lunes, 23 de marzo de 2009

Mejor no hablar de ciertas cosas

Parece que no perdemos nuestra pequeña capacidad de sorpresa. Encendemos la TV para ver "Fútbol de Primera" por Canal 13, con toda la idea de volver a apreciar, aunque sea compactado, el gran espectáculo dado por la tarde por Huracán, ante Lanús. Un soplo de aire fresco para tanta mediocridad futbolera, para tanto esquema, para tanto grito de locura desenfrenada desde el banco de suplentes reclamando una mano, un "orsay", un penal dudoso, un lateral. Para ver, por fin, aunque sea unos pocos minutos de toque, de juego asociado, de gambeta, de fútbol argentino del viejo, del nuestro que fue asesinado estos años por los destructores de una de las grandes fiestas populares que nos quedaban. Prendimos la TV con el pequeño propósito de divertirnos con el excelente juego del "globito", casi desahuciado hasta hace escasos meses, pero renacido ahora desde las mismas entrañas de apelar al viejo y querido fútbol de nuestro estilo, con tres cracks que están para grandes cosas. Uno de ellos, más conocido porque tiene una trayectoria más dilatada, Mario Bolatti, con un juego muy parecido a aquel del gran Claudio Marangoni, aunque más rápido en su despliegue, y tal vez con algo menos de peso en la marca. Los otros dos, Matías De Federico y Javier Pastore, menos conocidos pero que han cambiado mucho la cara a este equipo que no parece traicionarse, que siempre apela al buen juego, que no descarta nunca atacar y que tiene una premisa demasiado simple pero que también demuestra el pozo conceptual en el que ha caído nuestro fútbol: tratar de asegurar la pelota, de dársela a un compañero que tenga la misma camiseta, de no ponerla cerca de su rival, y luego, apelar al desequilibrio individual cuando las circunstancias así lo indiquen. No tener miedo de gambetear, de eludir, de levantar la cabeza para ver quién se encuentra más libre si juega para el mismo equipo. Todo eso hace ya desde hace varias fechas este Huracán que dirige Angel Cappa, y que apela a la tradición más rica de lo que fue el admirado fútbol argentino que exportó al mundo sus mejores exponentes, y que por todo eso llegó a ser admirado y respetado.
Pero no. Apenas podemos ver algunas imágenes por Canal 13 y se llegan a escuchar, de fondo de la transmisión original, los permanentes halagos del relator, Walter Nelson, y del comentarista, Alejandro Fabbri. Ninguna mención, desde "Fútbol de Primera" a lo ocurrido esa misma tarde en el Palacio Tomás A. Ducó. Nada. Un partido más, casi estadístico. Sí, perdió el puntero, Lanús, y aparece el entrenador, el joven Zubeldía, reconociendo hidalgamente que su equipo fue superado. Luego, sin embargo, aparecerá un abanico de explicaciones del conductor sobre otras cuestiones, y no perderá la oportunidad de preguntarle a Juan Sebastián Verón, si le molestaría que la selección argentina jugara con un esquema 4-4-2 (esto significa sin enganche, sin un número 10, la vieja usanza argentina) y "La Brujita" da muchos rodeos para explicar que si bien en Europa cada vez se juega más con la fórmula propuesta por el conductor televisivo, el fútbol argentino "tiene muchoa riqueza y variantes y se podría utilizar distintas fórmulas de acuerdo con cada caso". No hay lugar para Huracán, sí lo hay para propender al 4-4-2, o tal vez al 3-5-2. o lo que esté de moda en Europa. El programa cerrará, eso sí, también, con media hora destinada a emitir el fantástico triunfo de River Plate, como local y ante San Martín de Tucumán, por 2-1 con un penal en la última jugada del partido, que será festejado con fanatismo por el apasionado relator que cuando los tucumanos marcaron el primer tanto, apaciguará recordando que "falta mucho todavía" o que ante cada ataque de los norteños, gritará "cuidado" al jugarle una mala pasada su inconciente, ni qué hablar cuando ante cada ataque riverplatense pida "bomba, bomba" o "está solo fulano de tal" o "qué tiro libre que tenés, Muñeco!". Todo vale, y si esto ocurre es porque los que participan, saben que no hay, paradójicamente, competencia. Todo lo contrario al nombre del programa.
Por la mañana del domingo, leíamos con atención la publicidad oficial del proyecto de Ley de Radiodifusión y que proponía volver a ver los partidos por TV sin tener que pagar, como en tiempos añorados. Mientras las operadoras se llevan tres mil millones de dólares por año con el fútbol, los clubes, en su totalidad, apenas si se llevan 200 millones....de pesos.
El fútbol televisado pide a gritos su democratización en todos los sentidos. Desde un reparto equitativo de lo que el mismo fútbol produce hacia adentro, como de una necesidad evidente de cambio de discurso desde lo que el poder de los medios nos sigue transmitiendo, mientras lentamente se apaga la fiesta popular, apartándonos de nuestro placer. Huracán es, hoy, un símbolo de resistencia contra este poder. Una nueva Ley de Radiodifusión es mucho más que eso. Es una gran herramienta para defender nuestros derechos y una posibilidad de terminar, por fin, con esa impunidad.

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