Después de ver cómo el Zenit ruso venció sin atenuantes al Manchester United (eso sí, nada menos que sin Cristiano Ronaldo) por la Supercopa Europea en Mónaco, habrá que deducir que Scholes, el colorado y veterano talentoso volante de los "Reds devils", en lugar de llamarse Paul, debería ser Pablo, como con gusto se hizo llamar el genio de Mc Cartney en su gira por España o Argentina.
Es que no puede creerse ya que Scholes sea inglés, luego de haber intentado, sin éxito, ante la impotencia de su equipo para empatar un partido que se le escapaba, convertir un gol con la mano, disimulando para que el árbitro no se percatara. Efectivamente, la pelota ingresó en el arco de los rusos, y hasta el amigo Pablito llegó a tener a un compañero suyo colgado abrazándolo, tratando de que la pericia surtiera el efecto deseado. Pero no. Lamentablemente para él, la mano, utilizada al mejor estilo de remate alto del voleibol, fue claramente divisada por el juez de línea y por el árbitro, y a consecuencia de poseer previamente tarjeta amarilla, Scholes fue irremediablemente expulsado.
Decíamos que descreemos ahora de que Pablito sea inglés. es más, ha vestido, y viste, la casaca de la selección inglesa, y ahora aparece tratando de meter un gol con la mano, es decir, de engañar al árbitro y a los espectadores en un partido que no es otro que la final de la Supercopa europea, el que define al mejor de los dos campeones europeos de la temporada pasada.
Insistimos: no es un partido amistoso, se trata de un jugador que dice ser inglés (nosotros ya dudamos de eso), y que trató de engañarnos a todos, protagonistas, epectadores y críticos, utilizando su mano, igual que Diego Maradona en aquel recordadísimo partido ante Inglaterra en México 1986 y que fue tan protestado, y mucho más, criticado, por los ingleses y especialmente su prensa, por el "vil engaño" al que fue sometida la selección británica por el inescrupuloso argentino.
Desde aquel momento, aunque ya antes con la expulsión de Antonio Rattín en el escandaloso partido de Wembley en el Mundial de 1966 (cuartos de final), los argentinos en Inglaterra han tenido siempre el rótulo de tramposos, contrapuestos a la corrección de los "sportsmen" ingleses.
Bueno, parece que no es así, y que los ingleses también hacen goles con la mano, o lo intentan. Como Scholes ahora. O también los ingleses hacen trampas organizativas, como las que hizo Argentina en 1978. Inglaterra lo hizo en 1966, cuando pergeñó con los alemanes sacarse de encima a los tres equipos sudamericanos "molestos", reventando a patadas a los brasileños en la primera rueda ante la vista gorda de los árbitros, o colocando un árbitro alemán (Kreitlein) para el Inglaterra-Argentina en cuartos, y un inglés (Finney) para el Alemania-Uruguay.
Claro, luego los alemanes, confiados, lo pagaron en la mismísima final, cual cuento de Berthold Brecht, cuya versión futbolera sería "antes sacaron a los brasileños pero no me importó porque no era brasileño, luego a los argentinos, y tampoco, porque no era argentino, tampoco me importaron los uruguayos porque no lo era, luego en la final me tocó a mí, pero ya era demasiado tarde".
Bueno, ahora parece que aquella "Mano de Dios" que tanto molestó en 1986, también apareció por parte de Scholes en un partido trascendente, lo que no quita mérito al excelente juego de Paul (¿o Pablito?) pero indica que en la realidad, los ingleses también son ciudadanos de este mundo, también son de carne y hueso, circula sangre por sus venas (aunque a veces parezca que no), y cuando están desesperados porque pueden perder, también hacen trampas. Sólo que no la saben hacer, y tal vez el genio de Maradona lo hace mejor, o algún juez de línea pícaro, harto de algunas injusticias históricas británicas, decidió hacer la vista gorda. Eso ya es otro tema.
Pero nos resistimos aún así, a creer que Scholes sea inglés, aunque use este apellido very british, aunque sea coloradito y con cara de inglés, y juegue en el Manchester United y siga siendo convocado a la selección inglesa. Porque si intentó convertir un gol con la mano, no puede ser inglés, sino argentino. Ellos, los ingleses, jamás harían algo así. Sí, tal vez, tomar alguna isla ajena porque la situación los conducía, era inevitable. O sostener invasiones de sus amigos americanos, tal vez, por meras cuestiones de geopolítica, pero jamás, jamás, harían un gol con la mano. Eso es trampa, algo que queda para nosotros, los argentinos.
Por eso nos resistimos a llamar a Scholes como Paul. Es Pablito, y debe haber nacido en Villa Forito, y le habrán adulterado el documento los tramposos argentinos de siempre.
sábado, 30 de agosto de 2008
jueves, 28 de agosto de 2008
Las medallas y el apoyo estatal
Desde hace muchos años que la Argentina (como buena parte de Occidente) está invadida por un cáncer llamado "falso progresismo", o el discurso "políticamente correcto", que cree que debe haber conceptos fijos, inmutables, acerca de lo bueno o lo malo de acuerdo a criterios de este tipo: o son progres (es decir, "o son como yo pienso") o son "de derecha" o "están del otro lado", del lado de los que no quieren cambios en favor de "lo popular".
Si trasladamos estos conceptos a la Argentina, en esta versión vernácula aparecen los que creen que el gobierno de los Kirchner (primero Néstor entre 2003 y 2007, y ahora Cristina Fernández, su esposa, desde 2007 en adelante) es, efectivamente progresista. lo cual parece ser así en muchos de los aspectos trascendentes como el económico, Derechos Humanos o en las Relaciones Internacionales.
Ahora bien, ¿esto significa necesariamente que en Deportes también deba ser progresista? no necesariamente y es más: puede que haya la mejor buena voluntad en su secretario del área, el ex futbolista Claudio Morresi. Sin embargo, en gestión, la buena voluntad no es garantía. Es, en todo caso, condición necesaria, pero no suficiente. Sin conocimiento profundo del tema, sin capacidad de gestión ni formación académica al respecto, sin experiencia en el área, sólo queda el voluntarismo y la política de cara al público para justificar, demagógicamente, las acciones de gobierno como si éstas fueran efectivas, planificadas, pensadas.
Esto es lo que ocurrió esta semana con las lamentables y oportunistas declaraciones del funcionario acerca de que gracias a la política estatal se han concretado "los mejores Juegos Olímpicos argentinos de los últimos tiempos". Sinceramente, no se entiende qué es lo que se pretende con este tipo de manifestaciones. Tal vez, no desaprovechar una cosecha de medallas (seis) más o menos acorde a lo esperado, para rescatar "lo no tan malo" como algo "muy bueno" antes de que políticamente sea tarde y pasen los días de furor olímpico, intentando canalizar para el molino del oficialismo algo que, además de ser pobre en términos deportivos, nada tiene que ver con el Gobierno ni con ningún aporte estatal.
Creer que una mínima parte, aunque sea, de la sociedad argentina, va a aceptar que este Gobierno (reiteramos, con una política favorable en muchas de sus áreas), o siquiera el Estado, tuvieron que ver con logros como las medallas del fútbol, basquetbol, hockey femenino sobre césped, o ciclismo, es tomar al pueblo por tonto, o poco menos, con esas ridículas posturas.
En este sentido, es aún más esperpéntico buscar encontrar una tendencia positiva dividiendo las distintas épocas deportivas nacionales de acuerdo a un criterio antojadizo, como cuando en los tiempos de Juan Domingo Perón, en Buenos Aires se unían electoralmente circunscripciones como Mataderos y Barrio Norte.
Por ejemplo, en un comunicado de la Secretaría de Deportes, se toma "la dictadura militar" con cero medallas, cuando en verdad, en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, poco tuvo que ver la política militar cuando el golpe de Estado recién había ocurrido, o ni hablar de Moscú 1980, a los que la delegación argentina ni siquiera concurrió, plegándose al boicot organizado por los Estados Unidos.
Pero es aún menos coherente comparar épocas, cualquiera sean éstas, para terminar dando a entender que estas seis medallas representan una performance superior a otros tiempos, si luego se nos dice, en el mismo discurso oficial, que no interesan las medallas sino que cada vez más personas practiquen deportes. Si eso es lo que se persigue, ¿qué importa si se obtuvieron más, menos o iogual cantidad de medallas que antes? ¿importan o no importan las medallas?
Pero hay algo todavía más lamentable que esto, que es la claque de mediocres defensores de una gestión inexistente que aparece en algunos medios de comunicación masiva. Y todo porque se trata de "gomías progres" que ocupan esos cargos de funcionarios, y que puede que tengan en el pasado una importante militancia, pero eso no significa, absolutamente para nada, tener una mínima idea de gestión ni del área en la que se desempeñan.
Así, ahora descubrimos en el uno de los grandes diarios argentinos, que el Estado "no es el único responsable" de lo que ocurre con el deporte, que hay "otros" y que los que hablan de la falta de una política deportiva (como nosotros, que lo ratificamos absolutamente) son "oportunistas".
¿Es, acaso, oportunista, decir lo que es tan evidente como que la tierra gira alrededor del sol?, ¿Es oportunista bregar para que el Estado, de una vez por todas, planifique, oriente, piense, una política deportiva?, aunque haya "otros" responsables, ¿no es el Estado el principal a la hora de un proyecto deportivo nacional? ¿o es que acaso lo son las empresas privadas? ¿quién es el encargado de diseñar y llevar a cabo una política deportiva?
Parece que no basta con que los propios deportistas que viajaron a Pekin hayan sostenido a su regreso que se consideran "indigentes deportivos", o las duras respuestas de Juan Curuchet a las declaraciones de un Morresi que parece obnubilado y lejos de aquel muchacho tan lúcido que conocimos hace ya un cuarto de siglo.
Y tampoco se justifica en que antes de los Kirchner tampoco hubo una política deportiva estatal. Lo dijimos antes, lo decimos ahora y lo diremos mañana, con gobiernos de cualquier color político, si la situación lo amerita, porque no estamos atados a nada ni a nadie, somos independientes en serio, y no tenemos "gomías" a los que defender o con quien transar.
No hay una política deportiva estatal, no hay un proyecto serio, y quienes están en funciones desconocen el tema.
O ahora lo único que nos falta escuchar es que gracias a Morresi, Riquelme, Messi o el Kun Agüero se trajeron la segunda medalla dorada consecutiva. .
Pero en los medios de comunicación, especialmente los escitos, hay otros falsos progres. Los que ni siquiera se la juegan para justificar al Gobierno. Son los que tiran la piedra y esconden la mano, los que escriben de la FIFA, de los que están a miles de kilómetros, pero nada dicen de los "gomías" de acá a la vuelta, los que antes criticaban duramente a las distintas gestiones deportivas, y ahora callan por amistad, los que demuestran una vez más que se mueven por intereses personales, aunque la vayan de "izquierdistas".
Todos ellos integran la jungla de los "falsos progres", capaces de todo, de justificar o de omitir vendiendo "ideas de izquierda" que no existieron nunca.
No hay que dejarse engañar. No hay política deportiva, y hay que decirlo bien clarito, como corresponde. Y así lo decimos, una vez más.
Si trasladamos estos conceptos a la Argentina, en esta versión vernácula aparecen los que creen que el gobierno de los Kirchner (primero Néstor entre 2003 y 2007, y ahora Cristina Fernández, su esposa, desde 2007 en adelante) es, efectivamente progresista. lo cual parece ser así en muchos de los aspectos trascendentes como el económico, Derechos Humanos o en las Relaciones Internacionales.
Ahora bien, ¿esto significa necesariamente que en Deportes también deba ser progresista? no necesariamente y es más: puede que haya la mejor buena voluntad en su secretario del área, el ex futbolista Claudio Morresi. Sin embargo, en gestión, la buena voluntad no es garantía. Es, en todo caso, condición necesaria, pero no suficiente. Sin conocimiento profundo del tema, sin capacidad de gestión ni formación académica al respecto, sin experiencia en el área, sólo queda el voluntarismo y la política de cara al público para justificar, demagógicamente, las acciones de gobierno como si éstas fueran efectivas, planificadas, pensadas.
Esto es lo que ocurrió esta semana con las lamentables y oportunistas declaraciones del funcionario acerca de que gracias a la política estatal se han concretado "los mejores Juegos Olímpicos argentinos de los últimos tiempos". Sinceramente, no se entiende qué es lo que se pretende con este tipo de manifestaciones. Tal vez, no desaprovechar una cosecha de medallas (seis) más o menos acorde a lo esperado, para rescatar "lo no tan malo" como algo "muy bueno" antes de que políticamente sea tarde y pasen los días de furor olímpico, intentando canalizar para el molino del oficialismo algo que, además de ser pobre en términos deportivos, nada tiene que ver con el Gobierno ni con ningún aporte estatal.
Creer que una mínima parte, aunque sea, de la sociedad argentina, va a aceptar que este Gobierno (reiteramos, con una política favorable en muchas de sus áreas), o siquiera el Estado, tuvieron que ver con logros como las medallas del fútbol, basquetbol, hockey femenino sobre césped, o ciclismo, es tomar al pueblo por tonto, o poco menos, con esas ridículas posturas.
En este sentido, es aún más esperpéntico buscar encontrar una tendencia positiva dividiendo las distintas épocas deportivas nacionales de acuerdo a un criterio antojadizo, como cuando en los tiempos de Juan Domingo Perón, en Buenos Aires se unían electoralmente circunscripciones como Mataderos y Barrio Norte.
Por ejemplo, en un comunicado de la Secretaría de Deportes, se toma "la dictadura militar" con cero medallas, cuando en verdad, en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, poco tuvo que ver la política militar cuando el golpe de Estado recién había ocurrido, o ni hablar de Moscú 1980, a los que la delegación argentina ni siquiera concurrió, plegándose al boicot organizado por los Estados Unidos.
Pero es aún menos coherente comparar épocas, cualquiera sean éstas, para terminar dando a entender que estas seis medallas representan una performance superior a otros tiempos, si luego se nos dice, en el mismo discurso oficial, que no interesan las medallas sino que cada vez más personas practiquen deportes. Si eso es lo que se persigue, ¿qué importa si se obtuvieron más, menos o iogual cantidad de medallas que antes? ¿importan o no importan las medallas?
Pero hay algo todavía más lamentable que esto, que es la claque de mediocres defensores de una gestión inexistente que aparece en algunos medios de comunicación masiva. Y todo porque se trata de "gomías progres" que ocupan esos cargos de funcionarios, y que puede que tengan en el pasado una importante militancia, pero eso no significa, absolutamente para nada, tener una mínima idea de gestión ni del área en la que se desempeñan.
Así, ahora descubrimos en el uno de los grandes diarios argentinos, que el Estado "no es el único responsable" de lo que ocurre con el deporte, que hay "otros" y que los que hablan de la falta de una política deportiva (como nosotros, que lo ratificamos absolutamente) son "oportunistas".
¿Es, acaso, oportunista, decir lo que es tan evidente como que la tierra gira alrededor del sol?, ¿Es oportunista bregar para que el Estado, de una vez por todas, planifique, oriente, piense, una política deportiva?, aunque haya "otros" responsables, ¿no es el Estado el principal a la hora de un proyecto deportivo nacional? ¿o es que acaso lo son las empresas privadas? ¿quién es el encargado de diseñar y llevar a cabo una política deportiva?
Parece que no basta con que los propios deportistas que viajaron a Pekin hayan sostenido a su regreso que se consideran "indigentes deportivos", o las duras respuestas de Juan Curuchet a las declaraciones de un Morresi que parece obnubilado y lejos de aquel muchacho tan lúcido que conocimos hace ya un cuarto de siglo.
Y tampoco se justifica en que antes de los Kirchner tampoco hubo una política deportiva estatal. Lo dijimos antes, lo decimos ahora y lo diremos mañana, con gobiernos de cualquier color político, si la situación lo amerita, porque no estamos atados a nada ni a nadie, somos independientes en serio, y no tenemos "gomías" a los que defender o con quien transar.
No hay una política deportiva estatal, no hay un proyecto serio, y quienes están en funciones desconocen el tema.
O ahora lo único que nos falta escuchar es que gracias a Morresi, Riquelme, Messi o el Kun Agüero se trajeron la segunda medalla dorada consecutiva. .
Pero en los medios de comunicación, especialmente los escitos, hay otros falsos progres. Los que ni siquiera se la juegan para justificar al Gobierno. Son los que tiran la piedra y esconden la mano, los que escriben de la FIFA, de los que están a miles de kilómetros, pero nada dicen de los "gomías" de acá a la vuelta, los que antes criticaban duramente a las distintas gestiones deportivas, y ahora callan por amistad, los que demuestran una vez más que se mueven por intereses personales, aunque la vayan de "izquierdistas".
Todos ellos integran la jungla de los "falsos progres", capaces de todo, de justificar o de omitir vendiendo "ideas de izquierda" que no existieron nunca.
No hay que dejarse engañar. No hay política deportiva, y hay que decirlo bien clarito, como corresponde. Y así lo decimos, una vez más.
sábado, 23 de agosto de 2008
No es cuestión de medallas, sino de proyecto
Culmina una nueva edición de los Juegos Olímpios y como calco de tantas otras oportunidades, se vuelve a generar el cada día más falso debate acerca de las medallas que habrán sabido conseguir, o no, nuestros deportistas. En esta oportunidad en la que la Argentina tiene un gobierno que divide más aguas que otros anteriores en favor o en contra, el falso debate aparece en el sentido de si estas medallas conseguidas representan o no una buena performance, o se compara con países vecinos, o con potencias mundiales deportivas para que nos demos cuenta lo lejos que estamos.
Y no se trata de una u otra opción porque como tantos otros debates que nos llevan al viejo terreno de los Boca-River, Peronismo-antiperonismo, Gardel-Julio Sosa o Fangio-Galvez de la dualidad que nos quita amplitud de miras, sino de entender, por una vez en la vida, que sin proyecto es posible que siempre estemos debatiendo en la cancha chiquita de las falsas opciones. Sin proyecto deportivo, sin comprender las bondades que genera la actividad deportiva cotidiana, sin poder aprehender de los valores que transmite el deporte, estaremos siempre igual, o peor, o dependiendo que aparezca una generación milagrosa de atletas para poder vanaglioriarnos de algo que no tiene sentido.
¿De qué nos sirve autoengañarnos con que el fútbol y sus superprofesionales se llevó otra medalla dorada, o que esta generación de basquetbol consiguió otra, o que Las Leonas hayan ganado una tercera, cuando nada de eso tiene relación con una política deportiva nacional? porque no es ni una cosa ni la otra. No es que ahora, desde 2003, no hay una política deportiva nacional, sino que desde hace medio siglo que no la hay, y lo que debe afirmarse es que tampoco ahora existe una, y que con estas o las anteriores autoridades, en ya cinco años, no se ha pensado, siquiera, en algo diferente a lo que había. Eso es lo criticable. Como no cambió por ahora el sistema de adjudicación de medios y la política de comunicación, como tampoco cambió, de fondo, el sistema jubilatorio, que sigue basándose en lo que en su momento generó Domingo Cavallo.
El tema, entonces, no es "este " Gobierno sino el Estado, un Estado que de tanto estar ausente, pasa a ser cómplice de lo que ocurre. Un Estado que no se plantea en qué área debe estar ubicado el deporte. ¿Es resultado o es formación? si es formación, entonces debería depender del Ministerio de Educación, y no del de Salud, como ocurría hasta hace años, y como ya desde los años setenta pregonaba el brillante periodista que fue Dante Panzeri. En todo caso, si el deporte puede generar un seguimiento de cada chico como en los tiempos de Perón en los grandes torneos que se organizaban, los "Evita", o si puede erradicar aunque sea una parte del drama de la drogadicción y el paco, si cada vez más las potencias se llevan a pibes más chicos con todo tipo de trampas, ¿por qué no pensar en un Ministerio de Deportes, que planifique de acuerdo a las propias características y necesidades de la sociedad?
Es que para eso, es necesario, primero que todo, voluntad política, es decir, hablando mal y pronto, en "querer" modificar las estructuras, y segundo, "saber hacerlo", o aceptar la ignorancia supina en el tema, y convocar a los que saben, concursar, ingadar, buscar, pensar, investigar. Claro, eso lleva tiempo, necesita trabajo, no necesita cháchara ni justificaciones. Y el Estado argentino, digámoslo de una vez, no tiene metodólogos que sepan, ni invierte lo suficiente para que su gente mejore sus condiciones de vida, y nombra a funcionarios "gomías" o que generan simpatía por su pasado sufriente, del que nos solidarizamos, pero que no significa que eso amerite su designación. En todo caso, sí, investigar y apelar a la Justicia caso por caso.
Es dificil pensar, por ejemplo, en un cambio sustancial en los negocios del fútbol, si desde el Estado se sabe bien que la AFA tiene un estrechísimo vínculo nada menos que con Martín Redrado, presidente del Banco Central, siendo socios en la empresa Puntogol SA, o si uno de los aliados del segundo hombre de Julio Grondona, Eduardo Deluca, se encuentra ejerciendo altas funciones en la actual Secretaría de Deportes.
¿Cuál es, por ventura, el proyecto nacional de deportes de Claudio Morresi?, ¿Qué opina el secretario de Deportes de la Nación sobre la pirámide tradicional de la planificación deportiva? ¿A qué apunta el Estado para el próximo quinquenio? ¿interesará figurar con más medallas o que haga deporte cada vez más gente? y en ese supuesto caso, ¿qué deportes, cómo, y en dónde?
Y por favor, los que juegan el Boca-River de cada día, los que siguen en esa infantil manera de analizar los hechos, que no se confundan. Este análisis no pondera tampoco a gobiernos anteriores, a cual peor en estos temas. Ni nos vengan con los "dorados" noventa cuando se recuperaron posiciones en los Panamericanos de Mar del Plata porque allí diremos que nos encantaría que se investigara cómo se administraba el control antidoping del Cenard, entre tantas otras irregularidades.
Lo que importa es que pasan los años, y no hay plan, no hay proyectos, no hay ideas.
No es cuestión de medallas, entonces.
Y no se trata de una u otra opción porque como tantos otros debates que nos llevan al viejo terreno de los Boca-River, Peronismo-antiperonismo, Gardel-Julio Sosa o Fangio-Galvez de la dualidad que nos quita amplitud de miras, sino de entender, por una vez en la vida, que sin proyecto es posible que siempre estemos debatiendo en la cancha chiquita de las falsas opciones. Sin proyecto deportivo, sin comprender las bondades que genera la actividad deportiva cotidiana, sin poder aprehender de los valores que transmite el deporte, estaremos siempre igual, o peor, o dependiendo que aparezca una generación milagrosa de atletas para poder vanaglioriarnos de algo que no tiene sentido.
¿De qué nos sirve autoengañarnos con que el fútbol y sus superprofesionales se llevó otra medalla dorada, o que esta generación de basquetbol consiguió otra, o que Las Leonas hayan ganado una tercera, cuando nada de eso tiene relación con una política deportiva nacional? porque no es ni una cosa ni la otra. No es que ahora, desde 2003, no hay una política deportiva nacional, sino que desde hace medio siglo que no la hay, y lo que debe afirmarse es que tampoco ahora existe una, y que con estas o las anteriores autoridades, en ya cinco años, no se ha pensado, siquiera, en algo diferente a lo que había. Eso es lo criticable. Como no cambió por ahora el sistema de adjudicación de medios y la política de comunicación, como tampoco cambió, de fondo, el sistema jubilatorio, que sigue basándose en lo que en su momento generó Domingo Cavallo.
El tema, entonces, no es "este " Gobierno sino el Estado, un Estado que de tanto estar ausente, pasa a ser cómplice de lo que ocurre. Un Estado que no se plantea en qué área debe estar ubicado el deporte. ¿Es resultado o es formación? si es formación, entonces debería depender del Ministerio de Educación, y no del de Salud, como ocurría hasta hace años, y como ya desde los años setenta pregonaba el brillante periodista que fue Dante Panzeri. En todo caso, si el deporte puede generar un seguimiento de cada chico como en los tiempos de Perón en los grandes torneos que se organizaban, los "Evita", o si puede erradicar aunque sea una parte del drama de la drogadicción y el paco, si cada vez más las potencias se llevan a pibes más chicos con todo tipo de trampas, ¿por qué no pensar en un Ministerio de Deportes, que planifique de acuerdo a las propias características y necesidades de la sociedad?
Es que para eso, es necesario, primero que todo, voluntad política, es decir, hablando mal y pronto, en "querer" modificar las estructuras, y segundo, "saber hacerlo", o aceptar la ignorancia supina en el tema, y convocar a los que saben, concursar, ingadar, buscar, pensar, investigar. Claro, eso lleva tiempo, necesita trabajo, no necesita cháchara ni justificaciones. Y el Estado argentino, digámoslo de una vez, no tiene metodólogos que sepan, ni invierte lo suficiente para que su gente mejore sus condiciones de vida, y nombra a funcionarios "gomías" o que generan simpatía por su pasado sufriente, del que nos solidarizamos, pero que no significa que eso amerite su designación. En todo caso, sí, investigar y apelar a la Justicia caso por caso.
Es dificil pensar, por ejemplo, en un cambio sustancial en los negocios del fútbol, si desde el Estado se sabe bien que la AFA tiene un estrechísimo vínculo nada menos que con Martín Redrado, presidente del Banco Central, siendo socios en la empresa Puntogol SA, o si uno de los aliados del segundo hombre de Julio Grondona, Eduardo Deluca, se encuentra ejerciendo altas funciones en la actual Secretaría de Deportes.
¿Cuál es, por ventura, el proyecto nacional de deportes de Claudio Morresi?, ¿Qué opina el secretario de Deportes de la Nación sobre la pirámide tradicional de la planificación deportiva? ¿A qué apunta el Estado para el próximo quinquenio? ¿interesará figurar con más medallas o que haga deporte cada vez más gente? y en ese supuesto caso, ¿qué deportes, cómo, y en dónde?
Y por favor, los que juegan el Boca-River de cada día, los que siguen en esa infantil manera de analizar los hechos, que no se confundan. Este análisis no pondera tampoco a gobiernos anteriores, a cual peor en estos temas. Ni nos vengan con los "dorados" noventa cuando se recuperaron posiciones en los Panamericanos de Mar del Plata porque allí diremos que nos encantaría que se investigara cómo se administraba el control antidoping del Cenard, entre tantas otras irregularidades.
Lo que importa es que pasan los años, y no hay plan, no hay proyectos, no hay ideas.
No es cuestión de medallas, entonces.
miércoles, 20 de agosto de 2008
La argentinización del fútbol brasileño (La Jornada, Mendoza)
Este notable 3-0 que le asestó la selección argentina a la brasileña en los Juegos Olímpicos, pasadas unas horas, no debería confundirnos. Si bien es cierto que el fútbol nacional enciende una luz cada vez más intensa de esperanza por estrellas en ascenso como la indiscutible de Lionel Messi, o el potencial de Sergio Agüero, o la firmeza de Javier Mascherano –que de ganar la final será el único jugador albiceleste con dos medallas doradas y que habrá ganado todos sus partidos en el historial olímpico- y Fernando Gago, y tantos otros jóvenes de gran técnica que participan en los mejores equipos del mundo, habrá que seguir poniendo la lupa en muchos detalles sobre el juego mismo, las tácticas y los recursos utilizados de acuerdo al potencial con que se cuenta.
Lo más llamativo del partido, esta vez, no estuvo del lado argentino, sino que la prensa mundial se hizo eco de un hecho notable: la estrepitosa caída de juego en conjunto de una selección de la tradición de la brasileña.
Si en el último medio siglo, Brasil fue sinónimo del fútbol mismo con la aparición de tantos cracks, puede decirse que recién en las dos últimas décadas la táctica fue reemplazando a la técnica. Y lamentablemente para los amantes del fútbol del país vecino, esto no favoreció su juego, que fue desplazándose en busca del negocio.
Brasil, en fútbol, nunca había sido un país exportador. Hasta muy veterano, logró mantener incluso a Pelé, y entre los carnavales, las saudades y su muy buen nivel de la liga local, no se había planteado la salida de sus estrellas. Solamente se pueden citar algunos casos concretos como el de Didí –que no funcionó en el Real Madrid pentacampeón de Europa por su mala relación con Alfredo Di Stéfano y compañía-, o José Altafini “Mazzola”, de muy buenas campañas en Italia.
Recién a finales de los años ochenta, con la apertura de los mercados, no sólo comienza a debilitarse su liga con la permanente sangría a la que los argentinos ya estamos acostumbrados, sino que la permanente competencia por los torneos que se inventan para satisfacer a la televisión y una demanda creciente de fútbol, permitió que Brasil volviera a insistir en copiar el modelo que menos debió copiar: el argentino. Es tal su admiración por nuestro fútbol, aún con todos los títulos que posee (justamente el olímpico es el único importante que falta en sus vitrinas), que aún agradando mucho más que el nuestro, fue en busca de nuestras trampas, de nuestros sistemas de marcaje, de nuestras ventajitas, de cada detalle de nuestros avispados protagonistas del teatro mediático que compone hoy cada partido del Apertura o Clausura. Si en 1978 Claudio Coutinho pudo lograr aquel esperpento con jugadores como Zico, Rivelino, Toninho Cerezo, Gil, Reinaldo o Dirceu, más adelante insistieron los Lazaron, Parreira o ahora Dunga, que no hace más que repetir lo que le enseñaron en Estados Unidos 1994.
Resulta triste pensar que tantos jugadores dotados (como ahora mismo lo son Ronaldinho, Pato, Rafael Sobis, Anderson y tantos otros), puedan estar sometidos a las tácticas defensivas, pero es lo que desde hace años ocurre: mientras Brasil, paradójicamente, es el país que más jugadores aporta a la Chanpions League de clubes europeos (Argentina es el tercero), sus marcadores centrales, que nunca habían sido buenos marcando, ahora tampoco saben salir jugando, sus laterales ya no tienen esa potencia en ataque que los caracterizó, sus volantes no disponen de espacios ni de apoyo para la brillantez de otros tiempos, se fue perdiendo el diez clásico sólo porque en Europa no se juega así y se utilizan dos líneas de cuatro, y depende pura y exclusivamente de la aparición de algún rebelde que no acepte someterse a este sistema.
El error estará en creer que por esto el fútbol brasileño se ha terminado. Más bien, los brasileños se están argentinizando. Lo hicieron ya en los años treinta, cuando aquel maravilloso jugador que fue Leónidas Da Silva, el “Diamante Negro”, decía que todo lo que sabía de fútbol lo había aprendido del argentino Sastre, compañero suyo en el San Pablo. Aquello sí que valía la pena, cuando en la primera parte del siglo XX, los dos mejores del mundo eran los rioplatenses y Brasil observaba las finales de lejos. Como en 1958, tras el desastre de Suecia, en vez de mirar a nuestro vecino país del norte, se copió aquí mismo un modelo europeísta que no nos ha beneficiado en absoluto. Brasil lleva años copiando lo que no debe, y así le está yendo. Y el concepto no cambia por los títulos que pueda ganar porque siempre alguna estrella lo podrá salvar. Lo que deberá revisar Brasil es el modelo. Esta película, nosotros ya la vimos muchas veces.
Lo más llamativo del partido, esta vez, no estuvo del lado argentino, sino que la prensa mundial se hizo eco de un hecho notable: la estrepitosa caída de juego en conjunto de una selección de la tradición de la brasileña.
Si en el último medio siglo, Brasil fue sinónimo del fútbol mismo con la aparición de tantos cracks, puede decirse que recién en las dos últimas décadas la táctica fue reemplazando a la técnica. Y lamentablemente para los amantes del fútbol del país vecino, esto no favoreció su juego, que fue desplazándose en busca del negocio.
Brasil, en fútbol, nunca había sido un país exportador. Hasta muy veterano, logró mantener incluso a Pelé, y entre los carnavales, las saudades y su muy buen nivel de la liga local, no se había planteado la salida de sus estrellas. Solamente se pueden citar algunos casos concretos como el de Didí –que no funcionó en el Real Madrid pentacampeón de Europa por su mala relación con Alfredo Di Stéfano y compañía-, o José Altafini “Mazzola”, de muy buenas campañas en Italia.
Recién a finales de los años ochenta, con la apertura de los mercados, no sólo comienza a debilitarse su liga con la permanente sangría a la que los argentinos ya estamos acostumbrados, sino que la permanente competencia por los torneos que se inventan para satisfacer a la televisión y una demanda creciente de fútbol, permitió que Brasil volviera a insistir en copiar el modelo que menos debió copiar: el argentino. Es tal su admiración por nuestro fútbol, aún con todos los títulos que posee (justamente el olímpico es el único importante que falta en sus vitrinas), que aún agradando mucho más que el nuestro, fue en busca de nuestras trampas, de nuestros sistemas de marcaje, de nuestras ventajitas, de cada detalle de nuestros avispados protagonistas del teatro mediático que compone hoy cada partido del Apertura o Clausura. Si en 1978 Claudio Coutinho pudo lograr aquel esperpento con jugadores como Zico, Rivelino, Toninho Cerezo, Gil, Reinaldo o Dirceu, más adelante insistieron los Lazaron, Parreira o ahora Dunga, que no hace más que repetir lo que le enseñaron en Estados Unidos 1994.
Resulta triste pensar que tantos jugadores dotados (como ahora mismo lo son Ronaldinho, Pato, Rafael Sobis, Anderson y tantos otros), puedan estar sometidos a las tácticas defensivas, pero es lo que desde hace años ocurre: mientras Brasil, paradójicamente, es el país que más jugadores aporta a la Chanpions League de clubes europeos (Argentina es el tercero), sus marcadores centrales, que nunca habían sido buenos marcando, ahora tampoco saben salir jugando, sus laterales ya no tienen esa potencia en ataque que los caracterizó, sus volantes no disponen de espacios ni de apoyo para la brillantez de otros tiempos, se fue perdiendo el diez clásico sólo porque en Europa no se juega así y se utilizan dos líneas de cuatro, y depende pura y exclusivamente de la aparición de algún rebelde que no acepte someterse a este sistema.
El error estará en creer que por esto el fútbol brasileño se ha terminado. Más bien, los brasileños se están argentinizando. Lo hicieron ya en los años treinta, cuando aquel maravilloso jugador que fue Leónidas Da Silva, el “Diamante Negro”, decía que todo lo que sabía de fútbol lo había aprendido del argentino Sastre, compañero suyo en el San Pablo. Aquello sí que valía la pena, cuando en la primera parte del siglo XX, los dos mejores del mundo eran los rioplatenses y Brasil observaba las finales de lejos. Como en 1958, tras el desastre de Suecia, en vez de mirar a nuestro vecino país del norte, se copió aquí mismo un modelo europeísta que no nos ha beneficiado en absoluto. Brasil lleva años copiando lo que no debe, y así le está yendo. Y el concepto no cambia por los títulos que pueda ganar porque siempre alguna estrella lo podrá salvar. Lo que deberá revisar Brasil es el modelo. Esta película, nosotros ya la vimos muchas veces.
lunes, 18 de agosto de 2008
La clave de jugar en la posición correcta (Yahoo)
¿Dónde debe jugar Lionel Messi? ¿Es un extremo derecho, como jugó estos años en el Barcelona, o es un clásico número diez, el mítico número de los argentinos? El propio talentoso jugador, en una entrevista que le hicimos recientemente, nos respondía con claridad que su puesto “es como diez” pero que ya lleva tantos años de extremo derecho “que ya he perdido, en cierto modo, la brújula”.
¿Rinde lo mismo un jugador con tanto talento, si es cambiado de posición? No siempre ocurre, aunque sus condiciones lo pueden ayudar a salir adelante. En el caso de Messi, la prueba es el Mundial sub-20 de Holanda en 2005, cuando fuera elegido mejor jugador del torneo, resultó el máximo goleador, y fue campeón, además, y jugando como él dice que debe jugar, como diez.
En el Barcelona, en cambio, desde su extraordinaria primera temporada siendo muy joven, el entrenador Frank Rikjaard lo ubicó siempre como extremo derecho, debido a que el esquema táctico contemplaba volantes creativos de gran pase, como Deco o Xavi, al punto tal que hasta Ronaldinho fue ubicado del otro extremo, por la izquierda, siendo otro “diez” original.
Messi nos comentaba en la misma entrevista que tiene tanta tendencia a ser diez, que aún como extremo derecho, tendía a bajar unos metros, al vértice del área grande rival, para reenganchar el juego en diagonal al arco, en posición de volante derecho, para tener un mayor panorama, o para irse hacia el medio y reencontrar, de alguna manera, su posición preferida.
Durante la semana, otro argentino que declaró algo semejante a Messi pero que sorprendió porque muchos lo tienen incorporado en su visión como delantero, fue Sergio Agüero, quien dijo simplemente que él no es un centrodelantero goleador (pese a la cantidad de tantos convertidos en el Atlético Madrid en la última temporada) sino otro “número diez” (algo con lo que nosotros coincidimos)..
Agüero sostuvo, contrariamente a la posición que ocupa en el Atlético Madrid, en la Liga Española, que su posición es más atrasada y creativa, la misma que usó en Independiente, cuando deslumbró desde su mismo debut, el más joven de la historia del fútbol argentino, con 15 años y 1 mes de edad, superando el record de su actual suegro, Diego Maradona, que comenzó a jugar con 15 años y 11 meses.
¿Por qué Agüero fue colocado luego más adelante? Por la pérdida del uso de la posición de “diez” en el fútbol mundial. La primera tendencia,. Como suelo ocurrir, provino de Europa, donde los entrenadores fueron volcando el juego hacia el refuerzo de la línea de medios, hasta plantar un esquema con dos laterales y dos centrales, que se dividen la marca según la zona, para colocar luego una dupla ofensiva.
Hay excepciones, claro, como el Barcelona de Rikjaard, que colocaba tres delanteros (Ronaldinho, Eto’o y Messi, o el Manchester United, que cuando Alex Fergusson colocaba a Tévez por la izquierda, por algunos partidos llegó a jugar con Cristiano Ronaldo, Rooney y el argentino. Pero por lo general, en Europa se llegó a jugar sin un “reggista” (como les gusta decir a los italianos, que utilizan el ejemplo de Roberto Baggio), o un “play maker” (en términos basquetbolísticos).
Sudamérica, por lógica, se resistió más tiempo a esta figura, porque su tradición se basa en un fútbol atildado, estético y en el que el diez ocupa un lugar preponderante. Tanto, que en Brasil, Pelé emergió especialmente en el Mundial de México 1970, en el que brilló todo un equipo al compás de “los diez”, como un jovencito Roberto Rivelino, o un veterano como Gerson.
Dieciséis años más tarde, fue Diego Maradona, otro diez genial, el que marcó absolutamente las diferencias, como en los setenta, aparecieron otros grandes cracks locales como Norberto Alonso, Ricardo Bochini, Carlos Bábington u Osvaldo Potente, y posteriormente, en los ochenta, talentos como Claudio Borghi o Néstor Gorosito, así como Brasil fabricó a los Zico, Sócrates o Raí, entre tantos.
Pero la posibilidad de exportar jugadores a Europa y la necesidad de adaptarse al creciente mercado, también hizo mermar a Sudamérica en la generación de los talentos en su puesto preferido.
Así fue como lentamente, los Messi, Ronaldinho, Agüero, fueron desplazados de su lugar natural para ocupar colocaciones que no terminan de sentir, por el bien de los santos esquemas, pero contra sus propios deseos.
A tanto delirio se llegó que por momentos, en los años noventa, algún trasnochado llegó a sugerir en la Argentina, ante el retiro de Maradona, que no se utilizara más la camiseta número diez en su homenaje (algo que la federación nacional llegó a proponer a la FIFA y ésta no aceptó para los grandes torneos), cuando todos los chicos pretenden enfundarse la camiseta con este número.
Aún cuando un entrenador de prestigio como César Luis Menotti llegó a la temeraria comparación de Agüero con un Romario que no sólo es un centrodelantero natural sino que convirtió más de mil goles, aportando mayor confusión, Messi pone las cosas en claro cuando el Barcelona le ofreció, para esta temporada, liderar el nuevo proyecto de equipo de Joseph Guardiola.
Lo primero que pidió el argentino, al conocer esta decisión, fue que le entreguen la camiseta número diez que dejara Ronaldinho.
¿Rinde lo mismo un jugador con tanto talento, si es cambiado de posición? No siempre ocurre, aunque sus condiciones lo pueden ayudar a salir adelante. En el caso de Messi, la prueba es el Mundial sub-20 de Holanda en 2005, cuando fuera elegido mejor jugador del torneo, resultó el máximo goleador, y fue campeón, además, y jugando como él dice que debe jugar, como diez.
En el Barcelona, en cambio, desde su extraordinaria primera temporada siendo muy joven, el entrenador Frank Rikjaard lo ubicó siempre como extremo derecho, debido a que el esquema táctico contemplaba volantes creativos de gran pase, como Deco o Xavi, al punto tal que hasta Ronaldinho fue ubicado del otro extremo, por la izquierda, siendo otro “diez” original.
Messi nos comentaba en la misma entrevista que tiene tanta tendencia a ser diez, que aún como extremo derecho, tendía a bajar unos metros, al vértice del área grande rival, para reenganchar el juego en diagonal al arco, en posición de volante derecho, para tener un mayor panorama, o para irse hacia el medio y reencontrar, de alguna manera, su posición preferida.
Durante la semana, otro argentino que declaró algo semejante a Messi pero que sorprendió porque muchos lo tienen incorporado en su visión como delantero, fue Sergio Agüero, quien dijo simplemente que él no es un centrodelantero goleador (pese a la cantidad de tantos convertidos en el Atlético Madrid en la última temporada) sino otro “número diez” (algo con lo que nosotros coincidimos)..
Agüero sostuvo, contrariamente a la posición que ocupa en el Atlético Madrid, en la Liga Española, que su posición es más atrasada y creativa, la misma que usó en Independiente, cuando deslumbró desde su mismo debut, el más joven de la historia del fútbol argentino, con 15 años y 1 mes de edad, superando el record de su actual suegro, Diego Maradona, que comenzó a jugar con 15 años y 11 meses.
¿Por qué Agüero fue colocado luego más adelante? Por la pérdida del uso de la posición de “diez” en el fútbol mundial. La primera tendencia,. Como suelo ocurrir, provino de Europa, donde los entrenadores fueron volcando el juego hacia el refuerzo de la línea de medios, hasta plantar un esquema con dos laterales y dos centrales, que se dividen la marca según la zona, para colocar luego una dupla ofensiva.
Hay excepciones, claro, como el Barcelona de Rikjaard, que colocaba tres delanteros (Ronaldinho, Eto’o y Messi, o el Manchester United, que cuando Alex Fergusson colocaba a Tévez por la izquierda, por algunos partidos llegó a jugar con Cristiano Ronaldo, Rooney y el argentino. Pero por lo general, en Europa se llegó a jugar sin un “reggista” (como les gusta decir a los italianos, que utilizan el ejemplo de Roberto Baggio), o un “play maker” (en términos basquetbolísticos).
Sudamérica, por lógica, se resistió más tiempo a esta figura, porque su tradición se basa en un fútbol atildado, estético y en el que el diez ocupa un lugar preponderante. Tanto, que en Brasil, Pelé emergió especialmente en el Mundial de México 1970, en el que brilló todo un equipo al compás de “los diez”, como un jovencito Roberto Rivelino, o un veterano como Gerson.
Dieciséis años más tarde, fue Diego Maradona, otro diez genial, el que marcó absolutamente las diferencias, como en los setenta, aparecieron otros grandes cracks locales como Norberto Alonso, Ricardo Bochini, Carlos Bábington u Osvaldo Potente, y posteriormente, en los ochenta, talentos como Claudio Borghi o Néstor Gorosito, así como Brasil fabricó a los Zico, Sócrates o Raí, entre tantos.
Pero la posibilidad de exportar jugadores a Europa y la necesidad de adaptarse al creciente mercado, también hizo mermar a Sudamérica en la generación de los talentos en su puesto preferido.
Así fue como lentamente, los Messi, Ronaldinho, Agüero, fueron desplazados de su lugar natural para ocupar colocaciones que no terminan de sentir, por el bien de los santos esquemas, pero contra sus propios deseos.
A tanto delirio se llegó que por momentos, en los años noventa, algún trasnochado llegó a sugerir en la Argentina, ante el retiro de Maradona, que no se utilizara más la camiseta número diez en su homenaje (algo que la federación nacional llegó a proponer a la FIFA y ésta no aceptó para los grandes torneos), cuando todos los chicos pretenden enfundarse la camiseta con este número.
Aún cuando un entrenador de prestigio como César Luis Menotti llegó a la temeraria comparación de Agüero con un Romario que no sólo es un centrodelantero natural sino que convirtió más de mil goles, aportando mayor confusión, Messi pone las cosas en claro cuando el Barcelona le ofreció, para esta temporada, liderar el nuevo proyecto de equipo de Joseph Guardiola.
Lo primero que pidió el argentino, al conocer esta decisión, fue que le entreguen la camiseta número diez que dejara Ronaldinho.
miércoles, 13 de agosto de 2008
Que Castrilli espere sentado
Parece que se va Castrilli. Que se hartó de estar harto, como diría el gran Nano catalán, de que los clubes y la AFA le cuenten el cuento de la parrala, y como si hoy, a finales de la década, se enterara de lo que es el fútbol argentino y principalmente sus dirigentes, se enoja y se va. Aquel árbitro con mirada impertérrita que un día decidió impartir justicia en un país que no conoce de estos menesteres y cuya diosa perdió la venda hace ya mucho tiempo, y cuya balanza cayó al suelo y se rompió en mil pedazos y ahora pretende recomponerse, vuelve a creer que es posible aplicar la ley a rajatabla, sólo que no hablamos ya de un reglamento votado en democracia, sino de otro que proviene de las más altas esferas del fútbol, la de la FIFA.
El postulado diría que si el máximo organismo del balompié mundial sostiene que todos los espectadores tienen que estar sentados en un estadio, eso va a misa sin importar las condiciones sociales ni las tradiciones de cada lugar, y bajo apercibimiento de suspensión. Y Castrilli cierra los ojos, pone su mejor cara de malo, se engomina, se peina, y en el tiempo libre que le queda de su participación en el canal de propiedad del grupo mediático más fuerte de la Argentina (Clarín), que comparte los derechos de TV del fútbol con TyC, se sienta a ejercer de funcionario y a exigir que se termine un siglo de cultura de una manera de sentir y ver los partidos, formando más parte del espectáculo que en otros ámbitos, con la gente saltando y alentando a sus equipos, para que todos se sienten como en el teatro, sólo porque FIFA dixit.
No hay necesidad de reflexión y tampoco capacidad de pensar que al fin de cuentas, nunca como ahora mandaron más los violentos. Aquel duelo entre Boca y River de la Copa Libertadoresde 2004, cuando se decidió que cada equipo jugara sólo con sus hinchas, sin los del rival, se quebró con algo mucho peor que el no dejar entrar a la hinchada visitante. Lo que se logró fue acabar con la convivencia en un espacio público entre dos grupos que sienten o piensan distinto, seterminó con una cultura en la Argentina. Y claro: hay menos muertes porque no están los hinchas contrarios. ¿Cúál es la gracia de tapar el cielo con un pañuelo o esconderse para no querer ver la realidad?, ¿cuál es la gracia de perder un cuarto de la recaudación para instalar un pulmón que separe hinchadas que antes convivían sin esa necesidad? cada pulmón en un estadio sólo es la muestra de nuestra imbecilidad cotidiana, ycreemos, como Castrilli, que acaso eso se solucione porque todos estén sentados. ¿Para cuándo será que nos toque crecer, madurar, pensar? ¿por qué, acaso, el Liverpool puede conseguir que el mítico "The Kop" siga funcionando, con sus hinchas parados, gritando "you never walk alone?", y nosotros no? porque estamos empeñados siempre en hacer cumplir lo que se dice y porque nos esforzamos en vulnerar la ley y entonces en vez de reclamar que se respete nuestra cultura, aceptamos los mandatos para no quedar mal con los jefecitos, y luego pedimos una tonta prórroga indefinida.
Y Castrilli pretende que en este esquema, los clubes cumplan con la ley.....
Es lógico que se vaya, porque la que le quedaba era esperar sentado.
El postulado diría que si el máximo organismo del balompié mundial sostiene que todos los espectadores tienen que estar sentados en un estadio, eso va a misa sin importar las condiciones sociales ni las tradiciones de cada lugar, y bajo apercibimiento de suspensión. Y Castrilli cierra los ojos, pone su mejor cara de malo, se engomina, se peina, y en el tiempo libre que le queda de su participación en el canal de propiedad del grupo mediático más fuerte de la Argentina (Clarín), que comparte los derechos de TV del fútbol con TyC, se sienta a ejercer de funcionario y a exigir que se termine un siglo de cultura de una manera de sentir y ver los partidos, formando más parte del espectáculo que en otros ámbitos, con la gente saltando y alentando a sus equipos, para que todos se sienten como en el teatro, sólo porque FIFA dixit.
No hay necesidad de reflexión y tampoco capacidad de pensar que al fin de cuentas, nunca como ahora mandaron más los violentos. Aquel duelo entre Boca y River de la Copa Libertadoresde 2004, cuando se decidió que cada equipo jugara sólo con sus hinchas, sin los del rival, se quebró con algo mucho peor que el no dejar entrar a la hinchada visitante. Lo que se logró fue acabar con la convivencia en un espacio público entre dos grupos que sienten o piensan distinto, seterminó con una cultura en la Argentina. Y claro: hay menos muertes porque no están los hinchas contrarios. ¿Cúál es la gracia de tapar el cielo con un pañuelo o esconderse para no querer ver la realidad?, ¿cuál es la gracia de perder un cuarto de la recaudación para instalar un pulmón que separe hinchadas que antes convivían sin esa necesidad? cada pulmón en un estadio sólo es la muestra de nuestra imbecilidad cotidiana, ycreemos, como Castrilli, que acaso eso se solucione porque todos estén sentados. ¿Para cuándo será que nos toque crecer, madurar, pensar? ¿por qué, acaso, el Liverpool puede conseguir que el mítico "The Kop" siga funcionando, con sus hinchas parados, gritando "you never walk alone?", y nosotros no? porque estamos empeñados siempre en hacer cumplir lo que se dice y porque nos esforzamos en vulnerar la ley y entonces en vez de reclamar que se respete nuestra cultura, aceptamos los mandatos para no quedar mal con los jefecitos, y luego pedimos una tonta prórroga indefinida.
Y Castrilli pretende que en este esquema, los clubes cumplan con la ley.....
Es lógico que se vaya, porque la que le quedaba era esperar sentado.
lunes, 11 de agosto de 2008
¿Hizo bien Cristiano Ronaldo en quedarse en el Manchester United? (Yahoo)
Finalmente, uno de los mejores delanteros del planeta, el portugués Cristiano Ronaldo, ha tomado la decisión de continuar jugando en el Manchester United para la próxima temporada que se avecina, según indicó al diario “Público” de su país, dando por terminada una novela que duró todo el verano europeo. ¿Hizo bien en permanecer en Inglaterra y no terminar vistiendo de blanco con la camiseta del Real Madrid?
No parece fácil sacar una conclusión aunque sí esta determinación tiene otro tipo de connotaciones porque no es algo habitual que suceda lo que acaba de acontecer. Anteriormente, ni el mismísimo David Beckham pudo resistir la tentadora oferta del Real Madrid, y tampoco Zinedine Zidane, Michael Owen, Ronaldo o Luis Figo, y parecía que Cristiano Ronaldo seguía por la misma senda de sus antecesores y que simplemente el tratarse del pase del mejor jugador del mundo para muchos, desde ya conllevaba toda una burocracia y una cantidad de negociaciones que harían lento el traslado, la firma del contrato, y el cambio de camiseta y de club.
Sin embargo, nada de lo esperado y de lo que suele ocurrir públicamente, terminó pasando. Y todo indica que el momento decisivo resultó aquella reunión final que mantuvieron a solas Cristiano Ronaldo y su prestigioso entrenador, sir Alex Fergusson, quien otra vez sacó a relucir sus dotes de motivador como pocos en el mundo, y la claridad con la que seguramente le transmitió sus proyectos y las bondades de continuar jugando en el Manchester United.
¿En qué consisten esas bondades? Fergusson lo ejemplificó de manera muy particular: se refirió a Río Ferdinand, el experimentado zaguero central del Manchester United, de quien dijo que llegó del Leeds sin conocer la enorme tradición de los “diablos rojos” y ahora goza de lo que significa jugar allí y no se plantearía nunca salir a otro equipo. Y sostuvo que a Cristiano Ronaldo indefectiblemente le pasará lo mismo y que cuanto más tiempo juegue en el Manchester United, más querrá continuar en el club. Y finalmente soltó la frase más importante de todas: el Real Madrid –dijo- comprendió que no estaba actuando contra un club más, sino con uno de enorme prestigio, que sí hace pesar su poderío internacional a la horade que otro club poderoso intentara quitarle a una de sus estrellas.
Lo nuevo, entonces, de este frustrado pase de Cristiano Ronaldo al Real Madrid, al menos en los que parece ya definitivo para esta temporada, es que nunca en los últimos años, un jugador del mejor nivel internacional había cedido ante la chance de emigrar al club de mayor historia del planeta (considerado por la FIFA como el mejor del siglo XX) y nunca antes dos clubes habían entrado en semejante pugna por un jugador, hasta el punto de que los ingleses llevaron el caso a la FIFA cuando comenzó el problema y desde ya, el máximo organismo del fútbol ni se expidió ni podía expedirse, naturalmente, tironeado por los dos monstruos de Europa.
Un hecho interesante a partir de aquí será saber cuál será la reacción de los hinchas del Manchester United, que como todo club legendario no suelen aceptar esto de que una estrella juegue para su equipo, pero en verdad durante todo el verano haya forzado cambiar de aire (y a un club tan rival) y que inclusive en la entrevista en la que publicita su intención de quedarse en el club inglés, haya manifestado también que no ceja de imaginarse en el Real Madrid en el futuro. No parece ser fácil la relación que de aquí en más queda planteada entre Cristiano Ronaldo y su afición, si bien el fútbol profesional es un magnifico ámbito para revertir algún resquemor de infidelidad, por goles y juego de calidad, que tal vez Fergusson lo haya utilizado como elemento motivante, sumado a los desafíos que el club inglés tiene para esta temporada. No sólo afrontar la posibilidad de retener el título en la Premier League o de la Champions, sino subir a la apuesta por el triplete, con la FA Cup, y hasta ganar el máximo título en diciembre, el Mundial de Clubes de Japón.
Para el Real Madrid, se trata de una primera derrota grande entre sus fuertes apuestas de cada verano durante todo el siglo XXI, desde que en 2000 su ex presidente Florentino Pérez comenzara con esta política de galácticos con la llegada de Figo desde el Barcelona. No sólo terminó quedándose sin Cristiano Ronaldo, sino que hay importantes jugadores que ahora sostienen abiertamente que pretenden marcharse (Julio Baptista, Robinho) y sólo ha conseguido al holandés Rafa Van der Vaart, si bien se calcula que con parte del dinero que iba a ser utilizado para la contratación de Cristiano Ronaldo, probablemente llegue David Villa o algún otro delantero poderoso. Esta situación de cierta inacción para las contrataciones fue lo que derivó en que días pasados el entrenador alemán Bernd Schuster explotara en los medios quejándose por la falta de información al respecto por parte de sus dirigentes, que de todos modos le reiteraron que el gran equipo estará para la siguiente temporada, cuando el Real Madrid ya tiene asegurada la final de la Champions League, por fin, en el estadio Santiago Bernabeu.
Lo cierto es que simbólicamente, que Cristiano Ronaldo se quede en la Premier League marca que ésta sigue siendo la liga más importante del mundo, por encima de la española. Y que Fergusson tiene un evidente poder de motivación que no por nada lo llevó a ser uno de los entrenadores más prestigiosos del mundo.
No parece fácil sacar una conclusión aunque sí esta determinación tiene otro tipo de connotaciones porque no es algo habitual que suceda lo que acaba de acontecer. Anteriormente, ni el mismísimo David Beckham pudo resistir la tentadora oferta del Real Madrid, y tampoco Zinedine Zidane, Michael Owen, Ronaldo o Luis Figo, y parecía que Cristiano Ronaldo seguía por la misma senda de sus antecesores y que simplemente el tratarse del pase del mejor jugador del mundo para muchos, desde ya conllevaba toda una burocracia y una cantidad de negociaciones que harían lento el traslado, la firma del contrato, y el cambio de camiseta y de club.
Sin embargo, nada de lo esperado y de lo que suele ocurrir públicamente, terminó pasando. Y todo indica que el momento decisivo resultó aquella reunión final que mantuvieron a solas Cristiano Ronaldo y su prestigioso entrenador, sir Alex Fergusson, quien otra vez sacó a relucir sus dotes de motivador como pocos en el mundo, y la claridad con la que seguramente le transmitió sus proyectos y las bondades de continuar jugando en el Manchester United.
¿En qué consisten esas bondades? Fergusson lo ejemplificó de manera muy particular: se refirió a Río Ferdinand, el experimentado zaguero central del Manchester United, de quien dijo que llegó del Leeds sin conocer la enorme tradición de los “diablos rojos” y ahora goza de lo que significa jugar allí y no se plantearía nunca salir a otro equipo. Y sostuvo que a Cristiano Ronaldo indefectiblemente le pasará lo mismo y que cuanto más tiempo juegue en el Manchester United, más querrá continuar en el club. Y finalmente soltó la frase más importante de todas: el Real Madrid –dijo- comprendió que no estaba actuando contra un club más, sino con uno de enorme prestigio, que sí hace pesar su poderío internacional a la horade que otro club poderoso intentara quitarle a una de sus estrellas.
Lo nuevo, entonces, de este frustrado pase de Cristiano Ronaldo al Real Madrid, al menos en los que parece ya definitivo para esta temporada, es que nunca en los últimos años, un jugador del mejor nivel internacional había cedido ante la chance de emigrar al club de mayor historia del planeta (considerado por la FIFA como el mejor del siglo XX) y nunca antes dos clubes habían entrado en semejante pugna por un jugador, hasta el punto de que los ingleses llevaron el caso a la FIFA cuando comenzó el problema y desde ya, el máximo organismo del fútbol ni se expidió ni podía expedirse, naturalmente, tironeado por los dos monstruos de Europa.
Un hecho interesante a partir de aquí será saber cuál será la reacción de los hinchas del Manchester United, que como todo club legendario no suelen aceptar esto de que una estrella juegue para su equipo, pero en verdad durante todo el verano haya forzado cambiar de aire (y a un club tan rival) y que inclusive en la entrevista en la que publicita su intención de quedarse en el club inglés, haya manifestado también que no ceja de imaginarse en el Real Madrid en el futuro. No parece ser fácil la relación que de aquí en más queda planteada entre Cristiano Ronaldo y su afición, si bien el fútbol profesional es un magnifico ámbito para revertir algún resquemor de infidelidad, por goles y juego de calidad, que tal vez Fergusson lo haya utilizado como elemento motivante, sumado a los desafíos que el club inglés tiene para esta temporada. No sólo afrontar la posibilidad de retener el título en la Premier League o de la Champions, sino subir a la apuesta por el triplete, con la FA Cup, y hasta ganar el máximo título en diciembre, el Mundial de Clubes de Japón.
Para el Real Madrid, se trata de una primera derrota grande entre sus fuertes apuestas de cada verano durante todo el siglo XXI, desde que en 2000 su ex presidente Florentino Pérez comenzara con esta política de galácticos con la llegada de Figo desde el Barcelona. No sólo terminó quedándose sin Cristiano Ronaldo, sino que hay importantes jugadores que ahora sostienen abiertamente que pretenden marcharse (Julio Baptista, Robinho) y sólo ha conseguido al holandés Rafa Van der Vaart, si bien se calcula que con parte del dinero que iba a ser utilizado para la contratación de Cristiano Ronaldo, probablemente llegue David Villa o algún otro delantero poderoso. Esta situación de cierta inacción para las contrataciones fue lo que derivó en que días pasados el entrenador alemán Bernd Schuster explotara en los medios quejándose por la falta de información al respecto por parte de sus dirigentes, que de todos modos le reiteraron que el gran equipo estará para la siguiente temporada, cuando el Real Madrid ya tiene asegurada la final de la Champions League, por fin, en el estadio Santiago Bernabeu.
Lo cierto es que simbólicamente, que Cristiano Ronaldo se quede en la Premier League marca que ésta sigue siendo la liga más importante del mundo, por encima de la española. Y que Fergusson tiene un evidente poder de motivación que no por nada lo llevó a ser uno de los entrenadores más prestigiosos del mundo.
sábado, 2 de agosto de 2008
La inútil polémica del Boca de Lorenzo
El 1 de agosto se cumplieron 30 años de la obtención de la primera Copa Intercontinental por parte de Boca Juniors, al vencer por un inapelable 0-3 al Borussia Monchengladbach en la propia Alemania (empataron 2-2 en Buenos Aires), cerrando así parte de un ciclo brillante que si fue polémico solamente puede atribuirse a la siempre vana crítica de lo que no nos cansamos en llamar "falso progresismo", que necesita dividir aguas y en este caso, colocó al entrenador Juan Carlos Lorenzo entre los "malos" por estar enfrentado a César Luis Menotti, en ese momento técnico del seleccionado argentino, y del lado de los "buenos" (y nosotros agregamos, de los "gomías").
Ya fallecido hace años, y más de tres décadas después de aquellos logros (bicampeonato local de 1976, Copas Libertadores 1977 y 1978 y finalista de 1979, e Intercontinental 1978 -la de 1977 no se disputó-), corresponde recordar a Juan Carlos Lorenzo como un gran entrenador, un adelantado a su tiempo, un tipo inteligente, trabajador y detallista. Pero si hay algo que Lorenzo no fue, de ninguna manera, es defensivo, como le quisieron endilgar los mismos "progres" que siempre necesitan colocar a alguien del otro lado, para generar identidad propia. Que la selección argentina haya sido campeona del mundo ese mismo 1978, sin jugadores de un Boca triunfante (Alberto Tarantini pertenecía al plantel pero jugó en calidad de libre) es realmente aberrante y acaso uno de los tantos símbolos de lo que en todos los aspectos es la Argentina.
Cabe recordar que Lorenzo llegó a Boca a principios de 1976 luego de una espectacular campaña con el ascendido Unión de Santa Fe, optando por llevarse varios de sus jugadores (Gatti, Suñé, Mastrángelo, más tarde Cocco), aunque el contexto era problemático: River Plate había conseguido el bicampeonato de 1975 quebrando una racha de 18 años sin ganar un título. Boca había practicado un fútbol de alto vuelo con Rogelio Domínguez como director técnico, pero por distintas razones, decaía en el final. Ya para 1976, la urgencia de un título luego del bicampeonato de River, y cuando habían pasado cinco años y diez torneos sin ganar ninguno, el presidente Alberto J. Armando optó por Lorenzo, entonces, con la idea de un Boca fuerte, distinto, que diera respuestas anímicas en los momentos clave. Muchos confundieron eso, la gran fortaleza defensiva que comenzaba en el fuerte trabajo de sus tres volantes (Jorge Benítez, Rubén Suñé y Jorge Ribolzi), y la impecable y dura defensa (un gran lateral derecho como Vicente Pernía, dos centrales de categoría como Francisco Sá y Roberto Mouzo, y el mejor lateral izquierdo del momento, como Tarantini, además de un excepcional arquero, por técnica y por carácter, como Gatti), con las características de un equipo que también supo explotar muy biejn los ataques y que con toda lógica, teniendo un gran atacante para usar las diagonales, como Mastrángelo, buscara muchoas de sus jugadas por ese lado, aún cuando Lorenzo mejoró y cambió de punta a un Darío Felman que no parecía estar en su mejor forma en 1975 y con el aporte del veterano pero lúcido Carlos Veglio, que bajaba a acompañar a los volantes. Si en el Torneo Metropolitano el comienzo no fue el mejor, porque hubo que adaptar un equipo nuevo, Boca aprovechó el minitorneo final para arrebatarle el título a un muy buen Huracán, y esa confianza, sumada a la excelente adquisición de Mario Zanabria, dueño de los mejores pases para Mastrángelo de allí en adelante, mejoraron aún más al equipo, que logró un fútbol ya más vistoso y compacto desde 1977 aunque rozó casi la perfección en 1978 y el Deportivo Cali de Carlos Bilardo fue testigo de la paliza que padeció en la Bombonera en la final de la Copa Libertadores de 1978.
Ese Boca lo tuvo todo: un gran entrenador, con experiencia internacional, de carácter ganador, como Lorenzo, y jugadores de enorme calidad, que fueron reducidos a veces a meros luchadores por una parte interesada en que todo quedara en una especie de guerra con otro entrenador del momento, más joven, con un discurso de izquierdas (claro que sólo discurso) y cuyos equipos no jugaban tacticamente tan diferente que el otro, pero siempre es bueno tener a alguien "en el palo" y a otro "del otro palo". Sólo por eso, el Boca de Lorenzo no es recordado como se debiera, y nosotros (que no nos dejamos llevar por esta corriente sin sentido) hacemos una mínima justicia desde aquí.
Una defensa fuerte, de ninguna manera implica, por definición, renunciar al ataque. De hecho, Boca jamás lo hizo. A su manera, atacó siempre, y por momentos con muchos jugadores, incluso con los dos laterales llegando al fondo, cuando era posible, y en un tiempo en el que se jugaba con wines (perdón por el exabrupto) y con un centrodelantero. Y Boca jugaba así, y con un diez (nuevamente mil disculpas) como Zanabria, y era catalogado como defensivo....
Cabe recordar que cuando mencionamos los logros, no entran en ellos la final perdida de la Copa Libertadores 1979 ante Olimpia de Paraguay, a la que Boca llegó por tercer año consecutivo, luego de tremendas tres batallas contra Independiente en las que pasó de todo (hasta recordamos el clima que se crea tres días antes del partido de la Bombonera, cuando se enfrentaron por el Torneo Metropolitano y Lorenzo, expulsado, atravesó toda la cancha manteniendo un duelo con la hinchada roja), ¡Y qué Independiente!, ¡Qué diferencia con estos tiempos tan pobres!, y tampoco mencionamos el Torneo Metropolitano de 1978, que Boca pierde ante Quilmes en la última fecha (de 38 totales), porque de lo contrario hubiera ganado el torneo local y la Copa Libertadores al mismo tiempo.
Todo eso hizo ese Boca "defensivo", que le ganó 3-0 a los alemanes en SAlemania, o 4-0 al Deportivo Cali en la final de la Libertadores del mismo año (entre tantos ejemplos). Pero para el "progresismo", fue defensivo.....en fin....al menos, este espacio rescata la memoria de un equipo excepcional y que hizo historia.
Ya fallecido hace años, y más de tres décadas después de aquellos logros (bicampeonato local de 1976, Copas Libertadores 1977 y 1978 y finalista de 1979, e Intercontinental 1978 -la de 1977 no se disputó-), corresponde recordar a Juan Carlos Lorenzo como un gran entrenador, un adelantado a su tiempo, un tipo inteligente, trabajador y detallista. Pero si hay algo que Lorenzo no fue, de ninguna manera, es defensivo, como le quisieron endilgar los mismos "progres" que siempre necesitan colocar a alguien del otro lado, para generar identidad propia. Que la selección argentina haya sido campeona del mundo ese mismo 1978, sin jugadores de un Boca triunfante (Alberto Tarantini pertenecía al plantel pero jugó en calidad de libre) es realmente aberrante y acaso uno de los tantos símbolos de lo que en todos los aspectos es la Argentina.
Cabe recordar que Lorenzo llegó a Boca a principios de 1976 luego de una espectacular campaña con el ascendido Unión de Santa Fe, optando por llevarse varios de sus jugadores (Gatti, Suñé, Mastrángelo, más tarde Cocco), aunque el contexto era problemático: River Plate había conseguido el bicampeonato de 1975 quebrando una racha de 18 años sin ganar un título. Boca había practicado un fútbol de alto vuelo con Rogelio Domínguez como director técnico, pero por distintas razones, decaía en el final. Ya para 1976, la urgencia de un título luego del bicampeonato de River, y cuando habían pasado cinco años y diez torneos sin ganar ninguno, el presidente Alberto J. Armando optó por Lorenzo, entonces, con la idea de un Boca fuerte, distinto, que diera respuestas anímicas en los momentos clave. Muchos confundieron eso, la gran fortaleza defensiva que comenzaba en el fuerte trabajo de sus tres volantes (Jorge Benítez, Rubén Suñé y Jorge Ribolzi), y la impecable y dura defensa (un gran lateral derecho como Vicente Pernía, dos centrales de categoría como Francisco Sá y Roberto Mouzo, y el mejor lateral izquierdo del momento, como Tarantini, además de un excepcional arquero, por técnica y por carácter, como Gatti), con las características de un equipo que también supo explotar muy biejn los ataques y que con toda lógica, teniendo un gran atacante para usar las diagonales, como Mastrángelo, buscara muchoas de sus jugadas por ese lado, aún cuando Lorenzo mejoró y cambió de punta a un Darío Felman que no parecía estar en su mejor forma en 1975 y con el aporte del veterano pero lúcido Carlos Veglio, que bajaba a acompañar a los volantes. Si en el Torneo Metropolitano el comienzo no fue el mejor, porque hubo que adaptar un equipo nuevo, Boca aprovechó el minitorneo final para arrebatarle el título a un muy buen Huracán, y esa confianza, sumada a la excelente adquisición de Mario Zanabria, dueño de los mejores pases para Mastrángelo de allí en adelante, mejoraron aún más al equipo, que logró un fútbol ya más vistoso y compacto desde 1977 aunque rozó casi la perfección en 1978 y el Deportivo Cali de Carlos Bilardo fue testigo de la paliza que padeció en la Bombonera en la final de la Copa Libertadores de 1978.
Ese Boca lo tuvo todo: un gran entrenador, con experiencia internacional, de carácter ganador, como Lorenzo, y jugadores de enorme calidad, que fueron reducidos a veces a meros luchadores por una parte interesada en que todo quedara en una especie de guerra con otro entrenador del momento, más joven, con un discurso de izquierdas (claro que sólo discurso) y cuyos equipos no jugaban tacticamente tan diferente que el otro, pero siempre es bueno tener a alguien "en el palo" y a otro "del otro palo". Sólo por eso, el Boca de Lorenzo no es recordado como se debiera, y nosotros (que no nos dejamos llevar por esta corriente sin sentido) hacemos una mínima justicia desde aquí.
Una defensa fuerte, de ninguna manera implica, por definición, renunciar al ataque. De hecho, Boca jamás lo hizo. A su manera, atacó siempre, y por momentos con muchos jugadores, incluso con los dos laterales llegando al fondo, cuando era posible, y en un tiempo en el que se jugaba con wines (perdón por el exabrupto) y con un centrodelantero. Y Boca jugaba así, y con un diez (nuevamente mil disculpas) como Zanabria, y era catalogado como defensivo....
Cabe recordar que cuando mencionamos los logros, no entran en ellos la final perdida de la Copa Libertadores 1979 ante Olimpia de Paraguay, a la que Boca llegó por tercer año consecutivo, luego de tremendas tres batallas contra Independiente en las que pasó de todo (hasta recordamos el clima que se crea tres días antes del partido de la Bombonera, cuando se enfrentaron por el Torneo Metropolitano y Lorenzo, expulsado, atravesó toda la cancha manteniendo un duelo con la hinchada roja), ¡Y qué Independiente!, ¡Qué diferencia con estos tiempos tan pobres!, y tampoco mencionamos el Torneo Metropolitano de 1978, que Boca pierde ante Quilmes en la última fecha (de 38 totales), porque de lo contrario hubiera ganado el torneo local y la Copa Libertadores al mismo tiempo.
Todo eso hizo ese Boca "defensivo", que le ganó 3-0 a los alemanes en SAlemania, o 4-0 al Deportivo Cali en la final de la Libertadores del mismo año (entre tantos ejemplos). Pero para el "progresismo", fue defensivo.....en fin....al menos, este espacio rescata la memoria de un equipo excepcional y que hizo historia.
viernes, 1 de agosto de 2008
Cuando la suerte ocupa demasiado lugar en el fútbol (Yahoo)
Se acerca el comienzo de una nueva temporada en el fútbol internacional y como cada año desde el último lustro, el Atlético Madrid, desde las autoridades del propio club, ha contratado una publicidad televisiva que hace hincapié en el esfuerzo por romper el título de “gafe” (mala suerte según los españoles) por el que los resultados nunca le son lo favorables que esperan. La publicidad en este caso, consiste en un militar español que es enviado a la zona de los Balcanes y allí da con un pastor, del que se hace amigo, y le cuenta las tragedias que ha vivido, los familiares que ha perdido, mientras el militar le habla del Atlético Madrid, lo introduce en la historia aunque no mucho más tarde comienza a deprimirse por los malos pasos del equipo, especialmente aquella final de la Copa de Europa perdida en el último minuto ante el Bayern Munich en 1974, que dio lugar al nacimiento de esta sensación de portador de mala fortuna. El militar finaliza la publicidad contando que regresa a Madrid y que luego de haber compartido la historia del pastor, está convencido de que no podría regresar a los Balcanes con otra noticia que no sea positiva para él.
Efectivamente, el “Aleti” viene arrastrando treinta y cuatro años de mala fortuna, desde que en aquella final, que iba ganando en el segundo partido con gol de tiro libre de Luis Aragonés, en la última jugada del partido el defensor alemán del Bayern Munich Schwarzenbeck, aprovechó que el arquero Miguel Reina (padre de José, el actual guardavallas del Liverpool) había abandonado los palos para firmar un autógrafo a un alcanza pelotas, y empató el partido, dando lugar a otra final en la que, ya destruído animicamente, los españoles perdieron por el categórico 4-0.
A partir de ese momento, para el fútbol español, el Atlético Madrid fue “el pupas”, el equipo portador de la mala suerte, un estigma que no sólo no pudo superar, sino que le siguió costando dolores de cabeza: el descenso a segunda división el 7 de mayo de 2000, para regresar dos años después al campeonato principal, o aquella noche de Christian Vieri, autor de cuatro tantos y sin embargo, con el equipo perdiendo por 5-4 ante el Salamanca en 1998, o los desaciertos y la polémica gestión de Jesús Gil y Gil (fallecido recientemente), que casi desquician a un club que ahora parece ir por el camino de la recuperación, o incluso las increíbles derrotas con su rival de la ciudad, el Real Madrid, en muchos casos, en partidos que como mínimo, mereció empatar.
El Atlético Madrid tiene un correlato casi perfecto en el Racing Club argentino, que también por muchos años deambuló por la zona oscura siendo el mejor equipo de los primeros treinta años del fútbol argentino, el de más títulos de la era amateur, y el primer campeón intercontinental que tuvo el fútbol argentino (1967, ante el Celtic de Glasgow), así como también fue el primer equipo de su país en obtener un tricampeonato (1949-50-51). Sin embargo, aquel título que parecía potenciarlo hacia un futuro venturoso, fue el último ganado hasta 1988, cuando obtuvo la Supercopa sudamericana, dirigido por Alfil Basile (ex jugador y actual entrenador de la selección argentina) y recién en 2001 pudo volver a obtener un torneo nacional. Racing, al igual que el Atlético Madrid, también pasó por una inmensa cantidad de situaciones, desde derrotas insólitas, hasta un descenso al Nacional B (la segunda categoría) en 1983 para regresar en 1986 a la primera división, pero con el agregado de que como justo cambió el formato de los torneos, y el plantel se quedaba más de medio año sin jugar, la totalidad de los jugadores fue cedida al modesto club Argentino de Mendoza, con lo cual los jugadores pasaron a utilizar otra camiseta en ese lapso, jugando un torneo menor. Eso no es todo: Racing estuvo a punto de desaparecer como club y de hecho, una jueza llegó a anunciarlo públicamente, ante la enorme tristeza de su afición, pero muchos socios e hinchas se movilizaron, no dejaron embargar sus bienes con distintas movilizaciones, el club fue intervenido y pudo seguir participando en los torneos. Durante los primeros años de este siglo, Racing privatizó el manejo de sus finanzas y el fútbol a la empresa Blanquiceleste S.A, pero al contrario de ser una solución, terminó en un fracaso, con el equipo obligado a jugar dos partidos de promoción para evitar el segundo descenso de su historia, ante Belgrano de Córdoba. Racing evitó el descenso, se mantiene en la máxima división, pero está siendo intervenido otra vez por el Estado, a la búsqueda de una nueva solución, y habiendo perdido a muchos de sus jugadores, a apenas una semana del comienzo de una nueva temporada con el Torneo Apertura.
Un tercer ejemplo es el del Corinhians de Brasil, del que se considera por distintas encuestas y estudios que posee la segunda hinchada del país, apenas detrás del Flamengo, y que sin embargo no sólo estuvo veintiún años sin ganar un campeonato, invirtiendo en los mejores jugadores (allí jugaron desde Rivelino hasta Sócrates), sino que para 2003, fue presa de un extraño grupo inversor cuyos fondos provenían del magnate ruso Boris Berezovsky (que llegó a estar buscado por la Interpol) y por Kía Joorbachián, dueño de cinco pasaportes y con turbios antecedentes. Todo parecía funcionar bien con la llegada de estrellas como Gustavo Nery, Carlos Alberto, o los argentinos Carlos Tévez, Javier Mascherano o Sebastián Domínguez, y hasta ganó el principal torneo del año 2005, el Brasileirao, aunque esto duró demasiado poco, el grupo inversor se deshizo, los principales jugadores se fueron, y el Corinthians terminó en Segunda división por primera vez en su historia, desde donde sigue luchando para regresar a la zona de privilegio en la próxima temporada.
Todo indica que la suerte en el fútbol existe, sin dudas, pero estos ejemplos también nos indican que además de la suerte, hay otros factores que deben ser incluídos y no hubiera estado mal, entonces, que el Atlético Madrid, en su spot televisivo, incluyera, por ejemplo, alguna referencia a los errores del fallecido (y muchas veces justificado por los medios) Gil y Gil, como para no desligarse de su parte de responsabilidad, que sin dudas tiene también.
Efectivamente, el “Aleti” viene arrastrando treinta y cuatro años de mala fortuna, desde que en aquella final, que iba ganando en el segundo partido con gol de tiro libre de Luis Aragonés, en la última jugada del partido el defensor alemán del Bayern Munich Schwarzenbeck, aprovechó que el arquero Miguel Reina (padre de José, el actual guardavallas del Liverpool) había abandonado los palos para firmar un autógrafo a un alcanza pelotas, y empató el partido, dando lugar a otra final en la que, ya destruído animicamente, los españoles perdieron por el categórico 4-0.
A partir de ese momento, para el fútbol español, el Atlético Madrid fue “el pupas”, el equipo portador de la mala suerte, un estigma que no sólo no pudo superar, sino que le siguió costando dolores de cabeza: el descenso a segunda división el 7 de mayo de 2000, para regresar dos años después al campeonato principal, o aquella noche de Christian Vieri, autor de cuatro tantos y sin embargo, con el equipo perdiendo por 5-4 ante el Salamanca en 1998, o los desaciertos y la polémica gestión de Jesús Gil y Gil (fallecido recientemente), que casi desquician a un club que ahora parece ir por el camino de la recuperación, o incluso las increíbles derrotas con su rival de la ciudad, el Real Madrid, en muchos casos, en partidos que como mínimo, mereció empatar.
El Atlético Madrid tiene un correlato casi perfecto en el Racing Club argentino, que también por muchos años deambuló por la zona oscura siendo el mejor equipo de los primeros treinta años del fútbol argentino, el de más títulos de la era amateur, y el primer campeón intercontinental que tuvo el fútbol argentino (1967, ante el Celtic de Glasgow), así como también fue el primer equipo de su país en obtener un tricampeonato (1949-50-51). Sin embargo, aquel título que parecía potenciarlo hacia un futuro venturoso, fue el último ganado hasta 1988, cuando obtuvo la Supercopa sudamericana, dirigido por Alfil Basile (ex jugador y actual entrenador de la selección argentina) y recién en 2001 pudo volver a obtener un torneo nacional. Racing, al igual que el Atlético Madrid, también pasó por una inmensa cantidad de situaciones, desde derrotas insólitas, hasta un descenso al Nacional B (la segunda categoría) en 1983 para regresar en 1986 a la primera división, pero con el agregado de que como justo cambió el formato de los torneos, y el plantel se quedaba más de medio año sin jugar, la totalidad de los jugadores fue cedida al modesto club Argentino de Mendoza, con lo cual los jugadores pasaron a utilizar otra camiseta en ese lapso, jugando un torneo menor. Eso no es todo: Racing estuvo a punto de desaparecer como club y de hecho, una jueza llegó a anunciarlo públicamente, ante la enorme tristeza de su afición, pero muchos socios e hinchas se movilizaron, no dejaron embargar sus bienes con distintas movilizaciones, el club fue intervenido y pudo seguir participando en los torneos. Durante los primeros años de este siglo, Racing privatizó el manejo de sus finanzas y el fútbol a la empresa Blanquiceleste S.A, pero al contrario de ser una solución, terminó en un fracaso, con el equipo obligado a jugar dos partidos de promoción para evitar el segundo descenso de su historia, ante Belgrano de Córdoba. Racing evitó el descenso, se mantiene en la máxima división, pero está siendo intervenido otra vez por el Estado, a la búsqueda de una nueva solución, y habiendo perdido a muchos de sus jugadores, a apenas una semana del comienzo de una nueva temporada con el Torneo Apertura.
Un tercer ejemplo es el del Corinhians de Brasil, del que se considera por distintas encuestas y estudios que posee la segunda hinchada del país, apenas detrás del Flamengo, y que sin embargo no sólo estuvo veintiún años sin ganar un campeonato, invirtiendo en los mejores jugadores (allí jugaron desde Rivelino hasta Sócrates), sino que para 2003, fue presa de un extraño grupo inversor cuyos fondos provenían del magnate ruso Boris Berezovsky (que llegó a estar buscado por la Interpol) y por Kía Joorbachián, dueño de cinco pasaportes y con turbios antecedentes. Todo parecía funcionar bien con la llegada de estrellas como Gustavo Nery, Carlos Alberto, o los argentinos Carlos Tévez, Javier Mascherano o Sebastián Domínguez, y hasta ganó el principal torneo del año 2005, el Brasileirao, aunque esto duró demasiado poco, el grupo inversor se deshizo, los principales jugadores se fueron, y el Corinthians terminó en Segunda división por primera vez en su historia, desde donde sigue luchando para regresar a la zona de privilegio en la próxima temporada.
Todo indica que la suerte en el fútbol existe, sin dudas, pero estos ejemplos también nos indican que además de la suerte, hay otros factores que deben ser incluídos y no hubiera estado mal, entonces, que el Atlético Madrid, en su spot televisivo, incluyera, por ejemplo, alguna referencia a los errores del fallecido (y muchas veces justificado por los medios) Gil y Gil, como para no desligarse de su parte de responsabilidad, que sin dudas tiene también.
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