domingo, 8 de marzo de 2009

Los cambios necesarios en el fútbol (Yahoo)

Hace unos años, cuando entrevistábamos al exitoso entrenador argentino Carlos Bianchi y le preguntábamos qué equipo europeo le gustaba, nos sorprendió que como respuesta nos interrogara sobre a qué llamamos nosotros “europeo” y en todo caso, cómo saber qué país europeo tiene mejor juego, cuando todos están plagados de jugadores extranjeros.

Se llegó a tal situación que hay equipos tradicionales, como el Arsenal o el Inter, que han sacado al campo de juego conjuntos de once extranjeros, que en muchos casos ni siquiera captan lo que se grita en las tribunas o que no alcanzan a comprender al aliento de sus propios simpatizantes y de vez en cuando, ni la lengua del país alcanzan a dominar.

El desenlace de aquella Ley Bosman determinó que al poder transitar todo jugador con pasaporte europeo por todo el continente, los principales equipos tomaran la costumbre de fichar sin miramientos hasta armar la mejor estructura posible, pero eso fue desnaturalizando al fútbol. Si sumamos a los europeos con pasaporte, a los extracomunitarios permitidos (por lo general tres en campo y alguno más en el banco de suplentes) y que estos extracomunitarios, con el pase de los años y con residencia legal, se transforman en nuevos comunitarios que abren la puerta a otros extracomunitarios, la situación de hoy es de verdaderos seleccionados mundiales con camisetas de equipos, que hasta supera el límite de lo imaginado por el propio Bianchi cuando nos dijo aquello.

Es por eso que ahora estamos en el escenario de la principal batalla del fútbol europeo, el que propone el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, para al menos imponer la llamada regla del “6+5”. Esto significa propender a que cada equipo europeo tenga que tener, como mínimo, seis jugadores elegibles para los seleccionados nacionales del país de ese equipo, en el campo de juego, y como máximo, cinco jugadores que no puedan ser seleccionados en el país de ese equipo.

La otra condición es que pasados los 21 años de edad, esos seis jugadores como mínimo de cada equipo, no tienen que haber jugado nunca en otro seleccionado que el del país del equipo en el que juegan (por eso no hablan de nacidos en el país, porque pueden ser extranjeros, pero con la condición de que sean seleccionables en el país en el que juegan). De los no seleccionables, si hay alguno en el banco de suplentes, además de los cinco de máxima que podrán ingresar como titulares, esos sustitutos podrán ingresar sólo por otros de la misma condición y no por seleccionables.

Para llegar a esta resolución, que la FIFA está próxima a sacar, ha tenido que consultar técnicamente, entre otros, con miembros del Instituto de Asuntos Europeos (INEA), para que esta reglamentación no entre en colisión directa con la laboral de la Unión Europea (UE), que no pone límites en el tránsito entre sus países miembros a los trabajadores con el pasaporte habilitante, y es lo que podría trabar la medida, más allá de la casi lógica oposición (por intereses) de la UEFA y la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que sustituyó al polémico G-14 que representa a los poderosos de Europa.

La situación es clara y ya fue evaluada incluso por el sindicato mundial de futbolistas FIFPRO, que está de acuerdo con los lineamientos de la FIFA.

En los últimos cinco años de disputa de la Champions League europea, apenas el 53 por ciento de los jugadores participantes fueron elegibles para los seleccionados de sus países. Demasiado escaso como representativo de un club.

Si esta evaluación se hace por países participantes en la Champions League, España llegó a utilizar en sus equipos un 35,2 por ciento de “no elegibles” (y no es casualidad entonces que Vicente Del Bosque, el entrenador del seleccionado nacional, disponga de muchos jugadores para citar, en comparación con sus colegas europeos).

Italia, en cambio, utilizó al 38,5 por ciento de “no elegibles”, mientras que asombra Inglaterra (el caso más duro y no por casualidad se queja tanto Fabio Capello, el seleccionador) con la utilización del 65,1 por ciento de “no elegibles”, Portugal ya baja al 57,5 por ciento, Bélgica al 50,3 por ciento, Alemania al 49,9 por ciento y Rusia va subiendo hasta colocarse ya en el 46,7 por ciento.

En cambio, no parece tener posibilidades inmediatas de éxito la implementación de la tarjeta naranja, in intermedio entre la amarilla (amonestación) y la roja (expulsión), que negociaba la chance de una suspensión temporaria de un jugador, del campo de juego, por una acción que se consideraría no tan violenta como para merecer la tarjeta roja, ni tan blanda como para quedarse sólo con la amarilla.

Suena en cambio algo extraño que la Internacional Board (el departamento de FIFA que estudia los cambios reglamentarios) haya aceptado probar en algunas ligas con el agregado de dos asistentes más a los dos que ya existían, porque no parece que eso ayude demasiado. En cambio, se corresponde más con la idea de resistir a pie firme los avances de la tecnología (ya utilizada a full por la gran mayoría de los deportes), y aumentar, en cambio, la cantidad de agentes involucrados en la industria en tremenda expansión en el siglo XXI que es hoy el fútbol.

No hay comentarios: