Por estos días, el joven jugador argentino del Barcelona, Lionel Messi, encuentra su mejor momento en su carrera, no sólo destacándose con goles, sino generando ocasiones para otros de sus compañeros, y exhibiendo un fútbol de lujo, deslumbrante, que no hace más que poner en el centro del debate la chance de que se lo considere como mejor jugador del planeta, y acaso sucesor de uno de los más grandes genios que ha dado este deporte, su compatriota Diego Armando Maradona. ¿Es Messi el nuevo Maradona?
Lo primero que se debe aclarar ante esta pregunta es que cada tiempo tuvo y tiene un contexto diferente. Maradona pertenece especialmente a la década de los años ochenta, cuando el fútbol comienza a ser superprofesional, pero no contaba con la difusión de la actualidad (por ejemplo, no había internet, ni chance de subir los goles a la web de manera inmediata, y tampoco podía seguirse tan globalizadamente el fútbol como en estos días).
Y en este mismo contexto, puede decirse que los sistemas de juego, tampoco son iguales que en aquel tiempo de Maradona. Si el astro del Mundial de México 1986 tenía tiempo de parar la pelota con su pecho, bajarla y darse vuelta, o resolver por su cuenta, hoy Messi, a una velocidad mucho mayor, necesita casi siempre de alguna descarga en compañeros o un pase para poder desarrollar su pique corto y resolver la jugada o bien con un remate esquinado, o bien regateando al arquero rival.
Messi no parece ser un Maradona, sino que debe seguir su propio camino. Desde ya que hay coincidencias sorprendentes, como que ambos hayan logrado un título de campeones mundiales juveniles menores de 20 años como figuras máximas (Maradona en Japón 1979, Messi , en Holanda 2005), que ambos hayan comenzado sus carreras europeas en el Barcelona, Maradona desde Boca Juniors de Argentina, y Messi, en cambio, desde la misma cantera barcelonista, o que ya Messi haya convertido goles con la misma factura que Maradona le convirtió a Inglaterra en el Mundial de 1986, tanto el gol de “la mano de Dios” como el que acaso hay sido hasta hoy el más importante de la historia del fútbol.
También los dos han tenido que sufrir cierta incomprensión de sus ocasionales entrenadores, tanto en el Barcelona como en la selección argentina. Maradona tuvo que jugar, siendo muy joven, casi como Messi ahora (Diego con 21 años, Lio con 20), en un Barcelona en el que brillaba, pero sin la coordinación absoluta necesaria en aquel equipo que posteriormente al Mundial de España 1982 dirigía el mismo César Luis Menotti que unos meses antes, en el mismo Mundial, lo hizo jugar de espaldas al arco rival, justo en uno de los mejores planteles que acaso haya llevado una selección argentina a un Mundial: la base del equipo campeón cuatro año antes, en 1978, sumada al propio Maradona, a un temible goleador como Ramón Díaz y a otros campeones mundiales como Juan Barbas o Gabriel Calderón, pero no pudo pasar de la segunda fase.
Messi padeció en la temporada pasada, de la necesidad del holandés Frank Rikjaard de darle cabida a Ronaldinho y a Samuel Eto’o en el ataque, y a Deco y a Xavi o Iniesta en el medio, con lo que para el argentino quedó reservado el extremo derecho, dejando en el banco a Giuly, pero si bien la oportunidad fue aprovechada, no fue colocado en su puesto natural, que es el de creativo y detrás de los delanteros como abastecedor del juego. Y así en ambos casos, el título fue para el Real Madrid, cuando el Barcelona disponía de mejores elementos en sus planteles.
También en el Mundial de Alemania 2006, como Maradona en España 1982, Messi no tuvo la cabida necesaria como titular por parte del entrenador José Pekerman, quien confió en la experiencia de Javier Saviola y Hernán Crespo, con Juan Román Riquelme como creativo, quedando para Messi, junto a Carlos Tévez (hoy en el Manchester United) apenas un lugar como suplentes. Inexplicablemente, Messi no fue incluído por Pekerman en el decisivo partido de cuartos de final ante Alemania, cuando el equipo argentino ganaba por 1-0, era claro que los locales atacarían en los minutos que quedaban buscando el empate, y el entrenador argentino optó por el delantero del Inter Julio Cruz, cuando la ocasión demandaba un jugador bajo, que obligara a replegarse, ante la posible velocidad, a los altísimos Metzelder y Mertesacker.
La pregunta de por qué no ingresó Messi por Crespo fue y sigue siendo la gran pregunta que Pekerman se llevará por siempre, tal como cuando en 1978, Maradona era pedido cada día para la selección argentina y Menotti optó por no convocarlo, y privilegiar a buenos jugadores, como Valencia o Villa, pero nunca tan geniales como Diego.
Desde lo técnico, Messi aparece hasta ahora con un enorme talento aunque con algo menos de seguridad en el traslado en comparación a Maradona, con menos remate de media o larga distancia, pero también con más pique corto, mayor capacidad de gambeta, y mayor capacidad de gol que su antecesor.
Messi es algo más alto que Maradona, si bien ninguno de los dos se ha destacado en el cabezazo, pero como Diego, Lionel es demoledor en el momento de la definición, y ambos se han destacado por la increíble facilidad para generar juego para sus compañeros y por la gran solidaridad con ellos dentro y fuera de la cancha.
En resumen, ¿Messi puede ser Maradona? Todo indica que lo que le conviene a Messi es ser Messi, que ya sería más que suficiente.
¿Puede caer en los conflictos personales en los que cayó Maradona? Todo indica que es difícil que eso ocurra. Maradona, hay que recordar, llegó prácticamente solo a Europa, apenas rodeado de su mujer. Messi vive en Barcelona desde la adolescencia, y junto a su familia de origen. Esa protección pasa a ser fundamental en este tiempo, y la propia experiencia vivida por Maradona puede serle una referencia muy útil en el futuro.
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