Hace apenas dos años y medio, River Plate volvía de
su año más angustiante. Lograba ascender de la Segunda a la Primera división a
mediados de 2012, luego de atravesar un durísimo torneo. En 2014, logró ganar el primer campeonato
argentino del año, el Torneo Final, y ahora, la Copa Sudamericana, el segundo
título en importancia del continente, luego de la Copa Libertadores de América.
El dominio de River en el fútbol argentino, y en el
sudamericano en la segunda mitad del año tiene como claro orientador al joven
entrenador Marcelo Gallardo, ex jugador del club y mundialista con la selección
argentina en Francia 1998, además de haber sido jugador del Mónaco por cerca de
una década.
Gallardo llegó como entrenador de River con no mucha
experiencia en el cargo, y tras haber dirigido a Nacional de Uruguay, y no
necesitó muchas semanas para imponer un sistema de juego que enamoró a los
amantes del buen fútbol y que superó, incluso, a lo hecho por su antecesor
Ramón Díaz, con el que el equipo había ganado el torneo argentino en la primera
mitad del año.
El nuevo entrenador, con mucho sentido común y con
vocación ofensiva, le agregó dinámica en el ataque y una gran solidez
defensiva, sin haber hecho casi ningún fichaje, pero sacando partido de
jugadores que habían sido dejados de lado en la etapa anterior y que regresaron
de otros clubes, como los uruguayos Carlos Sánchez (volante) y Rodrigo Mora
(delantero), en tanto que proyectó al defensor Ramiro Funes Mori, que de
defenestrado pasó a ser considerado por el entrenador Gerardo “Tata” Martino
para la selección argentina como marcador central.
River llegó a avanzar en los tres frentes de la
segunda mitad del año, tanto en el Torneo de Transición argentino, en el que
era cómodo líder, la Copa Argentina, en la que fue eliminado por Rosario
Central en los cuartos de final y por penales, y en la Copa Sudamericana, que
acabó ganando y eliminando en semifinales a su gran rival, Boca Juniors.
Justamente, los dos partidos ante Boca por la
semifinal de la Copa Sudamericana coincidieron con el decisivo enfrentamiento
con Racing Club por el torneo local cuando su rival se le había acercado
peligrosamente a sólo dos puntos porque con un plantel muy corto, River afrontaba
las tres competiciones y los jugadores comenzaron a soportar un gran cansancio
físico.
Allí fue cuando Gallardo tuvo que optar entre los
dos torneos y prefirió dedicarse al frente internacional, por lo que ante
Racing, y en campo del rival, decidió colocar un equipo con muchos suplentes y
acabó perdiendo el partido y la punta, de manera inesperada, y ya no volvió a
alcanzarla, aunque acabara con chances hasta el final y quedara subcampeón.
Lo importante es que apenas dos años y medio después
de la peor etapa de su historia, River se proyecta ahora al plano internacional
luego de ganar su sexto título en ese orden con la Copa Sudamericana,
imponiéndose en dos duras finales a Atlético Nacional de Medellín (Colombia),
empatando 1-1 como visitante e imponiéndose 2-0 como local con una de sus
fortalezas: los dos goles de cabeza de dos de sus defensores (Gabriel Mercado y
Germán Pezella), desde dos centros a balón parado.
En este sentido, Leonardo Pisculichi, veterano
volante que había participado en el futbol español y árabe, acabó siendo clave
por su gran pegada, sus goles de media y larga distancia, y sus centros con
total precisión.
De esta forma, River disputará en 2015 la Copa
Libertadores, la Recopa sudamericana ante su compatriota San Lorenzo (campeón
de la Copa Libertadores 2014), la Suruga
Bank, y la Supercopa argentina ante Huracán (ganador de la Copa Argentina).
El torneo local quedó para Racing, que generó un
gran festejo de su larga legión de hinchas, tras 13 años sin conseguir un
título.
Racing había concretado un aceptable torneo hasta la
mitad, con un joven entrenador como Diego Cocca, pero un partido clave fue ante
Boca Juniors en la Bombonera, que perdía 1-0 cuando quedaba poco más de media hora y fue suspendido
por lluvia. Al regreso, y cuando nadie lo preveía, Racing pudo revertirlo para
imponerse 1-2 y desde allí, se fortaleció tanto que en los ocho partidos
finales apenas recibió un gol y ganó los últimos seis consecutivos.
Racing, un club que atravesó toda clase de crisis y
hasta estuvo a punto de desaparecer a principios de este siglo por estar en
quiebra, se va normalizando y fue encontrando ídolos como el portero Sebastián
Saja, el volante Ezequiel Videla, pero especialmente su gran figura, el ex
delantero del Inter y Zaragoza, Diego Milito.
Milito se había ido de Racing luego de ganar el
título de 2001, 35 años después del anterior (1966) a nivel local, y regresó de
Europa para volver a ganar un torneo, en el que fue su máxima estrella aunque
acompañado por Gustavo Bou, autor de goles claves.
Tanto River como Racing parecen haber superado las
crisis institucionales por las que atravesaron y van volviendo a los títulos de
otros tiempos.
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