miércoles, 7 de febrero de 2018

Boca lidera, gana, pero no convence



Boca Juniors es el puntero del Torneo Argentino, lleva seis puntos de ventaja a su inmediato perseguidor, San Lorenzo de Almagro, con el que empató 1-1 en el fin de semana pasado como visitante, el próximo 11 de febrero cumplirá catorce meses como líder de los distintos campeonatos de Primera División de la AFA y sin embargo, no juega bien y genera la idea –habitual en este contexto- de que es ayudado desde un poder político que efectivamente tiene.

Desde lo estrictamente futbolístico, Boca podría describirse en buena parte por lo ocurrido el domingo en el Nuevo Gasómetro: no sólo no pudo definir el partido con dos jugadores de más en el final y uno más durante muchos minutos, sino que ni siquiera encontró una línea de juego que lo hiciera parecer superior a su rival.

Es cierto que Boca tiene dos lesionados claves, de los que no puede disponer desde hace meses (Fernando Gago y Darío Benedetto) y no es un tema menor. Pero a pocos días de iniciar su recorrido por su principal objetivo del año, la Copa Libertadores de América, su esquema de juego es difícil de entender, y tampoco parece para nada compensado su plantel.

Si bien tiene dos arqueros aceptables como Agustín Rossi y Guillermo Sara, ninguno de los dos aparece con el peso necesario para asegurar presencia en partidos decisivos de primer orden y todo indica que cuando se abra el próximo mercado de verano europeo podría tener la chance de repatriar a Willy Caballero, hoy en el Chelsea, jugando la FA Cup como suplente de Tibhaut Courtois y sin demasiada proyección a excepción de que el arquero belga sea transferido.

En la defensa, se entiende muy poco el movimiento de este mercado. La búsqueda de otro lateral derecho, como Julio Buffarini, puede aceptarse desde la certeza de la dirigencia acerca de que Gino Peruzzi se iría (como se acaba yendo), aunque todo indicaba que el pibe Nahuel Molina venía empujando de abajo con buena proyección cuando le tocó jugar. En cuanto a los laterales izquierdos, se entiende la contratación de Emanuel Mas para pelear el puesto con el colombiano Frank Fabra, pero cuesta más comprender el tema de los centrales, con la salida de Juan Manuel Insaurralde y que entonces sólo hayan quedado tres jugadores para dos puestos (Paolo Goltz, Lisandro Magallán y Santiago Vergini), tras fracasar el  nuevo intento por fichar al paraguayo Gustavo Gómez, del Milan, que a su vez, tiene muy pocos partidos en un equipo flojo, es decir que tampoco su llegada garantizaba nada.

El medio del campo ofrece volantes de mucha calidad y variedad, y sin embargo, el único volante de contención real es el colombiano Wilmar Barrios, y aunque el entrenador Guillermo Barros Schelotto no es muy proclive a jugar con un armador, en vez de darle lugar al chico Gonzalo Maroni cuando no le queda otra salida que utilizar esta posición, luego de demostrar sus condiciones en los escasísimos minutos que dispuso hasta ahora, decidió fichar a Emanuel “Bebelo” Reynoso, adelantándose a Independiente, para la misma función.

La llegada de Carlos Tévez desde China, sin mucho roce en el último año, desde una liga menor, y sin claridad sobre qué lugar podría ocupar en un esquema táctico, no parece ayudar demasiado al entrenador, que sabe que por su peso e historia, no es muy factible que pueda aceptar ir al banco de suplentes, mientras que Ramón “Wanchope” Abila parece no contar por no haber sido elegido por el cuerpo técnico sino traído por el presidente Daniel Angelici, quien seguramente lo pensó como amigo de Tévez, para facilitarle el ambiente a su regreso desde tierras orientales.

Tampoco Boca pensó en fortalecer el ataque con otros jugadores de mayor peso teniendo en cuenta que finalmente Angelici no cedió para recuperar a Ricardo Centurión, con una moralina llamativa para quien no da precisamente la mejor imagen en cuanto a sus movimientos de influencias políticas y jurídicas en los distintos campos sociales.

Entonces, Boca se quedó sin Centurión, ni cuenta con Benedetto, tampoco Abila cuenta para el cuerpo técnico, y carga en su banco con dos jugadores que no ofrecen garantías mínimas como Cristian Espinoza y Oscar “Junior” Benítez.

En resumen, se trata de un plantel sin un arquero que de garantías, con apenas tres centrales para encarar campeonato, final de la Supercopa Argentina ante River Plate (trofeo que los medios exageran debido a que no hay otro Superclásico hasta la temporada siguiente y ante la necesidad de vender aunque esta final no tiene ni punto de comparación con aquella del Nacional de 1976), con un solo volante de contención, y apenas dos delanteros puros contrastados con chances de titularidad (Cristian Pavón y Walter Bou), otro que no quiere el DT, otro que es mediapunta y dos que casi no cuentan.

Aún así, ante la mediocridad del fútbol argentino, a Boca le sigue sobrando hasta ahora para ganar el torneo con cierta comodidad y como para centrarse en la Copa Libertadores, pero…¿le alcanza de verdad para pelear en los dos frentes con tanto desequilibrio en su plantel?

Más allá de sus jugadores, tampoco Boca alcanzó un buen nivel de juego desde hace varios meses. Más allá de algún intento por salir jugando, Rossi suele sacar a veces largo desde el arco, y sin destino, y volantes con cierto nivel de juego terminan siendo más “picapiedras” que dúctiles porque a Boca parece quedarle mucho más cómodo (parece mentira) jugar a la contra, explotando la velocidad de Pavón, jugador que tal vez por falta de madurez, resuelve mal el 90 por ciento de las definiciones, pero con algunos goles y con esa catacterística veloz, y debido al peso de la camiseta azul y oro, ya le valió para que buena parte de la prensa lo viera como candidato para ingresar en la lista definitiva para el Mundial de Rusia.

Si esto ya era así hasta fines de 2017, otro interrogante se abre con el regreso de Tévez. ¿En qué posición debe jugar? Si desde la salida de Centurión, Barros Schelotto nunca pudo resolver la banda izquierda del ataque, donde equivocadamente quiso colocar a Edwin Cardona, un diez clásico, ahora con el regreso del Apache se le abre otro interrogante.

Porque Tévez no es extremo ni quiere jugar allí (alguna vez lo hizo en la selección argentina, pero no terminó de convencer), tampoco es un nueve clásico, y tampoco es un diez clásico armador de juego. Pero al no contar Boca con un extremo izquierdo, acaso eso pueda facilitar el paso de aquel 4-3-3 que constituyó la mejor época de este ciclo, cuando Gago, Benedetto y Centurión, con su clase, ayudaron a su DT a salir del atolladero, a un 4-3-1-2 (si jugaran en el medio Nández y Pablo Pérez acompañando a Barrios, con Cardona de armador, y Pavón-Bou en el ataque), pero todo indica que debería decantarse por Pérez o Nández, si pretende un equipo más audaz y para encontrarle un lugar a Tévez sin sacrificar a Cardona ni a Bou.

Sin Cardona, perdería pausa y sin Bou,  en el caso de que Tévez –como ante San Lorenzo- acompañara a Pavón, ataque directo.

Esto sin dudas abre un intríngulis en cuanto a lo táctico pero muestra una vez más y aunque hoy no parezca ser sujeto de debate, que se puede ser campeón, liderar el torneo por casi un año y medio, tener una enorme cantidad de jugadores, y no por eso tener una idea de juego ni un plantel compensado.


Boca sigue avanzando, pese a todo, pero si no define tantos aspectos pendientes, la tormenta puede llegar en cualquier momento y acabar con una exagerada idea de primavera eterna.

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