Quienes hemos tenido la inmensa fortuna de presenciar en directo, en el estadio Vicente Calderón, el partido de ida por la Copa del Rey entre el Atlético Madrid y el Barcelona, hemos podido disfrutar doblemente del festival que llevara a cabo el argentino Lionel Messi y que lo proyecta definitivamente al trono de los mejores futbolistas del mundo, acaso el mejor en la actualidad, y con chances concretas de ingresar en el club de los monstruos de este deporte.
En efecto, desde hace ya muchos años, acaso con la única duda de si el francés Zinedine Zidane puede entrar en él, que no aparece un jugador que al menos sea susceptible de compararse con ex futbolistas del gran listado, como lo son su compatriota (y actual seleccionador) Diego Maradona, como así también Pelé, Beckenbauer, Alfredo Di Stéfano y el holandés Johan Criuff.
¿Puede Messi llegar a ingresar en tal alto lugar en la consideración de los analistas? Todo indica que sí, pero será el tiempo el encargado de corroborarlo. Tiene la virtud que pocos jugadores han tenido, de volar cuando toma contacto con la pelota y no es difícil darse cuenta, en medio de los veintiún jugadores restantes, que se trata de alguien distinto, diferente, capaz de hacer magia en cualquier jugada.
Puede decirse también que en las escasas temporadas que lleva jugando en el Barcelona, su evolución ha sido notable y que ya mismo tiene una gambeta superior a la que tuvo el propio Maradona y una velocidad corta insuperable, así como una gran definición frente al arco rival, que hace que en media temporada, sin ser un goleador nato, se encuentre en los diecinueve tantos, una cifra notable para principios de enero en Europa.
En más de una oportunidad, en diferentes entrevistas que le hemos hecho desde que comenzó su carrera, Messi nos ha insistido mucho en que su posición en el campo de juego es la del clásico número diez argentino, es decir, en el sector creativo del equipo, y si juega por la punta derecha (aunque va saliendo de ese lugar en la nueva etapa que comenzó esta temporada), es porque así lo fueron acostumbrando en el Barcelona, debido a jugadores como Ronaldinho, Deco o Xavi, pero una vez que partieron el brasileño y el portugués, el número diez ya fue suyo y fue recuperando su lugar original, en el que es evidente que rinde más.
Tanto es así, que aún partiendo de la banda derecha, Messi suele tender a cerrarse hacia el vértice del área grande, a donde un volante creativo o un compañero de ataque suele cortarle el balón para ingresar al área con velocidad y definir o dar el último pase, pero no por casualidad ganó en 2005 el Mundial sub-20 de Holanda siendo el Botín de Oro como mayor goleador, y Balón de Oro como mejor jugador.
Paradójicamente, en la selección argentina aún no ha terminado de explotar, en cierta forma, porque el equipo apareció desganado en los últimos tramos bajo la dirección técnica de Alfio Basile, y porque suele utilizar una táctica que no lo favorece, dándole el eje del juego a Juan Román Riquelme, mucho más lento y posicional que Messi.
Si bien jugaron juntos y ganaron muy bien la medalla dorada olímpica en Pekín 2008, no parece fácil conciliar el juego de ambos y el perjudicado es Messi porque Maradona lo prefiere en la función de “pasador”, como lo expresó en más de una oportunidad, que desde ya que Messi puede hacerlo, pero es limitar demasiado (y Maradona lo sabe mejor que nadie) a una superestrella capaz de muchísimo más.
Por eso es realmente extraño que Maradona aparezca en los medios de comunicación diciendo que para él, el seleccionado argentino es “Mascherano y diez más” o que quiere que Riquelme o Juan Sebastián Verón sean “los directores técnicos dentro de la cancha” reservando para Messi, hoy un indiscutido en todo el mundo, para una labor secundaria dentro del esquema general.
Tampoco se entiende, aunque pretenda mantener una postura neutral entre sus dirigidos, cómo alguien que lució su mismo número y jugó un fútbol tan excelso, no se haya manifestado luego de la exhibición ante el Atlético Madrid, cuando todo el estadio lo ovacionó de pie con Maradona en el palco de honor, y cuando todos los medios españoles ya comienzan a compararlos.
¿Es posible comparar a Messi con Maradona? Sí que es posible, porque se trata de la misma posición en el campo aunque en tiempos diferentes y marcas distintas. Messi parece tener más gambeta y mayor facilidad en el uno contra uno, pero Maradona lucía más con la pelota, y tenía mejor remate de media y larga distancia, pero ambos son mágicos.
¿Qué le falta a Messi para entrar en el selecto club de los monstruos del fútbol? Mayor remate, continuidad en el tiempo, y que no lo acosen las lesiones, acaso su mayor preocupación en el mundo del fútbol, mucho mayor aún que los rivales de turno. Porque su juego, de mucho enfrentamiento con el rival, lo expone a recibir muchas agresiones, de lo que deberá tomar nota y cuidarse o buscar mecanismos para salir airoso.
Messi sigue creciendo, y nos va regalando su magia y su fútbol en cada partido, sin guardarse nada, y su técnica lo coloca, hoy como nuevo rey del fútbol mundial, aunque lo deberá ratificar en este magnífico Barcelona y en el momento crucial, en el próximo Mundial 2010 en Sudáfrica, aunque él no parezca demasiado preocupado.
En efecto, desde hace ya muchos años, acaso con la única duda de si el francés Zinedine Zidane puede entrar en él, que no aparece un jugador que al menos sea susceptible de compararse con ex futbolistas del gran listado, como lo son su compatriota (y actual seleccionador) Diego Maradona, como así también Pelé, Beckenbauer, Alfredo Di Stéfano y el holandés Johan Criuff.
¿Puede Messi llegar a ingresar en tal alto lugar en la consideración de los analistas? Todo indica que sí, pero será el tiempo el encargado de corroborarlo. Tiene la virtud que pocos jugadores han tenido, de volar cuando toma contacto con la pelota y no es difícil darse cuenta, en medio de los veintiún jugadores restantes, que se trata de alguien distinto, diferente, capaz de hacer magia en cualquier jugada.
Puede decirse también que en las escasas temporadas que lleva jugando en el Barcelona, su evolución ha sido notable y que ya mismo tiene una gambeta superior a la que tuvo el propio Maradona y una velocidad corta insuperable, así como una gran definición frente al arco rival, que hace que en media temporada, sin ser un goleador nato, se encuentre en los diecinueve tantos, una cifra notable para principios de enero en Europa.
En más de una oportunidad, en diferentes entrevistas que le hemos hecho desde que comenzó su carrera, Messi nos ha insistido mucho en que su posición en el campo de juego es la del clásico número diez argentino, es decir, en el sector creativo del equipo, y si juega por la punta derecha (aunque va saliendo de ese lugar en la nueva etapa que comenzó esta temporada), es porque así lo fueron acostumbrando en el Barcelona, debido a jugadores como Ronaldinho, Deco o Xavi, pero una vez que partieron el brasileño y el portugués, el número diez ya fue suyo y fue recuperando su lugar original, en el que es evidente que rinde más.
Tanto es así, que aún partiendo de la banda derecha, Messi suele tender a cerrarse hacia el vértice del área grande, a donde un volante creativo o un compañero de ataque suele cortarle el balón para ingresar al área con velocidad y definir o dar el último pase, pero no por casualidad ganó en 2005 el Mundial sub-20 de Holanda siendo el Botín de Oro como mayor goleador, y Balón de Oro como mejor jugador.
Paradójicamente, en la selección argentina aún no ha terminado de explotar, en cierta forma, porque el equipo apareció desganado en los últimos tramos bajo la dirección técnica de Alfio Basile, y porque suele utilizar una táctica que no lo favorece, dándole el eje del juego a Juan Román Riquelme, mucho más lento y posicional que Messi.
Si bien jugaron juntos y ganaron muy bien la medalla dorada olímpica en Pekín 2008, no parece fácil conciliar el juego de ambos y el perjudicado es Messi porque Maradona lo prefiere en la función de “pasador”, como lo expresó en más de una oportunidad, que desde ya que Messi puede hacerlo, pero es limitar demasiado (y Maradona lo sabe mejor que nadie) a una superestrella capaz de muchísimo más.
Por eso es realmente extraño que Maradona aparezca en los medios de comunicación diciendo que para él, el seleccionado argentino es “Mascherano y diez más” o que quiere que Riquelme o Juan Sebastián Verón sean “los directores técnicos dentro de la cancha” reservando para Messi, hoy un indiscutido en todo el mundo, para una labor secundaria dentro del esquema general.
Tampoco se entiende, aunque pretenda mantener una postura neutral entre sus dirigidos, cómo alguien que lució su mismo número y jugó un fútbol tan excelso, no se haya manifestado luego de la exhibición ante el Atlético Madrid, cuando todo el estadio lo ovacionó de pie con Maradona en el palco de honor, y cuando todos los medios españoles ya comienzan a compararlos.
¿Es posible comparar a Messi con Maradona? Sí que es posible, porque se trata de la misma posición en el campo aunque en tiempos diferentes y marcas distintas. Messi parece tener más gambeta y mayor facilidad en el uno contra uno, pero Maradona lucía más con la pelota, y tenía mejor remate de media y larga distancia, pero ambos son mágicos.
¿Qué le falta a Messi para entrar en el selecto club de los monstruos del fútbol? Mayor remate, continuidad en el tiempo, y que no lo acosen las lesiones, acaso su mayor preocupación en el mundo del fútbol, mucho mayor aún que los rivales de turno. Porque su juego, de mucho enfrentamiento con el rival, lo expone a recibir muchas agresiones, de lo que deberá tomar nota y cuidarse o buscar mecanismos para salir airoso.
Messi sigue creciendo, y nos va regalando su magia y su fútbol en cada partido, sin guardarse nada, y su técnica lo coloca, hoy como nuevo rey del fútbol mundial, aunque lo deberá ratificar en este magnífico Barcelona y en el momento crucial, en el próximo Mundial 2010 en Sudáfrica, aunque él no parezca demasiado preocupado.
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