a la violencia y actúa poco menos que como carmelitas descalzas.

Pero eso no es todo. Aguilar también sigue siendo presidente de River porque tampoco el fiscal José María Campagnoli, de Saavedra, puede lograr ponerse de acuerdo con el juez Luis Rodríguez, como para unificar las causas de los hechos violentos (el asesinato de Acro, la Batalla de los quinchos, la del Playón), porque siempre se encuentra un motivo para entorpecer la causa y que todo quede en la nada.

Y si el sistema acepta un Estado que no controla y que incluso muchos de sus funcionarios apañan a los violentos, o que la AFA encuentre un lugarcito en Zurich para dirigentes cuestionados hasta este punto, acostumbrada a estos trotes desde hace tantos años, si la Justicia no hace nada por esclarecer los hechos violentos, si mucha policía es cómplice de los barrabravas, y los supuestos periodistas serios les prestan micrófonos, es muy difícil que el ya crónico problema de la violencia pueda tener solución.

Pero si además, Aguilar se presta a una conferencia de prensa, pese a todo, y los cronistas tampoco le preguntan por qué en su momento dijo que la Batalla del Playón se produjo fuera del club cuando fue adentro (recordar la filmación con un celular de un particular), o por qué los líderes de “Los Borrachos del Tablón” cobraban fortunas como empleados del club, o por qué muchos de ellos viajaron al Mundial de Alemania y hasta se alojaron en casas de ex jugadores del club como Martín Demichelis (Bayern Munich), y permiten que el presidente de River se explaye sobre las supuestas bondades de la entidad, como si viviera en una nube, lo más lógico es que continúe en el cargo.

River, el fútbol argentino, y la sociedad, tienen los dirigentes que se merecen.

2 comentarios:

Federico M. Winer dijo...

estimado sergio, ¡tanto tiempo!

muy bueno tu blog y la reflexión del caso river, el cual sabrán valorar los hinchas de verdad.

te invito a que pases por mi blog www.guarda-meta.com e intercambiemos links. ya te he agregado, un abrazo y nos hablamos

mjkdoval dijo...

Si, es verdad River vive en un despropósito permanente y el "progre" Aguilar es el máximo responsable. JMA tiene todos los tics de los políticos suramericanos. Demagogo, de palabras tan fáciles como vacías, ha llevado al club a sus horas más negras en muchos años.

Un abrazo. Nos vemos en Madrid.