Seguramente,
anoche no habrán dormido muchos hinchas del Tottenham Hotspur, por la euforia,
y tampoco los del Manchester City, por la incredulidad. Pero en ambos casos,
los habrá unido la excitación y no es para menos. Más allá de la clasificación a semifinales de
los londinenses, el 4-3 con el que acabaron perdiendo en el Etihad Stadium nos
dejó, tal vez, el mejor partido de la temporada de fútbol en el planeta y la idea
de que jugado a este nivel, no hay deporte que le pueda competir en el gusto
del público.
El gran nivel de
este partido, que bien pudo cambiar de manos si el VAR convalidaba el gol de
Raheem Sterling en el descuento, en un dramático final, no significa que no
haya habido errores, incluso graves, especialmente en el Manchester City, que
si siempre dio la sensación de que podía levantar la desventaja del 1-0 de la
ida, también mostraba unas extrañas grietas defensivas cada vez que el
Tottenham llegaba cerca de su portería.
El Manchester
City, dirigido por un gran entrenador como Josep Guardiola, aspiraba esta
temporada al póker de títulos: Champions League, Premier League, FA Cup y la
Copa de la Liga (ya ganada), pero en su largo y generalmente muy buen andar
colectivo tuvo dos señales de alerta importantes: que su defensa recibía muchos
goles para las pocas veces que era atacada y que en la ofensiva, marcaba menos
goles de los que merecía por jugar, en muchas ocasiones, con volantes en los
extremos, en vez de delanteros especializados en esa zona.
Y ambas alertas
eclosionaron en un mismo partido, que aparentaba ser duro pero llevadero ante
un Tottenham sin su principal jugador, el goleador Harry Kane, lesionado
justamente en la ida. Porque cada vez que los “Spurs” llegaron al área del
Manchester City se respiraba gol y porque Guardiola decidió, creemos que
equivocadamente, por no colocar a Leroy Sané para apostar por tres volantes de
buena pegada como Kevin De Bruyne, David Silva, y más adelantado, Bernardo Silva,
ante un rival que era claro que iba a tratar de defenderse primero para tratar
de salir después.
Un gran
periodista argentino fallecido hace 41 años, Dante Panzeri, definió al fútbol
como “Dinámica de lo impensado” y así fue que ante la falta de Kane, apareció
el coreano Son en todo su esplendor y en los momentos justos, cuando el
Manchester City pareció que arreciaba, y al mismo tiempo, los locales mostraron
en ofensiva gran parte de su repertorio conocido, aunque esta vez fallaron
atrás y Sané ingresó cuando ya se notaba la desesperación ante el 4-3 y los
pocos minutos para el gol que faltaba para la clasificación. Éste llegó al
final, desatando la euforia, pero el VAR (acertadamente tanto aquí como en el
gol convalidado a Fernando Llorente, en el que se reclamaba mano) indicó fuera
de juego de Sterling por escasos centímetros y luego, la decepción final.
Este gran
partido nos sigue demostrando que el fútbol es un deporte único por la cantidad
de posibilidades que pueden ocurrir en noventa minutos y que en estos niveles,
los detalles cuentan mucho: un jugador titular que no estaba en condiciones o
que no encuentra su posición en el campo, un cambio mal hecho o hecho tarde, o
no realizado, y hasta un fuera de juego por un centímetro. Pero hay que agradecer
a los dos, al Tottenham y al Manchester City, por el espectáculo que nos han
brindado.
Por el lado de
Porto-Liverpool, la serie acabó mostrando dos equipos desiguales, que no están
al mismo nivel. Los portugueses hicieron lo que pudieron pero si llegaron hasta
cuartos de final fue sólo porque en octavos se enfrentaron a un rival accesible
como la Roma. Pero el Liverpool ya juega a otra cosa, y sin haber hecho un gran
partido, incluso teniendo menos el balón, la contundencia fue total y jamás, en
el conjunto de los ciento ochenta minutos de los dos enfrentamientos, los reds
sufrieron o pudieron pensar en quedar eliminados.
El 1-4 en el
Dragao, sumado al 2-0 de la ida en Anfield, es una clara muestra de la
diferencia a favor del Liverpool, que pasó a semifinales casi sin despeinarse,
y ahora espera al Barcelona en un duelo que puede hacer historia.
La Champions se
pone cada vez mejor con un fútbol exquisito, de alto vuelo, como lo que ocurrió
en el Tottenham-Manchester City, la segunda parte del Ajax en Turín o la
exhibición de Lionel Messi. El listón está muy alto.
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