El fútbol ecuatoriano dio un paso fundamental para pasar de ser parte de la “clase baja sudamericana, para colocarse cada vez más cerca de las tradicionales potencias continentales como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, con la sorprendente obtención de la primer Copa Libertadores para el país, ganada por la Liga Deportiva de Quito al vencer en la final nada menos que al Fluminense de Río de Janeiro en el mítico estadio Maracaná y ante noventa mil personas.
Si bien no era sindicado como candidato a ganar esta Copa Libertadores (que nunca había conseguido un equipo ecuatoriano en sus cuarenta y ocho ediciones anteriores), teniendo participantes como Boca Juniors (el anterior campeón), River Plate, San Lorenzo, Estudiantes (Argentina), Flamenco, Fluminense, San Pablo o Santos (Brasil) y hasta Chivas o América (México), La Liga termina siendo indiscutible vencedor al eliminar sucesivamente en las fases finales a equipos como Estudiantes (octavos), San Lorenzo (cuartos), América (semifinales) y Fluminense (final), aunque en éste último caso haya sido por penales luego de que la serie terminara empatada (4-2 en Ecuador y 3-1 en Brasil, porque no se cuenta cada gol hecho fuera de su estadio como doble).
La Liga llegó en silencio a esta Copa Libertadores y tampoco pareció particularmente destacada en la fase de grupos, pero la primera sorpresa llegó cuando eliminó, y en La Plata, a Estudiantes, uno de los conjuntos sindicados como posibles entre los finalistas, y desee ese momento comenzaron a lucir algunas figuras que terminarían siendo fundamentales, como el atacante Bolaños, el mediapunta argentino Damián Manso, pero especialmente su gran estrella, el extremo derecho Joffre Guerrón, un jugador tremendamente veloz y con una rara (y ciertamente discontinua) habilidad.
La llegada del veterano arquero José Francisco Cevallos (37 años), ex integrante de la selección de su país, no sólo le dio una mayor solidez defensiva sino que terminó siendo decisivo en los penales ante San lorenzo en cuartos de final, pero más aún en el Maracaná ante Fluminense en la gran final, cuando detuvo tres de los cuatro penales ejecutados por Darío Conca, Thiago Neves y Washington.
Pero la Liga fue más aún que esto, con un equipo bien plantado, aunque armado en cierta forma de manera heterodoxa, de arriba hacia abajo, basado más en el poderío ofensivo que defensivo, donde aparecieron algunas grietas y siempre dio algun signo de debilidad (en la propia final, el Fluminense le marcó un gol de la salida de un lateral con todos los marcadores dormidos).
En lo táctico, el trabajo del entrenador argentino Edgardo Bauzá (anteriormente dos veces campeón de liga en Ecuador y Perú) fue fundamental, utilizando un sistema con sólo tres defensas y muchos volantes, aunque con una capacidad de rápido retorno por parte de sus laterales en caso de tener que retroceder.
También el aporte de sus cuatro jugadores extranjeros se hizo notar, como el ya citado Manso como mediapunta, Norberto Araujo como marcador central y Claudio Bieler como delantero (los tres argentinos) y el volante Enrique Vera (paraguayo), pero hay que destacar también la personalidad de su capitán, Patricio Urrutia, o la clase de su lateral izquierdo Paul Ambrosi.
Apenas semanas atrás, y en el propio estadio Monumental de River Plate, y por las eliminatorias para el Mundial 2010, el seleccionado ecuatoriano había estado a apenas un minuto de vencer al argentino cuando un tanto de Rodrigo Palacio en tiempo adicional empató cuando ya el partido se extinguía, y aún los locales con Messi, Agüero, Riquelme y muchos cracks reconocidos en todo el mundo.
Ecuador estuvo presente en los últimos dos mundiales, y luego de quedar eliminado en primera fase en Japón-Corea del Sur en 2002, ya en 2006 pasó a octavos, y recién allí eliminado por Inglaterra (1-0) en una evidente prueba de su enorme crecimiento, pero no sólo a partir de una buena generación de futbolistas, como le había ocurrido a Colombia, su país vecino, en los años noventa, acaso con futbolistas más brillantes (Rincón, Valderrama, Asprilla, Valencia, Valenciano, Serna, Córdoba, Bermúdez, Gómez, Lionel Alvarez).
En el caso de Ecuador, la situación es distinta. Seguramente con menos brillantez pero con mucha mayor planificación dirigencial y desde sus estructuras de base, desde la avidez de los periodistas por intercambiar en contínuos e interesantes seminarios, hasta el mismo afán por parte de los entrenadores, abiertos a los nuevos avances tácticos y estratégicos, como nos señalaba el argentino Roberto Rogel, a cargo de la entidad que los nuclea.
Por eso, ninguno de estos resultados es casual, y tanto esta primera Copa Libertadores para Ecuador (la cuarta de un equipo de un país de la costa sudamericana del Océano Pacífico, porque Colombia había ganado dos y Chile una), como las últimas dos clasificaciones de su selección para los mundiales, son casuales.
Si la organización del fútbol ecuatoriano sigue con este trabajo, muy posiblemente nos acostumbremos a verlo ganador con mayor continuidad.
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