En apenas diez días, Angel Di María tuvo dos
actuaciones excepcionales que generaron una complicada pregunta para los
aficionados argentinos, sus compatriotas. ¿Qué habría pasado si hubiese podido
jugar la final del Mundial de Brasil con su selección nacional? No se puede
realizar un pronóstico certero y ya no tiene sentido, pero tal vez esta duda
pueda indicar el momento que vive el delantero, uno de los mejores de su
carrera profesional.
Mientras esto ocurre, mientras Di María genera un
gol, tres asistencias que terminan en gol, y brinda un soberbio espectáculo en
el que Manchester United gana por primera vez en la Premier League de esta
temporada, o días después de otra exhibición del mismo nivel ante Alemania, en
Düsseldorf, con la selección argentina en la victoria de 2-4 en el partido
amistoso ante los campeones del mundo, Real Madrid, su ex club y con el que se
encuentra envuelto en una polémica, deambula sin muchas ideas por la Liga
Española, luego de haber perdido, en el inicio del ciclo, la Supercopa de
España a manos del Atlético, el mismo rival que le acaba de ganar, sin
atenuantes, por el torneo local.
Es extraño pero cuando por fin parecía que éste
sería el año en el que Real Madrid podría terminar de recuperar la calma y
apostar definitivamente al buen juego perdido en tiempos recientes, de la mano
de Carlo Ancelotti, luego de ganar la ansiada Décima Champions League
(justamente en una final muy dura ante el mismo Atlético Madrid), en pocos meses,
todo eso parece irse derrumbando y el Santiago Bernabeu comienza a comprobar,
con cierta desconfianza, que las cosas no son lo que parecían.
Todo parece haber comenzado con decisiones erróneas
en la comisión directiva, y en algunos casos, avaladas por el propio Ancelotti.
Lo cierto es que varios de los jugadores claves del Real Madrid del último
tiempo han dejado el club, que prefirió buscar otros con mucho cartel,
especialmente algunos que han tenido destaque en el pasado Mundial, pero que de
ninguna manera garantizan mejor rendimiento que los que estaban y con los que,
a no olvidarse, la Casa Blanca consiguió revalidar títulos importantes, que se
le negaban en otro tiempo.
Si ya no se comprendió antes de la temporada pasada,
la salida de Mesut Özil, que la terminaría como campeón mundial con la
selección alemana en Brasil, y que es una pieza importante en el Arsenal, menos
lógica aún parece la salida de Di María, que se había sobrepuesto de un mal
comienzo de año, cuando todavía era discutido por parte de la afición y parecía
no ser muy tenido en cuenta por el cuerpo técnico.
El argentino se recuperó, hizo un enorme desgaste
físico, y deslumbró con su juego hasta convertirse en imprescindible hasta ser
considerado hoy como uno de los mejores del mundo y pieza clave en su
selección, casi en una segunda línea detrás de Lionel Messi y junto a Javier
Mascherano.
Su desgaste fue tal que lo recorrido y jugado en la
final de la Champions, y por la cercanía con el Mundial, tuvo repercusión en el
torneo de Brasil, al que llegó agotado y una lesión lo privó de los últimos dos
partidos, dando lugar a la controversia con el Real Madrid.
Una vez que dejó el club, el jugador dijo que el
Real Madrid le envió una carta a Brasil desaconsejándole que jugara el partido
decisivo ante los alemanes para cuidarse, mientras que dio a entender que nunca
fue del agrado del presidente Florentino Pérez, aunque su marcha también parece
relacionarse con la distante relación que ahora tiene el dirigente con su
agente, el portugués Jorge Mendes.
Pero no sólo de Özil y de Di María se despojó el
Real Madrid en el pasado verano, sino de un volante de muchísima categoría y de
pases milimétricos como Xabi Alonso, quien quiso cambiar de aires cuando
finalizó el Mundial de Brasil y no sólo comunicó su retiro de la selección
española sino su deseo de buscar otros horizontes, y acabó jugando en el Bayern
Munich de Josep Guardiola, viejo estandarte del Barcelona.
En Cambio, Real Madrid pareció preferir los fichajes
de destacados jugadores del Mundial como el alemán Toni Kroos, el colombiano
James Rodríguez o el costarricense Keylor Navas, y dejar ir a los ya
comprobados Di María, Alonso y hasta su juvenil goleador Alvaro Morata, quien
emigró a la Juventus, para apostar por el mexicano Javier “Chicharrito”
Hernández, que no tenía lugar en el Manchester United.
Podría decirse entonces que el Real Madrid optó por
desechar lo “viejo y conocido”, exitoso, por “la novedad” de estrellas que
renuevan el interés, pero que no garantizan ni el sistema aceitado del juego,
ni el éxito reciente.
No parece ser una decisión emanada del cuerpo
técnico sino, una vez más, de una política dirigencial que ya tuvo conflictos
parecidos en el pasado, como en 2003, cuando luego de ganar la Liga con muy
buen juego y con brillantes ejecutantes, decidió despedir a algunos de ellos y
a su entrenador, Vicente Del Bosque, que acabó siendo campeón mundial siete
años después, y alabado en forma casi unánime.
¿Hacia dónde va el Real Madrid ahora? Sólo el tiempo
lo dirá, pero el riesgo de volver a los tiempos de 2003 parece grande.
El inicio de temporada de Liga, con un opaco triunfo
inicial ante un rival muy débil y ante un Santiago Bernabeu que ofreció sus
primeros pitidos, la remontada de la Real Sociedad en el 4-2 luego de estar 0-2
arriba, y la derrota ante el Atlético, con una errática segunda parte, no son
buenos indicios.
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