Alguna vez fue bautizado por Carlos Bianchi como “el optimista del gol” porque nunca se da por vencido, y muchos no pueden comprender cómo con tan escasa habilidad en sus piernas y aún menos movilidad en un fútbol tan competitivo, Martín Palermo rompa récord tras récord con la camiseta de Boca Juniors (siete goles en una sola semana) y se encuentre ya a sólo veinticinco goles de ser el máximo anotador en la rica historia del club.
Palermo (La Plata, 7 de noviembre de 1973), también conocido como “El loco” desde que debutara en Estudiantes de La Plata el 5 de julio de 1992, es todo un personaje, que fue cambiando excentricidades de juventud, por un presente a puro gol al punto tal de que en la mítica Bombonera, donde marcó más goles que nadie en sus 67 años de vida, en uno de los palcos hay un cartel con una cuenta regresiva que sus ocupantes van marcando cuando marca algún tanto que lo acerca cada día más al de Francisco “Pancho” Varallo, único sobreviviente de la selección argentina que perdió la final del primer Mundial ante Uruguay en 1930.
Palermo lleva marcados en Boca 169 goles en 264 partidos oficiales, aunque marcó otros diez extraoficiales, ocupando el segundo lugar en la historia profesional de Boca, a sólo 25 tantos de Varallo, quien con más de noventa años, se defiende diciendo que ha marcado también tantos anteriores al profesionalismo (que se inició en 1931) y que tiene un mejor promedio que su joven contrincante, pero amenaza con volver a ponerse los pantalones cortos en el caso de que lo alcancen, tal como hizo en abril de 2005 durante los actos del Centenario del club.
A Palermo le pasó de todo. Casi, una vida más para Hollywood que para un estadio de fútbol. Sus goles en Estudiantes, con el que logró el ascenso a la primera división junto a Juan Sebastián Verón en 1995, lo llevaron a ser pretendido por Boca y por River Plate, pero también comenzó a destacarse por sus extraños peinados y por los continuos cambios en el color de su cabello, desde el amarillo furioso, hasta el platinado, pasando por festejos de goles sentado en un banco, besándose un botín o colocándose una botella en la cabeza. Pero la máxima popularidad fuera de las canchas la conoció cuando el cotidiano deportivo “Olé” lo colocó en su portada vistiendo de mujer.
En 1997 pasó a Boca, donde compartió cartel con Diego Maradona en su último año como jugador, Verón, Kily González o Claudio Caniggia, pero su consolidación llegó en 1998, cuando Bianchi se hizo cargo del equipo y organizó un verdadero imperio futbolístico. El entrenador reunió, antes de comenzar el Torneo Apertura, a Palermo con el extremo derecho Guillermo Barros Schelotto, con quien lo unía una fuerte enemistad en tiempos de enfrentamientos entre los dos equipos de la ciudad de La Plata, Estudiantes y Gimnasia, y les dijo “desde hoy, ustedes se casan futbolísticamente”. Tanto fue así que Palermo convirtió en ese torneo veinte goles en dieciocho partidos, plusmarca de goles en torneos argentinos cortos, y la dupla funcionó a la perfección al punto tal que se plantean continuar juntos sus carreras de entrenadores. Boca no sólo ganó el Apertura, sino también el Clausura 1999, la Copa Libertadores 2000 y la Copa Intercontinental de ese año, cuando Palermo liquidó al Real Madrid con dos tantos al comienzo mismo del partido, y fue considerado el mejor jugador de la final. También en 1998 fue elegido mejor jugador de Sudamérica por la prensa especializada.
Pero en medio de tantos logros, Palermo también sufrió duras lesiones. El fatídico 13 de noviembre de 1999, y luego de marcar su centésimo gol en Santa Fe ante Colón, al festejar se llevó por delante un cartel publicitario y se rompió el ligamento cruzado de su pierna derecha, que motivó que parara de jugar por seis meses. Su regreso fue de cine: Boca definía ante River el partido por los cuartos de final de la Copa Libertadores, ganaba por 2-0, resultado que le permitía avanzar a semifinales con lo justo, cuando se produjo el regreso de Palermo, quien convirtió el tercer tanto ante el delirio de la multitud, que lo llevó en andas en el final.
El 29 de noviembre de 2001, ya en Villarreal, se le cayó un muro y tuvo doble fractura de tibia y peroné, con cuatro meses de ausencia. Más allá de este percance, nunca pudo concretar en sus cuatro temporadas en España, aquello que había logrado en Argentina. En 2003, luego de no ser tenido en cuenta por Benito Floro, recaló en el Betis, donde casi no jugó, y menos en el Deportivo Alavés en Segunda.
Ya en 2005 volvió a Boca, arropado por la gente, e inmediatamente volvió al gol, aunque no le podía faltar algún percance y el 8 de octubre de 2006 el portero de River Germán Lux cayó sobre su pierna derecha y le provocó una lesión en el ligamento interno, aunque esta vez sólo se alejó de las canchas durante dos meses.
Sin embargo, volvió a participar de tiempos de gloria desde la llegada de Alfio Basile, y junto a Fernando Gago, Rodrigo Palacio y Roberto Abbondanzieri ganó el bicampeonato 2005/06, dos Recopas Sudamericanas, una Copa Sudamericana y recientemente, la Copa Libertadores junto a su antiguo socio Juan Román Riquelme, proyectándose ahora al Mundial de Clubes que Boca jugará en diciembre en Japón.
Si ya venía marcando goles, Palermo ya se está saliendo en 2007. Lleva 23 goles desde enero y entre ellos, uno desde 60 metros a Oscar Ustari, actual portero del Getafe, cuando Boca venció a Independiente en el estadio de Racing el 24 de febrero, mientras que el 18 de marzo le convirtió cuatro goles a Gimnasia y el 16 de setiembre, otros cuatro a Banfield.
Palermo, con tantos títulos y tantos goles, sin embargo tiene otro récord para el Guiness: en la Copa América de Paraguay en 1999, jugando para la selección argentina de Marcelo Bielsa, falló tres penaltis en un mismo partido, ante Colombia. Algunos lo critican por su supuesta escasa técnica (si bien es acaso el mejor cabeceador del fútbol argentino). Otros creen que sólo se trató de alguien que no se quiso resignar a seguir fallando, por aquello de ser “el optimista del gol”. Tan optimista es, que habiendo perdido un hijo justo al nacer, en la semana, de todos modos quiso jugar y para variar, marcó ante Banfield, con todo el estadio arropándolo y sin poder festejar por el incontenible llanto.
Definitivamente ídolo de Boca, Palermo es el máximo goleador en actividad del fútbol argentino con 173 goles en 288 partidos, y en el palco de la Bombonera siguen marcando la cuenta regresiva hasta alcanzar a Varallo.
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