miércoles, 18 de marzo de 2009

Maradona-Riquelme, la nueva dualidad argentina (Jornada)

Los argentinos ya hemos encontrado una nueva dualidad con la que sumirnos en una de nuestras tantas miradas al ombligo y al tradicional verbo “dividir” trazando una raya que nos coloque de un lado o de otro entre dos grandes ídolos futboleros de los últimos tiempos y por si esto fuera poco, ex amigos: Diego Armando Maradona y Juan Román Riquelme. Tanto, que si en este párrafo se quitara los apellidos, el común de los lectores sabría a quiénes nos estamos refiriendo.

En este caso, a diferencia de algunas otras dualidades en los distintos ámbitos de la vida, como el literario (Escuela de Florida vs Escuela de Boedo), educacional (Laica vs Libre), político (peronismo vs antiperonismo), tanguero (Gardel vs Julio Sosa) y hasta automovilístico (Fangio vs Gálvez), o boxístico (Prada vs Gatica), no hay que olvidarse de que Maradona, entre todos los jugadores del mundo, decidió darle como herencia su camiseta número 10 al mismo Riquelme en su partido despedida en la Bombonera, allá por noviembre de 2001, con aquella mítica frase de que “la pelota no se mancha” y en su palco nadie osó descolgar aún la foto en la que ambos están abrazados y felices.

Se trata de un estrellato que todo lo complica. De Maradona, no hace falta aclarar lo que significa en el mundo entero, mientras que el propio “Diez” debe reconocer que al menos en la rica historia de Boca Juniors, Riquelme ha hecho muchísimo más que él, por continuidad, y títulos.

Sin embargo, no se trata de un enfrentamiento para saber quién es mejor, sino que se trata, una vez más, de un problema de procedimientos, que repite una vez más lo más preocupante de los argentinos. El instinto de la autodestrucción.

Hace pocos días, un colega europeo decía a este cronista a modo de reflexón que de no ser por los propios argentinos, en fútbol, nadie podría con ellos, pero que por suerte los propios compatriotas somos los encargados de generar climas y decisiones que terminan con nuestras posibilidades.

Lo cierto es que detrás del procedimiento de Maradona “rompiendo códigos” de comentar primero a la prensa el mal momento de Riquelme por el que jugando así “no me sirve para la selección”, todo indica que el volante creativo de Boca intuye, percibe, cree, que esas declaraciones, que no pasan de algo puramente técnico, encierran un deseo de que fuera el propio jugador el que renunciara, para no tener que cargar con el peso político y el antipático hecho de tener que dejar de convocarlo.

Esto lo corrobora la ingenuidad del entrenador de Boca, Carlos Ischia, quien días pasados manifestó que en aquel partido de la primera fecha del actual Torneo Clausura, estaba dispuesto a ceder sin dificultades a Riquelme para la selección, para el partido del 11 de febrero en Marsella ante Francia, si la AFA o Maradona se lo hubieran pedido, pero que al club no llegó ninguna solicitud.

Esto se contrapone con la supuesta amarga queja de Maradona en Marsella, acerca de que la AFA habría puesto trabas a su trabajo al colocar el partido de Gimnasia de Jujuy y Boca a las 19,30 del domingo, cosa de no dar tiempo a Riquelme a viajar e incorporarse a tiempo al seleccionado argentino. Hoy, ese argumento cae por su propio peso.

La otra pregunta que cabe formularse es si Maradona tomó esta decisión, o hizo estas declaraciones que sabía que molestarían a Riquelme, por su propia cuenta y conocimiento, o si fue influído por algunos jugadores que no quieren convivir con el volante de Boca, de supino talento como complicado carácter, y si fue cierto o no aquello de los posteriores llamados de algunos jugadores del plantel argentino para felicitar al inexperto entrenador.

Sea cual fuere la verdad, lo que es claro es que lo que ocurre fuera de los campos de juego con el equipo argentino está lejos de ser lo ideal, algo que muchos argentinos, amantes del fútbol, podían llegar a vislumbrar.

Porque sumado al nuevo culebrón con Riquelme, aparece como indescifrable el rol de Carlos Bilardo en este seleccionado, casi un dirigente, limitado por todos los costados, mientras que tampoco se define el ingreso de Humberto Grondona, quien parece ser moneda de cambio por Oscar Ruggeri en este litigio que Maradona tiene con el presidente de la AFA.

Y si en 2006 la imagen que quedó grabada fue la de un muy joven Lionel Messi en el banco de suplentes ante Alemania, o un genio como Ricardo Bochini casi no participó en Mundiales, o en Suecia 1958 se prescindió nada menos que de Sívori o Di Stéfano, ahora todo indica que vamos camino a que la historia se repita y que sea la Argentina la que le gane una vez más a la Argentina, si no se logra cambiar a tiempo.



1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Sergio! muy interesante tu blog!

Te invito a que le eches un vistazo al mío:

http://instinto-deportivo.blogspot.com/

si te parece intereante te puedes agregar como seguidor o suscribirte a las novedades por correo.

Un saludo