No llega a ser como en el tenis o en el
basquetbol, pero el fútbol se va convirtiendo, desde los clubes poderosos, en
un deporte mucho más lógico que en el pasado, y eso fue lo que se notó en la
ida de los cuartos de final de la Champions League, que arrojaron como único
resultado inesperado, la derrota del Manchester City en Londres ante el
Tottenham Hotspur por 1-0.
En el resto de los casos, tanto el
triunfo ajustado del Barcelona ante Manchester United en Old Trafford (0-1), el
empate en Amsterdam entre el Ajax y la Juventus (1-1) y la clara victoria del
Liverpool ante el Porto en Anfield (2-0) entran en el cuadro de los resultados
lógicos y esperables de esta serie, tomando en cuenta los antecedentes de cada
uno de los equipos.
No se han visto partidos de gran
estética. Apenas la producción del Liverpool, que demostró una neta
superioridad ante el Porto, con un dominio casi total en lo territorial, y con
una rotunda diferencia en el juego y en la velocidad, puede destacarse sobre el
resto de los enfrentamientos, donde abundaron los sistemas defensivos de los
equipos visitantes, especulando con cerrar sus series en las revanchas de la
semana que viene.
Si el Liverpool debió ganar por una
mayor diferencia ante el Porto, no parece que vaya a sufrir demasiado en
Portugal y en ese caso, esperaría en la semifinal por el que resultara ganador
del enfrentamiento entre el Barcelona y el Manchester United, y el pronóstico
sigue favoreciendo netamente a los catalanes, que de todos modos no jugaron
bien en Inglaterra.
Si nos basamos en la alineación que
colocó el entrenador Ernesto Valverde en el inicio del juego, pareció que el Barcelona
jugaría como siempre, con el sello de identidad que lo distingue desde hace
años: posesión de balón, toque en el medio moviendo al rival a la espera de
espacios, y contundencia en el ataque. Sin embargo, no fue así. Se contentó con
un rápido gol de Luis Suárez, en el que intervino el VAR, y se dedicó a
especular, demasiado retrasado en el campo, ante un Manchester United sin
muchas ideas, parecido a lo que le ocurriera en octavos en Old Trafford ante el
PSG, cuando también acabó derrotado pero pudo sacar adelante la clasificación
en el último minuto en París. No parece que en el Camp Nou, la semana que
viene, vaya a tener muchas opciones aunque el equipo de Solskjaer siempre puede
tener alguna sorpresa en el bolsillo.
La gran decepción de la serie, de
momento, fue el Manchester City. Su entrenador, Josep Guardiola, decidió algo
diferente a lo que realizó siempre, con un planteo muy defensivo, y con muchos
volantes y pocos delanteros (sorprendió que entrara Gundogan como titular, pero
especialmente que no lo hiciera Sané como extremo). Pudo haber marcado un gol
en los primeros minutos, cuando Sergio Agüero desperdició un penalti, bien
parado por Hugo Lloris, pero luego se fue retrasando y parecía conforme con el
empate hasta que llegó el castigo de Son.
De todos modos, la serie sigue abierta
porque un 1-0 no es diferencia ante la capacidad goleadora del Manchester City
y porque el Tottenham tuvo una pérdida acaso fundamental con la grave lesión de
su gran goleador Harry Kane.
Por último, fue justo el empate entre el
Ajax y la Juventus, que si bien deja la serie abierta, ahora los italianos
aparecen con muchas más chances de clasificarse gracias al gol que marcó
Cristiano Ronaldo (al máximo anotador de la historia de la Champions) en el
final de la primera parte, y aunque los holandeses igualaron al iniciarse la
segunda parte por el brasileño David Neres, y llegaron varias veces con peligro
y chocaron con la solidez de Wojciech Szczesny, no pudieron repetir aquella
brillante jornada del Santiago Bernabeu ante el Real Madrid y deberán jugarse
todas sus cartas en Turin, donde necesitan obligadamente marcar un gol como
mínimo, y eso, ante los italianos, suele ser muy complicado.
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