jueves, 28 de agosto de 2008

Las medallas y el apoyo estatal

Desde hace muchos años que la Argentina (como buena parte de Occidente) está invadida por un cáncer llamado "falso progresismo", o el discurso "políticamente correcto", que cree que debe haber conceptos fijos, inmutables, acerca de lo bueno o lo malo de acuerdo a criterios de este tipo: o son progres (es decir, "o son como yo pienso") o son "de derecha" o "están del otro lado", del lado de los que no quieren cambios en favor de "lo popular".
Si trasladamos estos conceptos a la Argentina, en esta versión vernácula aparecen los que creen que el gobierno de los Kirchner (primero Néstor entre 2003 y 2007, y ahora Cristina Fernández, su esposa, desde 2007 en adelante) es, efectivamente progresista. lo cual parece ser así en muchos de los aspectos trascendentes como el económico, Derechos Humanos o en las Relaciones Internacionales.
Ahora bien, ¿esto significa necesariamente que en Deportes también deba ser progresista? no necesariamente y es más: puede que haya la mejor buena voluntad en su secretario del área, el ex futbolista Claudio Morresi. Sin embargo, en gestión, la buena voluntad no es garantía. Es, en todo caso, condición necesaria, pero no suficiente. Sin conocimiento profundo del tema, sin capacidad de gestión ni formación académica al respecto, sin experiencia en el área, sólo queda el voluntarismo y la política de cara al público para justificar, demagógicamente, las acciones de gobierno como si éstas fueran efectivas, planificadas, pensadas.
Esto es lo que ocurrió esta semana con las lamentables y oportunistas declaraciones del funcionario acerca de que gracias a la política estatal se han concretado "los mejores Juegos Olímpicos argentinos de los últimos tiempos". Sinceramente, no se entiende qué es lo que se pretende con este tipo de manifestaciones. Tal vez, no desaprovechar una cosecha de medallas (seis) más o menos acorde a lo esperado, para rescatar "lo no tan malo" como algo "muy bueno" antes de que políticamente sea tarde y pasen los días de furor olímpico, intentando canalizar para el molino del oficialismo algo que, además de ser pobre en términos deportivos, nada tiene que ver con el Gobierno ni con ningún aporte estatal.
Creer que una mínima parte, aunque sea, de la sociedad argentina, va a aceptar que este Gobierno (reiteramos, con una política favorable en muchas de sus áreas), o siquiera el Estado, tuvieron que ver con logros como las medallas del fútbol, basquetbol, hockey femenino sobre césped, o ciclismo, es tomar al pueblo por tonto, o poco menos, con esas ridículas posturas.
En este sentido, es aún más esperpéntico buscar encontrar una tendencia positiva dividiendo las distintas épocas deportivas nacionales de acuerdo a un criterio antojadizo, como cuando en los tiempos de Juan Domingo Perón, en Buenos Aires se unían electoralmente circunscripciones como Mataderos y Barrio Norte.
Por ejemplo, en un comunicado de la Secretaría de Deportes, se toma "la dictadura militar" con cero medallas, cuando en verdad, en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, poco tuvo que ver la política militar cuando el golpe de Estado recién había ocurrido, o ni hablar de Moscú 1980, a los que la delegación argentina ni siquiera concurrió, plegándose al boicot organizado por los Estados Unidos.
Pero es aún menos coherente comparar épocas, cualquiera sean éstas, para terminar dando a entender que estas seis medallas representan una performance superior a otros tiempos, si luego se nos dice, en el mismo discurso oficial, que no interesan las medallas sino que cada vez más personas practiquen deportes. Si eso es lo que se persigue, ¿qué importa si se obtuvieron más, menos o iogual cantidad de medallas que antes? ¿importan o no importan las medallas?
Pero hay algo todavía más lamentable que esto, que es la claque de mediocres defensores de una gestión inexistente que aparece en algunos medios de comunicación masiva. Y todo porque se trata de "gomías progres" que ocupan esos cargos de funcionarios, y que puede que tengan en el pasado una importante militancia, pero eso no significa, absolutamente para nada, tener una mínima idea de gestión ni del área en la que se desempeñan.
Así, ahora descubrimos en el uno de los grandes diarios argentinos, que el Estado "no es el único responsable" de lo que ocurre con el deporte, que hay "otros" y que los que hablan de la falta de una política deportiva (como nosotros, que lo ratificamos absolutamente) son "oportunistas".
¿Es, acaso, oportunista, decir lo que es tan evidente como que la tierra gira alrededor del sol?, ¿Es oportunista bregar para que el Estado, de una vez por todas, planifique, oriente, piense, una política deportiva?, aunque haya "otros" responsables, ¿no es el Estado el principal a la hora de un proyecto deportivo nacional? ¿o es que acaso lo son las empresas privadas? ¿quién es el encargado de diseñar y llevar a cabo una política deportiva?
Parece que no basta con que los propios deportistas que viajaron a Pekin hayan sostenido a su regreso que se consideran "indigentes deportivos", o las duras respuestas de Juan Curuchet a las declaraciones de un Morresi que parece obnubilado y lejos de aquel muchacho tan lúcido que conocimos hace ya un cuarto de siglo.
Y tampoco se justifica en que antes de los Kirchner tampoco hubo una política deportiva estatal. Lo dijimos antes, lo decimos ahora y lo diremos mañana, con gobiernos de cualquier color político, si la situación lo amerita, porque no estamos atados a nada ni a nadie, somos independientes en serio, y no tenemos "gomías" a los que defender o con quien transar.
No hay una política deportiva estatal, no hay un proyecto serio, y quienes están en funciones desconocen el tema.
O ahora lo único que nos falta escuchar es que gracias a Morresi, Riquelme, Messi o el Kun Agüero se trajeron la segunda medalla dorada consecutiva. .
Pero en los medios de comunicación, especialmente los escitos, hay otros falsos progres. Los que ni siquiera se la juegan para justificar al Gobierno. Son los que tiran la piedra y esconden la mano, los que escriben de la FIFA, de los que están a miles de kilómetros, pero nada dicen de los "gomías" de acá a la vuelta, los que antes criticaban duramente a las distintas gestiones deportivas, y ahora callan por amistad, los que demuestran una vez más que se mueven por intereses personales, aunque la vayan de "izquierdistas".
Todos ellos integran la jungla de los "falsos progres", capaces de todo, de justificar o de omitir vendiendo "ideas de izquierda" que no existieron nunca.
No hay que dejarse engañar. No hay política deportiva, y hay que decirlo bien clarito, como corresponde. Y así lo decimos, una vez más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantastico, Sergio !.
Pequeña critica :me saca un poco de la lectura fluida cuando utilisas terminos del lunfardo.
Pero el articulo esta excelente.

Simud dijo...

Estoy de acuerdo, pero agregaría que más allá de la comparación -que es del todo inútil e improductiva- se suma la lógica de negación u omisión de aquellas épocas en que el deporte nacional un poco más competitivo a nivel internacional. Cuando Morreli habla de los últimos 60 años, está prudentemente olvidando los juegos olímpicos en que el país ganó más medallas.
(ver http://problematicoyfebril.blogspot.com/2008/08/la-curiosa-memoria-olmpica-de-la.html)

Un saludo.