Cuando el próximo 7 de junio, la selección de Suiza debute ante República Checa en el estadio Saint Jakobs Park de Basilea, comenzará a desvelarse la incógnita más fuerte que presenta esta nueva edición de la Eurocopa, sobre si continuará por la senda de las sorpresas, tal como ocurriera con los griegos en Portugal 2004, o si retornarán los equipos tradicionales a pelear por la corona.
La Eurocopa de Austria y Suiza presentará ya un primer impacto visual, que será la ausencia de todos los seleccionados británicos, que han quedado eliminados uno a uno en las rondas clasificatorias, especialmente sorprende la falta de Inglaterra, cuyos equipos animaron la Champions League, al punto de que la definen dos de los suyos en Moscú, y cuando la Premier League es considerada la mejor liga del mundo.
Para poder resolver la incógnita sobre si los seleccionados potencialmente superiores podrán llegar a la definición el 29 de junio, habrá que tomar muy en cuenta el cansancio acumulado de los principales jugadores en las ligas más desgastantes, como la inglesa, italiana, española o alemana. Tal como ocurriera en Portugal 2004, muchos llegan fundidos a estas fechas y con sus físicos maltrechos, y a diferencia de lo ocurrido hace dos años para el Mundial de Alemania, ahora las ligas no finalizaron con suficiente antelación para dar un mayor descanso a las estrellas y de esto pueden sacar partido los seleccionados de segunda línea o no tradicionales, cuyas ligas han finalizado antes o no sometieron a los jugadores al rigor de las otras.
Si tomamos el Grupo A, compuesto por Portugal, Suiza, República Checa y Turquia, la paridad es notable y ninguno de los cuatro seleccionados tiene una historia de éxitos, pero es claro que potencialmente, los portugueses aparecen nítidamente como los candidatos a pasar como primeros, con la madurez de la generación que como local perdiera la pasada Eurocopa. Habrá que ver el cansancio de Cristiano Ronaldo cómo juega en este torneo, y el desgaste físico y psíquico sufrido por Deco en el Barcelona, equipo que está próximo a dejar, pero en juego y en fuerza, es claro que parte con ventaja, si bien Suiza puede hacer valer su crecimiento y su localía, en tanto que los checos llegan con una excelente generación, si bien ya en el final de la “era Nedved” (como le ocurre a Portugal con Luis Figo), pero con un equipo de juego vistoso, y la gran incógnita es Turquia, si regresa al fútbol que tanto gustó en el Mundial 2002 y si sacó algún aprendizaje de los últimos torneos en los que fue marginado.
El Grupo B, en cambio, muestra a un claro candidato en Alemania, luego de un buen Mundial como local y el asentamiento de varios de sus jugadores con el reemplazo de Klinsmann por Loewe, y una de las posibles sorpresas, de acuerdo al rendimiento en las eliminatorias, puede llegar a ser Polonia, con mayoría de jugadores en ligas europeas occidentales y un juego de conjunto muy equilibrado. Croacia, acaso el más sudamericano de los equipos de la Eurocopa, deberá demostrar si se mantiene en el nivel del Mundial pasado, y Austria viene creciendo desde sus juveniles sub-20 aunque habrá que ver qué clase de continuidad tiene en sus mayores.
Pero el grupo más atractivo y competitivo es el C, llamado también como “el grupo de la muerte”. Quienes organizan el torneo no lo hubieran podido armar mejor. Un grupo inicial con los dos finalistas del pasado Mundial (Italia y Francia), que no sólo mantuvieron la rivalidad sino que la aumentaron en sus dos enfrentamientos de eliminatorias para la Eurocopa (en donde prevalecieron los galos), y en las permanentes diatribas de su entrenador, Raymond Doménech, sobre sus vencedores de la final de Alemania. Pero no sólo con ellos dos, sino nada menos que con Holanda y su tradicional juego vistoso y colectivo, y Rumania, de la que no se habla tanto pero que está en condiciones de quedarse con todo, con individualidades de gran prestigio de la talla de Chivu o Mutu.
En el caso de Italia, el dato más importante a desvelar es cómo responderán los campeones del mundo, ahora en su primer torneo grande sin su entrenador de Alemania, Marcello Lippi, y con algunas piezas de recambio por renuncias o lesiones (Nesta y Totti, entre ellos). Todo indica que el nuevo entrenador, Roberto Donadoni, optó por mantener la base anterior. En Francia, la continuidad de los finalistas del pasado Mundial, ya en la era post-Zidane pero con el advenimiento de Ribery y un tanque en el ataque como Benzema, garantizan poderío, mientras que Holanda, aún con una camada joven y con sus estrellas en las principales ligas (Van Persie, Van der Vaart, Huntelaar), llega con algunas desaveniencias entre su entrenador, Marco Van Basten, y algunos de sus jugadores consagrados, como Van Nistelrooy o Seedorf.
Por último el Grupo D, presenta con un poco de distancia a su favor, en los antecedentes, para España y Suecia, que debieron enfrentarse en las eliminatorias, en tanto que habrá que ver qué puede producir Rusia, que ha mejorado mucho en función de equipos y que ha dejado en el camino a Inglaterra, y especialmente Grecia, el último campeón, que no parece tenerla fácil para repetir la hazaña. Suecia parece depender mucho del estado en el que llegue su mejor jugador, Ibrahimovic, que había bajado mucho su rendimiento en el final de la liga italiana, mientras que España deberá vencer el síndrome de la historia y su imposibilidad de atravesar los cuartos de final, algo que con las estrellas que posee hoy, parece ser más mental que físico, porque a priori es uno de los grandes candidatos, en la última experiencia de Luis Aragonés como entrenador, porque al terminar el torneo dejará su lugar a Vicente Del Bosque. Habrá que ver también cómo responderá anímicamente el equipo con la extraña ausencia de Raúl, su eterno capitán.
Cuando el 7 de junio comience a disputarse la Eurocopa, iremos despejando nuestras incógnitas aunque la lógica indica que los seleccionados con mayores potenciales son los tradicionales y que no será fácil una sorpresa como la de 2004, a no ser que el factor físico juegue otra vez su partido.
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