¿Deben jugar todos los fantásticos en el Barcelona?
Desde esta temporada, y con la excepcional y mediática contratación del francés Thierry Henry al Arsenal inglés, comenzó a señalarse al equipo de Barcelona como el de “los cuatro fantásticos”, en alusión a la conjunción en ataque de la nueva estrella, y del tridente proveniente de las últimas temporadas, Ronaldinho, Samuel Eto’o y Leo Messi. La gran pregunta que quedó pendiente hasta que comenzara la nueva liga española era si estos cuatro espectaculares delanteros podrían jugar juntos, si el entrenador holandés Frank Rikjaard se animaría a colocarlos, y si por fin el fútbol mundial podría encontrar un equipo ultraofensivo que quebrara la dinámica resultadista y utilitaria de las últimas décadas.
Pero si por si esto fuera poco, y como si fuera impulsado por el azar de manera favorable, el Barcelona se encontró con un regalo inesperado: la rapidísima madurez y el insólito crecimiento de dos jugadores extranjeros de su cantera, siguiendo el caso del argentino Messi: y los dos nuevos, además, delanteros.
Nos referimos al mexicano de origen brasileño Geovanni Dos Santos, estrella y artífice del único campeonato mundial que México ganó en su historia, el de la categoría sub-17 en Perú 2005, cuando venció a Brasil en la final por 3-0. Dos Santos, de increíble parecido físico con Ronaldinho, no sólo se transformó en un jugador imprescindible en el Barcelona, sino que en la gira asiática de este pasado verano, fue considerado el mejor jugador de todo el plantel, por encima de sus tres ilustres predecesores, y además, resultó el máximo goleador del equipo.
Y Bojan Krkic, quien acaba de cumplir 17 años, y es considerado una de las más grandes joyas surgidas en la historia de los juveniles del Barcelona, y gran figura del seleccionado en el actual Mundial sub-17 de Corea del Sur, excluído por acumulación de tarjetas amarillas de la final, completa la grilla de jugadores de gran categoría en un mismo plantel.
Es tanta la cantidad de jugadores de jerarquía mundial, capaz de desarrollar un fútbol excelso, que el Barcelona se vio obligado a transferir a un importante extremo derecho como el francés Ludovic Giuly, a la Roma, Santi Ezquerro prácticamente se vio obligado a regresar a su Athletic de Bilbao, y el argentino Maxi López fue nuevamente cedido, esta vez al fútbol ruso. ¡Y sólo estamos hablando del ataque! Porque en el medio, Barcelona transfirió a Motta al Atlético Madrid, mientras que Edmilson no encuentra lugar, y Deco mismo ha quedado relegado, con la llegada de Yaya Touré.
Descriptos los jugadores que componen el equipo de Barcelona del medio hacia adelante, la gran pregunta comenzó a ser si Rikjaard, en la oportunidad de la vida de cualquier entrenador de tener un equipo de ensueño, por fin se decidiría a jugarse por un ataque ultraofensivo, de apostar completamente a ganador, porque con esos jugadores, aún con la posibilidad de sufrir goles en contra (y relativamente, con Pujol, Márquez o Gabriel Milito o Thuram esperando), la efectividad en ataque con semejantes componentes sería letal.
La gran sorpresa fue comprobar que ni aún así, Rikjaard se animó a un ataque perfecto, que marcara una línea nueva en el fútbol mundial, llegando por fin a posiciones de ataque con cinco o seis jugadores, todos cracks. En cambio, Rikjaard siguió apostando por un tridente, y a lo sumo, con Henry entrando en los segundos tiempos, hasta que en cierta forma se le solucionó el dilema con la lesión de Eto’o por dos meses, y la salida de Krkic al Mundial sub-17.
Los resultados, hasta ahora, no fueron los esperados. No tanto por el marcador final solamente, sino que en juego, tampoco el Barcelona parece convencer, como si supiera que podría dar muchísimo más, y posiblemente sea uno de los casos más insólitos, que se haya generado un cortocircuito entre el presidente Joan Laporta y el propio Rikjaard cuando en los primeros dos partidos de liga, el Barcelona ha obtenido cuatro de los seis puntos, pero eso puede deducirse por la expectativa creada hacia un plantel, potenciada por una inesperada pérdida de la liga pasada nada menos que ante el Real Madrid, igualando en puntos, cuando estaba prácticamente ganada.
Precisamente un Real Madrid en transición, que castigó el juego especulativo de su anterior entrenador, el italiano Fabio Capello, aún ganando la liga, y que apostó también por un fútbol más agradable y acorde al lujoso gusto de los hinchas, acostumbrados a un juego deslumbrante, parece más distendido de la mano del alemán Bernd Schuster, quien no parecía encontrar la brújula en un verano accidentado y con cinco derrotas en partidos amistosos.
Schuster terminó imponiendo su sistema de juego más atildado, colocando, por fin, las cosas en su lugar. Por fin, luego de años jugando al servicio de Ronaldo, lo que lo fue alejando del arco rival (y de la selección española), Raúl González vuelve a jugar más de punta, y los goles comienzan a aparecer. Los fichajes de los holandeses Drenthe (quien viene nada menos que a reemplazar a Roberto Carlos luego de once temporadas) y especialmente Snajder, y todo su talento para marcar goles pero más aún para servirlos a sus compañeros, y aún sin haber jugado Robben y el argentino Heinze, completan un panorama sin tanto lujo como el Barcelona, pero pareciera ser que con mayor claridad conceptual como conjunto.
Lo que parece claro es que con todo a su favor, como pocas veces tuvo un entrenador en la historia del fútbol mundial, como para marcar una etapa nueva e imponer un sello atacante, Rikjaard medita, cual “Pensador” de Rodin, si esto es efectivamente posible y si jugarse tanto, no terminará siendo un boomerang. Los títulos perdidos la temporada pasada han dejado demasiadas dudas, y no vaya a ser que éstas generen otro año de sinsabores. Aún está a tiempo de cambiar, y decidirse por el ataque con cuatro o cinco delanteros, si fuese necesario. El público de fútbol le estará agradecido.
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