Parece que se va Castrilli. Que se hartó de estar harto, como diría el gran Nano catalán, de que los clubes y la AFA le cuenten el cuento de la parrala, y como si hoy, a finales de la década, se enterara de lo que es el fútbol argentino y principalmente sus dirigentes, se enoja y se va. Aquel árbitro con mirada impertérrita que un día decidió impartir justicia en un país que no conoce de estos menesteres y cuya diosa perdió la venda hace ya mucho tiempo, y cuya balanza cayó al suelo y se rompió en mil pedazos y ahora pretende recomponerse, vuelve a creer que es posible aplicar la ley a rajatabla, sólo que no hablamos ya de un reglamento votado en democracia, sino de otro que proviene de las más altas esferas del fútbol, la de la FIFA.
El postulado diría que si el máximo organismo del balompié mundial sostiene que todos los espectadores tienen que estar sentados en un estadio, eso va a misa sin importar las condiciones sociales ni las tradiciones de cada lugar, y bajo apercibimiento de suspensión. Y Castrilli cierra los ojos, pone su mejor cara de malo, se engomina, se peina, y en el tiempo libre que le queda de su participación en el canal de propiedad del grupo mediático más fuerte de la Argentina (Clarín), que comparte los derechos de TV del fútbol con TyC, se sienta a ejercer de funcionario y a exigir que se termine un siglo de cultura de una manera de sentir y ver los partidos, formando más parte del espectáculo que en otros ámbitos, con la gente saltando y alentando a sus equipos, para que todos se sienten como en el teatro, sólo porque FIFA dixit.
No hay necesidad de reflexión y tampoco capacidad de pensar que al fin de cuentas, nunca como ahora mandaron más los violentos. Aquel duelo entre Boca y River de la Copa Libertadoresde 2004, cuando se decidió que cada equipo jugara sólo con sus hinchas, sin los del rival, se quebró con algo mucho peor que el no dejar entrar a la hinchada visitante. Lo que se logró fue acabar con la convivencia en un espacio público entre dos grupos que sienten o piensan distinto, seterminó con una cultura en la Argentina. Y claro: hay menos muertes porque no están los hinchas contrarios. ¿Cúál es la gracia de tapar el cielo con un pañuelo o esconderse para no querer ver la realidad?, ¿cuál es la gracia de perder un cuarto de la recaudación para instalar un pulmón que separe hinchadas que antes convivían sin esa necesidad? cada pulmón en un estadio sólo es la muestra de nuestra imbecilidad cotidiana, ycreemos, como Castrilli, que acaso eso se solucione porque todos estén sentados. ¿Para cuándo será que nos toque crecer, madurar, pensar? ¿por qué, acaso, el Liverpool puede conseguir que el mítico "The Kop" siga funcionando, con sus hinchas parados, gritando "you never walk alone?", y nosotros no? porque estamos empeñados siempre en hacer cumplir lo que se dice y porque nos esforzamos en vulnerar la ley y entonces en vez de reclamar que se respete nuestra cultura, aceptamos los mandatos para no quedar mal con los jefecitos, y luego pedimos una tonta prórroga indefinida.
Y Castrilli pretende que en este esquema, los clubes cumplan con la ley.....
Es lógico que se vaya, porque la que le quedaba era esperar sentado.
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