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Usted
consiguió algo inédito, el título sudamericano sub-20 con la selección
ecuatoriana. ¿Cómo fue el proceso para este logro?
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Hace
dos años, la Federación Ecuatoriana me convocó para dirigir a los distintos
seleccionados juveniles, luego de haber hecho un largo trabajo en la
Universidad Católica local donde tengo el récord sudamericano de permanencia en
un equipo, con ocho temporadas en las que se consiguió el ascenso a Primera y
jugó un fútbol respetado en el país. Por suerte, usando el mismo sistema, me
fue bien en la selección sub-20.
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¿En
qué consistió el trabajo con la selección juvenil?
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Recorrimos
todo el país y en un principio, seleccionamos unos ochocientos jugadores de los
que en una segunda etapa quedaron doscientos, y finalmente veintitrés para una
lista definitiva, pero esta vez, la elección de esos jugadores no se basó sólo
en indicadores como la velocidad, el biotipo y la potencia física, sino que
tomamos muy en cuenta las capacidades técnicas y así reuní un grupo de
muchachos de gran nivel. Pero seleccionar fue una tarea ardua.
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¿En
qué sentido lo dice?
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En
que me basé en microciclos de trabajo. Organizamos partidos amistosos de
preparación, entre ellos dos con Argentina, a donde viajamos, pero también allí
jugamos contra Racing, Huracán, Sacachispas, y entobes llegamos al Sudamericano
de Chile sin temor escénico y eso nos resultó muy favorable. También lo
disciplinario.
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¿Es
muy duro con los muchachos?
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Otra
clave en la elección es la faz disciplinaria, con lo que llamo “Tolerancia
Cero”, que incluye otra frase: “no hay una segunda oportunidad” porque
representar al país es muy importante y hay que estar bien preparado y tener
personalidad para vestir la camiseta y jugar al fútbol. Para eso, hay que
ayudarlos fuera de la cancha con la capacitación, hacerlos crecer.
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¿De
qué manera?
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Trato
de hacerles jugar al ajedrez, que siempre jugué, aunque en Ecuador no tengo con
quién (risas). De chico me lo inculcó mi papá y sirve para adelantar las
jugadas. También, quiero implementar una hora por día de inglés y apoyo
pedagógico para los estudios, A los chicos de la sub-15 les agregué la lectura
de libros, y al final de cada día cada uno tiene que contar de qué se trata lo
que leyó, pero hago hincapié en el inglés porque es una de las barreras del
deportista y muchos van a tener que ir a jugar al exterior. Yo estuve este año
en Polonia por el sorteo del Mundial y todo el mundo habla inglés como segunda
lengua.
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¿Cuáles
son los jugadores jóvenes ecuatorianos con más futuro?
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Muchos,
y no logro entender por qué el futbol argentino se interesó tan poco en nuestros
jugadores. Leonardo Campana, el goleador del sudamericano, Alexander Alvarado, Jordan
Rezabala, Gonzalo Plata (que se llevó Sporting de Lisboa), a Stiven Plaza vino
a buscarlo directamente Ronaldo Nazario para llevárselo al Valladolid. Y ahora,
“Bolillo” Gómez se llevó al central
Jackson Poroso, y a Campana, a la selección mayor, y luego hay un chico que se
fue al Pirámides de Egipto, Jhon Jairo Cifuente, que metió 36 goles el año
pasado.
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Llegan
al Mundial de Polonia, a mitad de año, como campeones sudamericanos. ¿Hasta
dónde pueden llegar?
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Pienso
que podemos ser campeones. Lo que sucede es que el ecuatoriano se siente
inferior y entonces está el mensaje de que todo cuesta y es muy difícil. Pero
estos muchachos tienen la personalidad para jugar bien al fútbol, la mejor
manera de llegar al éxito. Estamos aprendiendo a defender mejor cuando hay que
hacerlo, pero hay que tratar de jugar bien. Se puede llegar a ganar jugando
mal, pero trato de inculcar a mis jugadores que si fuera ese el caso, no hay
nada que festejar
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Por
lo que dice, usted parece defender la línea del fútbol estético…
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Nací
y me crié en Parque Patricios y pude vivir de cerca la gloria del Huracán de
1973 y entonces creo en el fútbol bien jugado, y no en la dinámica, a dos
toques, el juego directo de los europeos. Yo no le recorto a mis jugadores las
posibilidades de tirar caños, de los sombreros, los tacos, porque me gusta la
belleza del juego. A veces uno hace todo bien y pierde y a veces uno hace todo
mal y gana, pero tiendo siempre a querer ganar jugando bien y por eso, la
alegría de haber ganado el sudamericano sub-20 fue única.
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Si
usted es de Parque Patricios y llegó a dirigir brevemente a Huracán, ahora no
debe estar muy contento…
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Veo
fútbol argentino pero estoy muy metido con el ecuatoriano. Me hice un
especialista acá y estoy metido en lo que pasa en esta realidad, aunque sigo a
Huracán, veo sus partidos por TV y hasta fui a verlo contra Emelec por la Copa
Libertadores.
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¿Qué
opina del fútbol argentino local?
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Lo
veo con altibajos, aunque el mejor creo que es River, que trajo jugadores
acordes con su historia.
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¿Y
a la selección argentina, cómo la ve? ¿Qué cree que le ocurre?
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¿Cómo
veo a la Argentina desde acá? Como todo. Nosotros acá tenemos una inflación del
4% mensual, hay una estabilidad económica, y allá…creo que el fútbol no escapa
a la realidad social, cultural, económica, y todo está cada vez peor. Yo pasé
allá las crisis de Alfonsín, De la Rúa y el fútbol es consecuencia de que
tampoco el país permite estabilizarse. No hay un proyecto claro y lo que veo,
no me gusta. De todos modos, no sé cuántos países tienen la posibilidad de ser
una potencia como Argentina y tienen todo el material y la infraestructura de
allá. Lo hablamos siempre con Hernán “Bolillo” Gómez, el DT de la selección mayor.
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Interesante
lo que dice, porque el DT de la selección, Lionel Scaloni, dijo días pasados
que Argentina no es una potencia en fútbol.
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No estoy de acuerdo con eso. Cuando fui a
jugar a Buenos Aires con el juvenil, me quedé encantado, orgulloso, con el predio
de Ezeiza, que lo tiene todo. Sacaba fotos por todos lados y resulta que luego
en el Sudamericano Argentina llegó a jugar contra nosotros con la soga al
cuello. Y les ganamos las dos veces, 1-0 en la fase de grupos y 2-1 en el
hexagonal. Y tienen muy buenos futbolistas como ese chico Pedro de la Vega,
pero son lo contrario a nosotros, que hicimos una muy buena preparación, y
ellos, con Fernando Batista, trabajaron dos meses como mucho, y cuando un
seleccionador no le puede errar en la selección de jugadores. Y estamos
hablando de que Ecuador tiene un tamaño diez veces menor a la Argentina y cabe
en la Provincia de Buenos Aires, y por eso, mi recorrido buscando jugadores es
diferente al de Batista.
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¿Por
qué cree que el fútbol argentino llegó a esta situación, si tiene los jugadores
y la infraestructura necesarios?
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Creo
que es un camino errado por dos motivos: porque confundió copiar la
organización europea con copiar la forma de jugar de ellos, su estilo. Creo que
debió conservar las raíces del trabajo para el Mundial 78, con laterales con
técnica y movilidad, extremos y un número diez, y se empezó a copiar lo que
ellos ya no usan, porque al mismo tiempo, ellos se mueren por copiar nuestro
estilo de juego de antes. Ahora, aparecieron tipos que creyeron que inventaron
la pólvora, cuando ellos buscan jugadores de buen pie. Yo soy un admirador de
Riquelme, como antes lo era de Brindisi o Babington y necesitamos ahora otros
que se adapten a nuestra idiosincrasia.
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Se
desaprovecharon cuatro Mundiales con Lionel Messi, el mejor jugador del mundo,
en el equipo.
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Es
increíble lo que pasa con él. Somos una máquina de matar ídolos, ya sea con él,
con Bergoglio, y tantos más. Si Messi fuera ecuatoriano, le cortarian la cabeza
al que hablara mal de él. Porque además, él es un pibe, un muchacho con un don
para jugar al fútbol. Es muy injusto que carguen las tintas sobre él cuando lo
que no hay es un proyecto.
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O
sea que pensando en la Copa América de Brasil, a apenas tres meses, no parece
muy optimista. ¿O no tiene eso nada que ver con lo que pueda pasar?
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No
creo que la selección pueda revertir esto en tres meses. Tenemos el pecado
capital, que es la soberbia. Nos pusimos soberbios pensando en que somos los
mejores y que entonces nos va a alcanzar cuando hoy todo el mundo trabaja con
las tecnologías para los entrenamientos. Salen muy buenos jugadores pero es
como todo, si en su casa usted es una buena persona, y su mujer también, pero
todo es un cambalache, lo más probable es que todo resulte un cambalache y hay
que encauzar las cosas.
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Con
el éxito que usted tiene en Ecuador, ¿piensa en alguna chance de dirigir en la
Argentina en el futuro?
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La
patria siempre tira, es normal. Tengo en Buenos Aires mis amistades, y sigo con
las costumbres argentinas como el mate, los asados, pero también aprovecho
cuando puedo, en los momentos libres, para repasar mi inglés, lo que sé,
preparándome para el futuro. Por suerte, en Ecuador conseguí un gran respeto
profesional y una gran consideración, pero uno nunca sabe lo que puede pasar.
En este momento, estoy abocado a los proyectos, cuando en el fútbol argentino
esa palabra no existe, sólo el respaldo de la gloria pasada.
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