El pasado miércoles a la tarde, mucha gente tomó con
cierto aire de indiferencia el partido amistoso ante Alemania en Düsseldorf. No
causaba mucha gracia reeditar la final del Mundial de Brasil menos de dos meses
después y ser partícipes de la fiesta de los vencedores, cuando se había estado
tan cerca de ir a los penales en el Maracaná.
La noticia de una inesperada y a su vez extraña
lesión de Lionel Messi, con una sobrecarga en la pierna derecha (según informó
el Barcelona al término del último partido de Liga Española), y su anunciada
ausencia del partido debut como entrenador de Gerardo “Tata” Martino, potenció
los rumores de cierta desconexión con el crack desde la temporada pasada,
especialmente cuando muchos se preguntaron si siendo el primer partido de una
etapa, y siendo Messi el capitán de la selección argentina, no debió estar
presente de todos modos (Maxi Rodríguez, también lesionado, viajó desde
Argentina para apoyar a sus compañeros).
A cambio, Martino pudo contar, ante Alemania, con
varios de los delanteros que no llegaron bien a la final del Mundial: Sergio
Agüero y en especial, Angel Di María, mientras que a ellos se sumó, en una
primera convocatoria en esta etapa, y a cambio de Messi, Erik Lamela, del
Tottenham.
Es cierto que en Alemania faltaron los ya retirados
del equipo, Per Mertesacker, Philip Lahm y Miroslav Klose, a los que hubo que
sumar a Bastian Schweisteiger, o que Tomas Müller, Mesut Özil y Mario Götze
estuvieron en el banquillo, pero pocos esperaban que cerca de los 15 minutos de
la segunda etapa, Argentina estuviera imponiéndose 0-4, enmudeciendo por
completo un estadio preparado para la fiesta.
Pese a que fueron apenas noventa minutos y más allá
del 2-4 final, hay varios elementos para tener en cuenta en esta nueva etapa, y
aún sin la presencia de Messi, fundamental no sólo en Argentina sino en
cualquier equipo que integre: la acentuación del 4-3-3, con tres volantes que
trabajan en la recuperación y el traslado de la pelota, tal como en el Mundial
(Enzo Pérez, Javier Mascherano y Lucas Biglia), tres atacantes, como Lamela
bien recostado en la izquierda, pero en especial, con un Di María brillante,
pese a estar tratando de adaptarse a un fútbol tan diferente como el de la
Premier League, en el Manchester United, recientemente traspasado por el Real
Madrid. Muchos han lamentado su baja en la final del Mundial mucho más después
de este amistoso, porque fue aumentando la hipótesis de que otro habría sido el
resultado de ese partido con él presente en el conjunto albiceleste, pero una
lesión lo dejó fuera del más importante compromiso de su vida deportiva.
A propósito de esta lesión, fue motivo de
controversia también a las pocas horas del partido ante Alemania, cuando Di María
reveló que antes de la final de Río de Janeiro recibió una carta del Real
Madrid en la que le recomendaban no disputar ese partido para no arriesgar,
pero que no hizo caso y rompió el papel, en otra vuelta de la disputa que viene
teniendo desde hace meses con las autoridades de la entidad blanca, que según
cree, no lo respaldaron como pretendía.
Atrás, la misma estructura del Mundial, con el único
cambio de Federico Fernández por Ezequiel Garay (lesionado).
De cualquier modo, es claro que para este partido
ante Alemania, Martino optó por respetar lo hecho durante el Mundial por los
jugadores y el entrenador anterior, Alejandro Sabella, con el que tiene una
óptima relación y destacó su trabajo en el ciclo anterior.
Eso no significa que las cosas vayan a continuar
exactamente por el mismo camino y es muy probable que para los dos partidos de
fechas FIFA programados para octubre, los amistosos ante Brasil en Pekín y Hong
Kong ante los locales, ya haya otro tipo de convocatorias.
A Martino le gustan arqueros que tengan buen manejo
con los pies, como Nahuel Guzmán (actualmente en Tigres de México y a quien
tuvo en el Newell’s campeón) o Gerónimo Rulli (en la Real Sociedad, lesionado
en la actualidad), es muy probable que Federico Fazio (ex Sevilla, ahora en Tottenham)
y Mateo Musacchio (Villarreal) sean tenidos en cuenta en la defensa,
seguramente habrá continuidad para Lamela, y asoma con chances, luego de tres
años de sequía, nada menos que Carlos Tévez.
El caso de Tévez es especial porque ya había sido
convocado para la Copa América 2011 en Argentina, en el último instante, luego
de que el entonces entrenador de la selección argentina, Sergio Batista, no lo
tenía en cuenta y hasta llegó a poner delante suyo al uruguayo Santiago Silva,
a quien sugirió nacionalizar.
Tévez llegó luego de infinidad de presiones
dirigenciales y empresariales, pese a no ser tenido en cuenta por el entrenador
y ya desde ese tiempo se comentaba que los principales jugadores del equipo
tenían cierto rechazo por algunas actitudes como no aceptar de buena gana ser
suplente o salir reemplazado, en algunas instancias del juego.
Tévez acabó fallando su penal ante Uruguay por los
cuartos de final, cuando el equipo argentino fue eliminado del torneo
sudamericano, y ese fue su último partido porque tras ese campeonato, Batista
fue reemplazado por Sabella, quien siempre respondió sobre el actual jugador de
la Juventus que no hablaría de él “por respeto a los que no están con nosotros”
y que además “el grupo está cerrado” pese a las mismas presiones de 2011 para
que a pocos meses del Mundial fuera convocado.
¿Qué cambió ahora? Que sigue en muy buen nivel en la
Juventus, que es un jugador del gusto de Martino, y que parece decidido a
conversar con los principales referentes del equipo argentino, a partir de esta
nueva etapa, para limar asperezas y así contar con una nueva oportunidad.
La sugestiva foto que apareció en los medios,
posando junto a Messi en Milán, en este fin de semana, es un dato más que
significativo.
La selección argentina arrancó un nuevo ciclo con
muy buenas noticias, aunque para Rusia 2018 falte demasiado. No falta tanto
para la Copa América de Chile 2015. Hacia allí apunta sus cañones ahora.
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