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Independiente no descendió el sábado ante San
Lorenzo. En realidad, al caer 0-1 terminó de descender tras un largo proceso
que comenzó en los años noventa y que se desencadenó naturalmente por estos
días, para completar la saga de cuatro de los cinco clubes grandes que ya
conocen lo que es bajar a la Segunda división.
Más allá de que en la Argentina, un descenso es
tomado por una sociedad tan necrofílica como si fuera la muerte de un ser
querido, sí es un hecho deportivamente muy negativo e impropio de un club con
tanto prestigio, tantos títulos nacionales e internacionales ganados, tantos
cracks que albergó a lo largo de sus 108 años de historia, y una manera de
jugar que caracterizó a sus hinchas como de “paladar negro” con justa razón.
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