Muchos, internamente, reconocen que el que pasó fue
un verano extraño. El Atlético Madrid no vivía una situación como ésta desde
hace años, porque viene de atravesar tiempos tranquilos, con un trabajo a largo
plazo que comenzó en 2011 con el argentino Diego Simeone como entrenador.
Sin embargo, las cosas parecía que comenzaban a
cambiar cuando en el final de la temporada 2015/16, el Atlético perdió por
penaltis la final de la Champions League de Milán ante el Real Madrid por
segunda vez en tres años, y como en 2014, había estado al borde de ganar el más
preciado trofeo europeo, pero una vez más se quedó en la puerta del título.
La desazón llevó a Simeone, un indiscutido por los
hinchas y socios del Atlético que valoran ampliamente su trabajo que encumbró
al equipo a lo más alto, a señalar en la conferencia de prensa posterior a la
final que necesitaba tomarse un tiempo para pensar si seguiría o no, pese a que
su contrato había sido ampliado hasta 2020.
La situación se tornó tan complicada, que los
dirigentes más importantes del Atlético, el consejero delegado Miguel Gil
Marín, y el director deportivo Andrea Berta, tuvieron que desplazarse a Buenos
Aires durante las vacaciones para convencerlo de que siguiera, especialmente en
este momento tan importante para el club, que se coronará en la próxima
temporada con la mudanza del estadio Vicente Calderón al de La Peineta.
Las negociaciones no fueron fáciles e incluso,
distintas versiones indican que Simeone estuvo a punto de marcharse pero los
dirigentes le señalaron que el camino para tomar esa decisión era pagar la
correspondiente cláusula y el argentino decidió no hacerlo y tampoco se
hicieron cargo dos de los clubes que lo pretendían, ni el Inter de Milán ni el
PSG del poderoso jeque qatarí Al Thani.
Finalmente, esta semana se dio a conocer que Simeone
y los dirigentes resolvieron dar por finalizado el contrato que los une en
2018, es decir, dos años antes de lo previsto, y no parece casual, si lo
relacionamos con lo que hemos contado en la introducción de esta columna.
2018 no es un año más, sino cuando acabe la primera
temporada en el nuevo estadio, y por otra parte, cuando acabe el contrato de
Simeone con el Atlético será justo cuando se juegue el Mundial de Rusia, y
puede que al terminar el mismo, quede vacante el puesto de entrenador de la
selección argentina, a la que no accedió en esta oportunidad por estar ya
comprometido con el proyecto a largo plazo del Atlético, pero que lo encontrará
libre si existe la chance dentro de poco menos de dos años.
También el Inter italiano sigue pretendiendo
contratar a Simeone, quien no sólo fue jugador del club sino que mantiene una
excelente relación con su compatriota, vicepresidente, ex capitán e ídolo del
club milanés, Javier Zanetti, quien ya manifestó que el club y el entrenador
“se encontrarán en algún momento”.
Tampoco parece que el PSG haya renunciado a contar
con Simeone en el futuro y de hecho, si fichó como entrenador a Unai Emery, fue
porque esperó hasta cuando pudo al argentino desde que se marchó el francés
Lorent Blanc al finalizar la pasada temporada, pero no pudo concretarse el
acuerdo al no estar dispuesto a pagar la cláusula de rescisión al Atlético.
Algunos relacionaron los dos primeros malos
resultados del Atlético en la Liga (dos empates poco usuales ante Alavés en el
Vicente Calderón y ante el Leganés), a que las cosas no estuvieron bien en el
verano y a que el argentino consideró seriamente marcharse.
Existen versiones que hasta sostienen que Simeone
recriminó a su plantilla tras esos dos partidos recordándole que ya desde la
pretemporada le advertía que no la veía bien, algo que no había ocurrido
anteriormente y que habría sorprendido a más de un jugador.
Sin embargo, algo de positivo tuvieron esas
conversaciones entre Simeone y la plantilla, porque hay pocos entrenadores en
el mundo con tanta capacidad de convencimiento y de llegar a fondo a sus
jugadores.
Desde ese momento, el Atlético, ahora compuesto por
estrellas que integran una de las plantillas más completas y ricas, con
fichajes caros con la idea de acercarse en la competencia al Real Madrid y al
Barcelona, comenzó a despegar y llegaron tres resultados contundentes, que
dejan la idea de que los “colchoneros” volvieron a ser aquel equipo regular y
complicado de las temporadas pasadas.
El contundente 0-4 en Vigo a un siempre difícil
Celta, dirigido por su compatriota (y ex compañero en distintas selecciones
nacionales) Eduardo Berizzo, sin dudas marcó un cambio sustancial a favor. Pero
mucho más el 0-1 en Holanda al PSV que fue complicadísimo rival en la pasada
Champions League, para rematar con un clarísimo 5-0 al Sporting de Gijón este
pasado fin de semana por la Liga, justo cuando esperaba el Barcelona en el Camp
Nou.
Con muchas más variantes que en temporadas pasadas,
y con la certeza de que Simeone se sentará en el banquillo de entrenador por
dos temporadas más, el Atlético cuenta ahora con algunas certezas para iniciar
el despegue definitivo y lanzarse a buscar la Champions que se le negó por muy
poco en los últimos años, y a pelear en cada una de las competencias, como ya
se acostumbraron sus seguidores.
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