Por estos días, varios reconocidos colegas de
prensa, muchos de ellos con experiencia en varios mundiales, con capacidad
contrastada, deambulan por todos los medios de prensa buscando un resquicio, un
atajo, por el que acreditarse al próximo Mundial de Rusia 2018 ante el
inminente cierre de inscripciones por parte de la FIFA.
Dos de estos colegas, de una importante ciudad
litoraleña, con quienes hemos tratado y
vimos trabajar a excelente nivel en los últimos seis Mundiales y en las últimas
seis Copas América, cuentan, para la cobertura de Rusia, con suficientes
publicidades para su radio y todo el operativo armado, pero buscaban
desesperadamente un lugar entre los acreditados al certamen, o un hueco entre
los escasos medios con derechos de transmisión.
Otro colega, en este caso con un programa de TV de
muchísimos años, con invitados de primer nivel, tampoco logra acceder al torneo
y en este caso, parece ya resignado a verlo a distancia, luego de haber estado
acreditado en otros. Esto se repite, por lo que hemos comprobado y chequeado,
en toda Latinoamérica.
Este colega, junto a otro, prestigioso abogado
argentino que vive en el exterior y que tampoco consigue una acreditación,
intentó en vano inscribirse en el Canal de Medios de la FIFA como parte de la
prensa gráfica para que se contemple, un poco más accesible desde allí, la
chance de conseguir la ansiada acreditación, pero el organismo mundial del
fútbol les respondió secamente, en todos los casos, que aunque hayan escrito
decenas de artículos “ya se han registrado” como prensa oral y que entonces no
podrán cambiar de status.
La FIFA sigue sin contemplar que en este tiempo que
nos toca vivir, haya periodistas que trabajan para medios gráficos y al mismo
tiempo también se desempeñan para medios orales como radio y TV, por lo que
separa unos de otros: o se es periodista gráfico o se es periodista de radio y
TV.
Por esta razón, los periodistas que logran
registrarse como gráficos no suelen tener problemas de acreditación pero en
cambio quienes figuran como de radio o TV, sólo pueden acreditarse si
pertenecen a medios orales que tengan derechos de transmisión adquiridos. Caso
contrario, los muy pocos periodistas acreditados, con radios o TV sin derechos,
no pueden ingresar al estadio los días de partido. Ya no al partido. Tampoco al
estadio para hacer notas en la previa o a posteriori.
¿Por qué razón ocurre esto? Por un grave problema
que pasaremos a analizar y que creemos que debe tener una solución urgente, a
muy corto plazo. Pero de forma, lo que se ve, lo tangible, es que los medios
orales que compraron esos derechos de transmisión se oponen a que quienes no
los tienen formen parte de la fiesta. Algo parecido a lo que ya hemos conocido
en la Argentina hasta 2009, cuando Torneos y Competencias (TyC) no permitía que
otras cámaras ingresaran a tomar imágenes de los partidos de los torneos
locales, o cuando bloqueaba la chance de que el público que no había abonado el
sistema Pay Per View (PPV) viera los goles hasta las 22 horas del domingo
cuando por TV abierta se emitía “Fútbol De Primera”, producido por la propia
TyC.
Lo cierto es que no se trata de un motivo comercial,
para aquellos que creen que quien compra los derechos de TV puede arrogarse el
derecho, a su vez, de no permitir el ingreso de los demás competidores. Porque,
por ejemplo, sabemos del caso de una radio de una ciudad pequeña de Córdoba a
la que Torneos, dueña de los derechos de TV, radio, internet y telefonía móvil
para Rusia 2018, llegó a pedirle 250.000 dólares por venderle parte o la
totalidad de esos derechos, una cifra directamente obscena, como para que la
emisora no responda más o para que simplemente se retire de la operación.
Tampoco, hasta hoy, pueden acceder otras emisoras
fuertes o con nombre de Buenos Aires como AM 750, donde relata Víctor Hugo
Morales, muy enfrentado con TyC, y Radio Continental no lograba llegar a un
acuerdo, en tanto que sólo Cadena 3 (Radiodifusora del Centro SA) y los medios
estatales como TV Pública y Radio Nacional, agrupados en Radio y Televisión
Argentina S.E. (en este caso, con algunos partidos, no todos, y pagando 8
millones de pesos por ello) eran los únicos que habían conseguido comprarlos.
Ahora bien, ¿cómo puede ser que esta FIFA del “cambio”,
que tanto pregonó su nuevo presidente, el ítalo-suizo Gianni Infantino, haya
permitido que una empresa como Torneos, cuyo ex CEO, Alejandro Burzaco, estuvo
preso y tuvo que pagar una fianza de casi 113 millones de dólares a la Justicia
de los Estados Unidos por haber admitido coimas para quedarse con derechos de
Mundiales y Copas América, siga ostentando esos derechos pese a todo lo que ya
se sabe que ocurrió?
Esta pregunta comienza a responderse en un entramado
muy complejo que en verdad comienza ya en tiempos de Joao Havelange pero que
siguió nítidamente en tiempos de Joseph Blatter como presidente de la FIFA
(1998-2015), cuando la entidad madre del fútbol mundial le vendió los derechos
a una tal Mountrigi Management Group LTD, que a su vez, para otros Mundiales y
para éste de Rusiam, es la empresa que le vendió los derechos para Argentina as
TyC International BV para TV, radio, telefonía móvil e internet.
La historia de Mountrigi se originó a partir de dos
nombres, Miguel Diez de Urdanivia y Mauricio Simón Fajer, que comenzaron
teniendo un extraño intercambio comercial con el gigante de la comunicación
mexicana Televisa, y poseen un permiso (no menos llamativo) para comerciar sin
intermediarios en países latinoamericanos, una prerrogativa sugestiva en
tiempos de FIFA-Gate.
En verdad, Mountrigi había nacido en 2001 (ya en
tiempos de Blatter) como Videoserpel LTD en Suiza, o sea, tierra de Blatter, y
con la presidencia empresarial de un tal Willi Dietschi e inmediatamente firmó
un contrato con Televisa de “aportaciones no dinerarias” pero que incluían la
transmisión de bienes inmateriales para operaciones de programas de radio, derechos
de autor, derechos de contenido de programas, etc.
El 12 de noviembre de 2002, Videoserpel y Televissa
se fusionaron y la empresa mexicana acabó quedándose con todos los derechos
pero en otra extraña operación, un mes más tarde, el 14 de diciembre, Televisa
volvió a cedérselos a Videoserpel, que entonces se cambió de nombre a la actual
Mountrigi.
Los dos empresarios (Urdanivia y Fajer) siempre
contaron con la cobertura de la Organización de Televisión Iberoamericana (OTI)
y con Emilio Azcárraga Jean, presidente
e hijo del fundador de Televisa, prolongando aquel poderío de Guillermo Cañedo,
un hombre muy cercano a Joao Havelange en los primeros tiempos del brasileño en
la FIFA.
Esto que repercute en la Argentina, con el bloqueo
de los derechos para casi todos los medios, se repite en toda América, casi
como un espejo.
La pregunta final es por qué, si Infantino pregona
tantos cambios, si su campaña electoral para llegar a la presidencia de la FIFA
fue basada en la transparencia, resulta que los mismos de siempre tienen los
derechos, los que en muchos casos se ha comprobado que pagaron coimas para
conseguirlos y no contentos con eso, y pese a sanciones judiciales graves,
siguen como si nada pasara y no sólo eso, sino que bloquean el ingreso del
resto de los medios.
¿Por qué no hay, en tiempos de pregonados cambios en
Zurich, una subasta pública en la que, además, queden fuera de la compulsa los
que hicieron trampa en el pasado?
Lo concreto es que para Argentina, TyC International BV, sólo vendió parte de los
derechos al estado, a Cadena 3 de Córdoba, a Tele Red Imagen SA (TRISA), que es
una asociación con el Grupo Clarín, y a DirecTV Latin América LLC, que a su vez
tiene un 40 por ciento de TyC.
Es decir, que todo queda en “familia”.
Si eso no es monopolio, que la cuenten como quieran.
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